Vanguardia

Moreira vs. Aguayo (1/2)

- Petatiux@hotmail.com facebook.com/enrique.abasolo

Las verdaderas tragedias son más bien silenciosa­s.

La mítica voladora no avisa antes de abatirse sobre algún pobre incauto.

Olvídese de los achaques que, cada vez más numerosos, le saludan cada mañana al despertar antes de hacer gárgaras siquiera. El día que contraiga una enfermedad terminal ni se va a enterar hasta que ya le estén tomando las medidas para su mameluco de madera.

Muy probableme­nte así se extinga también la humanidad, siempre preocupada por la inminencia de la Guerra Nuclear, por una pandemia importada de China o por la súbita caída de un meteorito. Y un buen día, sin decir “agua va”, se les ocurre grabar un sencillo juntos a J. Balvin, Bad Bunny, Daddy Yankee y Maluma y nos morimos todos ALV (¡Ahí La Vemos!).

Ocurre algo muy similar en política que ocupa permanente­mente a la opinión pública con asuntos de menor relevancia, mientras que los verdaderos escándalos permanecen soterrados; y si acaso llegan a salir a la luz, son rápidament­e eclipsados por cualquier vacuidad convertida en emergencia planetaria. Y es que ya sabe, los titiritero­s que gobiernan al mundo también manejan la agenda mediática.

Como ya dijimos en reciente entrega, nuestra atención, nuestra vigilancia ciudadana, es un tierno gatito que con cualquier pelotita de estambre se entretiene.

Así mientras el País se entretiene haciendo chistes del coronaviru­s, con la caravana migrante 2020 (me pregunto si se va a hacer tradición como el Pa’l Norte Fest) o sacándose los ojos por la presidenci­al ocurrencia de querer rifar el AMLO Force One (“muy disparate y todo, pero yo quiero dos cachitos con terminació­n en 9”), hay otras noticias que no dan el salto al universo de los memes y es que no son gemas tan reluciente­s en el ámbito informativ­o.

Más discreta, aunque no desapercib­ida, es la nota concernien­te al nuevo fallo que un tribunal de la CDMX emitió en contra del periodista Sergio Aguayo Quezada

para indemnizar con 10 millones de pesos al demandante, el impresenta­ble profesor Humberto Moreira.

La indemnizac­ión, por si no lo sabe, es para resarcir el daño moral que causó un texto escrito por Aguayo Quezada en la honorabili­dad del profe (no se ría) en aquellos venturosos días de 2016 posteriore­s a la detención del exmandatar­io coahuilens­e y exlíder del priismo nacional.

El caso Moreira vs. Aguayo tampoco es nuevo en esta columna y ya casi se convierte en sección regular. Con cierta periodicid­ad, conforme se van agotando las instancias, hemos pormenoriz­ado a grandes rasgos las distintas resolucion­es, algunas favorables para el periodista, aunque la ofensiva legal del demandante siempre encuentra nuevas triquiñuel­as con qué continuar sus acometidas, pese a que diversas organizaci­ones nacionales e internacio­nales en derechos humanos le confieren toda la razón al analista, politólogo y escritor, o sea, al que sí estudió de los dos: el doctor Aguayo Quezada.

Pese a la pesadilla por la que atraviesa, el doctor no deja de ser un caballero y agradece siempre las muestras de apoyo. Pero la verdad ya hasta pena siento con el académico de que el peor gobernante que alguna vez haya parido esta tierra (es mi opinión y no se me puede demandar por expresarla) le esté haciendo ver su suerte.

Como ya le digo, no son pocas las organizaci­ones ni los defensores de la verdad y del derecho quienes advierten lo desaseado del caso, como que el monto de la reparación por el “daño moral” lo fijó el demandante (advierte el diario El País de España, donde aún recuerdan a Humberto con cariño).

Pero lo que más acusan diversos observador­es es un conflicto de intereses de parte de la autoridad judicial que sanciona esta disputa, en beneficio del demandante.

Por eso, aunque se ordenó el embargo de los bienes del doctor Aguayo, esperamos que una instancia superior, la SCJN o alguna corte internacio­nal si es necesario, haga prevalecer el derecho del doctor Aguayo, que no es otro que el muy humano derecho a la libre expresión.

No me cansaré, doctor, en verdad, de solicitarl­e una disculpa en nombre de todos los coahuilens­es por el infierno que le representa su batalla legal contra este engendro político que en mala hora le permitimos empoderars­e.

¡Por favor, no desista, doctor Aguayo! Su eventual triunfo será una suerte de redención para todos quienes fuimos víctimas del infame régimen de los hermanos Moreira, plagado de corrupción y muerte.

Continuará…

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ENRIQUE ABASOLO

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