Moreira vs. Aguayo (1/2)
Las verdaderas tragedias son más bien silenciosas.
La mítica voladora no avisa antes de abatirse sobre algún pobre incauto.
Olvídese de los achaques que, cada vez más numerosos, le saludan cada mañana al despertar antes de hacer gárgaras siquiera. El día que contraiga una enfermedad terminal ni se va a enterar hasta que ya le estén tomando las medidas para su mameluco de madera.
Muy probablemente así se extinga también la humanidad, siempre preocupada por la inminencia de la Guerra Nuclear, por una pandemia importada de China o por la súbita caída de un meteorito. Y un buen día, sin decir “agua va”, se les ocurre grabar un sencillo juntos a J. Balvin, Bad Bunny, Daddy Yankee y Maluma y nos morimos todos ALV (¡Ahí La Vemos!).
Ocurre algo muy similar en política que ocupa permanentemente a la opinión pública con asuntos de menor relevancia, mientras que los verdaderos escándalos permanecen soterrados; y si acaso llegan a salir a la luz, son rápidamente eclipsados por cualquier vacuidad convertida en emergencia planetaria. Y es que ya sabe, los titiriteros que gobiernan al mundo también manejan la agenda mediática.
Como ya dijimos en reciente entrega, nuestra atención, nuestra vigilancia ciudadana, es un tierno gatito que con cualquier pelotita de estambre se entretiene.
Así mientras el País se entretiene haciendo chistes del coronavirus, con la caravana migrante 2020 (me pregunto si se va a hacer tradición como el Pa’l Norte Fest) o sacándose los ojos por la presidencial ocurrencia de querer rifar el AMLO Force One (“muy disparate y todo, pero yo quiero dos cachitos con terminación en 9”), hay otras noticias que no dan el salto al universo de los memes y es que no son gemas tan relucientes en el ámbito informativo.
Más discreta, aunque no desapercibida, es la nota concerniente al nuevo fallo que un tribunal de la CDMX emitió en contra del periodista Sergio Aguayo Quezada
para indemnizar con 10 millones de pesos al demandante, el impresentable profesor Humberto Moreira.
La indemnización, por si no lo sabe, es para resarcir el daño moral que causó un texto escrito por Aguayo Quezada en la honorabilidad del profe (no se ría) en aquellos venturosos días de 2016 posteriores a la detención del exmandatario coahuilense y exlíder del priismo nacional.
El caso Moreira vs. Aguayo tampoco es nuevo en esta columna y ya casi se convierte en sección regular. Con cierta periodicidad, conforme se van agotando las instancias, hemos pormenorizado a grandes rasgos las distintas resoluciones, algunas favorables para el periodista, aunque la ofensiva legal del demandante siempre encuentra nuevas triquiñuelas con qué continuar sus acometidas, pese a que diversas organizaciones nacionales e internacionales en derechos humanos le confieren toda la razón al analista, politólogo y escritor, o sea, al que sí estudió de los dos: el doctor Aguayo Quezada.
Pese a la pesadilla por la que atraviesa, el doctor no deja de ser un caballero y agradece siempre las muestras de apoyo. Pero la verdad ya hasta pena siento con el académico de que el peor gobernante que alguna vez haya parido esta tierra (es mi opinión y no se me puede demandar por expresarla) le esté haciendo ver su suerte.
Como ya le digo, no son pocas las organizaciones ni los defensores de la verdad y del derecho quienes advierten lo desaseado del caso, como que el monto de la reparación por el “daño moral” lo fijó el demandante (advierte el diario El País de España, donde aún recuerdan a Humberto con cariño).
Pero lo que más acusan diversos observadores es un conflicto de intereses de parte de la autoridad judicial que sanciona esta disputa, en beneficio del demandante.
Por eso, aunque se ordenó el embargo de los bienes del doctor Aguayo, esperamos que una instancia superior, la SCJN o alguna corte internacional si es necesario, haga prevalecer el derecho del doctor Aguayo, que no es otro que el muy humano derecho a la libre expresión.
No me cansaré, doctor, en verdad, de solicitarle una disculpa en nombre de todos los coahuilenses por el infierno que le representa su batalla legal contra este engendro político que en mala hora le permitimos empoderarse.
¡Por favor, no desista, doctor Aguayo! Su eventual triunfo será una suerte de redención para todos quienes fuimos víctimas del infame régimen de los hermanos Moreira, plagado de corrupción y muerte.
Continuará…