‘Morena, una organización que quiere ser partido’
CDMX.- Menos de un año bastó a Morena como partido en el gobierno para reproducir las conductas que ofreció evitar a toda costa: formación de corrientes internas, disputa por el control de las decisiones y hasta de los recursos, e incluso prácticas fraudulentas en su anulado proceso interno de elección de dirigencias.
Morena tiene los mismos problemas de otros partidos: carece de un padrón de militantes confiable, tiene procesos internos conflictivos, con denuncias de acarreo, uso de programas sociales e injerencia ilegal de funcionarios públicos.
Así, aunque el estatuto del partido prevé una organización democrática “ajena a corrientes o facciones”, donde está prohibida la perpetuación en los cargos y el uso de recursos para manipular la voluntad, ser el partido más joven de México no lo ha blindado de esas viejas prácticas. De hecho, según los especialistas, Morena tiene registro oficial como partido, pero en realidad no lo es.
El politólogo Luis Carlos Ugalde, expresidente del Instituto Federal Electoral analizó: “Esta no es la crisis de un partido, sino los conflictos que se generan cuando una organización se quiere convertir en un partido. Son varios movimientos de líderes que se juntaron para ganar la Presidencia con López Obrador y una vez que lo logran no saben qué hacer”.
Para Isidro Cisneros, profesor investigador de la Facultad de Estudios Latinoamericanos y expresidente del Instituto Electoral del Distrito Federal, Morena está transición entre un movimiento originalmente surgido para capitalizar el descontento social, y un partido que no logra serlo.
Desde mayo el partido enfrenta el pleito legal y político entre dos grupos del CEN: uno afín a la secretaria general, Yeidckol Polevnsky y otro a Bertha Luján, presidenta.