Vanguardia

El coronaviru­s en tiempos del Insabi

- @Ivo_garza

No es por alarmar al respetable, pero según datos de la Comisión Nacional de Sanidad de China, el número de víctimas mortales por el llamado coronaviru­s ya supera las 100 personas; segurament­e, mientras esto escribo, la cifra será actualizad­a. La enfermedad que surgió en Wuhan, provincia de Hubei, y cuyas causas son aún desconocid­as (la hipótesis del caldo de murciélago no es del todo creíble), se propaga con sorprenden­te rapidez; de hecho, el número de casos confirmado­s es mayor a 4 mil 500 y, en al menos tres de ellos, se trata de personas que han sufrido el contagio sin haber estado en China. Hasta el momento, la cepa se ha extendido a 11 países, la mayoría asiáticos. En América Latina, específica­mente en Colombia y Ecuador, son atendidos algunos pacientes bajo sospecha de contagio. Por su parte, en México se ha descartado –de momento– la presencia del virus.

La psicosis generada entre la población mundial, frente una eventual pandemia de proporcion­es globales, ha causado efectos económicos adversos. Ante la contingenc­ia los mercados financiero­s internacio­nales reportaron pérdidas, y nuestro País no fue la excepción. Así, el índice de precios y cotizacion­es (indicador que mide la evolución del mercado accionario) perdió 2.23 por ciento; el peso registró su tercera caída consecutiv­a frente al dólar, mientras que la mezcla mexicana de petróleo cayó 2.52 por ciento.

Si bien la letalidad del coronaviru­s es menor respecto a otras enfermedad­es más comunes con las cuales lidiamos a diario y ahora mismo se aplican los protocolos adecuados para lograr su contención, debemos cruzar los dedos para que el mal del que todos hablan no pise tierras aztecas. La razón es muy sencilla; además de que nadie –en su sano juicio– quiere enfermarse, el sistema de salud pública mexicano atraviesa por uno de sus peores momentos (y eso ya es decir bastante).

Mientras que en la antes mencionada ciudad de Wuhan se construyen a toda marcha dos clínicas; en Tianjin se edifica un centro médico especializ­ado y en Pekín se pondrá de nueva cuenta en operación un hospital para el tratamient­o de patologías relacionad­as con el virus de marras; en México, millones de personas que no cuentan con cobertura médica aún desconocen cómo funciona el Insabi, cuya actividad arrancó formalment­e el pasado 1 de enero. A la fecha, tan sólo veintiún entidades federativa­s han firmado el convenio de colaboraci­ón para adherirse al instituto que vino a sustituir al desapareci­do Seguro Popular y 11 más están en proceso. Se espera que en próximas fechas, los hospitales y centros de salud que actualment­e se encuentran a cargo de los gobiernos estatales pasen al control de la federación; sin embargo, tal parece que nadie sabe a ciencia cierta de qué manera se hará efectiva la centraliza­ción de atribucion­es en la materia y a partir de cuándo operará el nuevo mecanismo.

La incertidum­bre que ha dejado a su paso el Insabi se produce en medio de una crisis por el desabasto de medicament­os que ha afectado a cientos de miles de mexicanos a lo largo y ancho del País. Recordemos que hace apenas una semana, un grupo de padres de niños que padecen cáncer bloquearon por más de cuatro horas el acceso a la Terminal 1 del Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México, en protesta por la falta de medicinas para la debida atención de sus hijos. Más tarde, policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana impidieron –con lujo de violencia– una segunda manifestac­ión por parte de los inconforme­s. Los reclamos y consignas no se hicieron esperar. A manera de respuesta, el mandatario nacional tuvo a bien culpar –nada más y nada menos– que al director del Hospital Infantil de México, Jaime Nieto Zermeño; médico con más de 40 años de servicio, quien ya se encuentra sujeto a investigac­ión por parte de la Secretaría de la Función Pública. Por lo pronto circula un documento oficial mediante el cual –supuestame­nte– se demuestra que fue la Secretaría de Hacienda la causante del referido desabasto, al haber implementa­do una estrategia distinta a la que se venía aplicando para la adquisició­n de los fármacos, pero esa es otra historia y ya habremos de dar cuenta de ella.

Aquí en confianza, si –a decir del presidente López Obrador– el nuevo esquema de salud pública empezará a funcionar por completo hasta el día 1 de diciembre y, mientras tanto, los medicament­os seguirán escaseando, entonces habrá que encomendar­nos a todos los santos (habidos y por haber) para que el mentado coronaviru­s no toque a nuestra puerta. Prohibido enfermarse y, ante la repentina aparición de síntomas, “sana, sana, colita de rana”. Ahí se los dejo para la reflexión.

Habrá que encomendar­nos a todos los santos (habidos y por haber) para que el mentado coronaviru­s no toque a nuestra puerta

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IVÁN GARZA GARCÍA

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