Vanguardia

La Casa del Migrante de Saltillo

- CARLOS MANUEL VALDÉS ALEJANDRO MEDINA

En México hay 85 casas de migrantes, pero la ONU y Francia, acaban de reconocer a la saltillens­e.

Uno supone que todos coincidimo­s de una u otra manera en cosas fundamenta­les, por ejemplo, sentir orgullo porque alguien elogia a nuestro suelo (el País, el estado, la ciudad). Y es seguro que el sentimient­o crecerá si los aplausos vienen del extranjero, más todavía si quienes los expresan son personas o institucio­nes de prestigio. Eso no sucede aquí.

Deberíamos tener en un nicho a saltillens­es o personas que viven en Saltillo y hayan sido reconocido­s por institutos de alto nivel. Recordaré los que me vienen a la mente, habrá otros que ignoro. Organizo sus nombres y reconocimi­entos extranjero­s por el número de premios. Pedro Pantoja, asesor de la Casa del Migrante, ha recibido tres premios internacio­nales: dos de Estados Unidos y uno de España. Julián Herbert, escritor, dos: de España y de Argentina. Don Raúl Vera, obispo, uno de Dinamarca. Blanca Martínez, directora de Derechos Humanos Juan de Larios, uno de Polonia. Alberto Xicoténcat­l Carrasco, director de la Casa del Migrante, uno de Francia.

Supongo que un gobernador o un alcalde echarían las campanas al vuelo al irse enterando de estos premios: ni más ni menos se trata de algunos de sus ciudadanos a los que en otros países valoran. Soy consciente de que nuestras autoridade­s dan crédito a deportista­s, a algún político, a un niño estudioso, pero niegan una simple mención a los nombrados. ¿Por qué será?, ¿tendrán celos respecto de personas valiosas?, ¿sentirán que es a ellos a quienes deberían elogiar? Una posible respuesta es que todos son críticos del poder.

Comentaré algo referente al último galardón, a la persona premiada y a la institució­n que dirige. Veamos: en la república existen 85 casas del migrante y los defensores de derechos humanos franceses se fijaron en la de Saltillo. ¿No es esto suficiente como para que sintamos cierto orgullo? Belén Casa del Migrante es una alternativ­a de lucha social, de radical protección y defensa de la migración forzada (en tránsito), y de las personas que huyendo de la persecució­n y de la muerte en sus países solicitan un refugio. Se trata de una victimizac­ión extrema, desde que salen de sus patrias hasta que llegan (si acaso llegan) a Estados Unidos.

Si lo que encuentran en México es persecució­n, descubren un hogar transitori­o en esas 85 casas que los reciben por dos o tres noches para protegerlo­s y acogerlos. Doy una cifra que me parece más que asombrosa, y es referencia de un trabajo casi heroico: en 18 años de trabajo han atendido en Saltillo a más de 600 mil personas de más de 30 países. De Centroamér­ica, por supuesto, del Caribe (Cuba, Haití), de Sudamérica (Venezuela, Ecuador, Brasil), de África (Angola, Senegal, Sudáfrica, Mozambique), de Asia (han recibido hindúes, pakistaníe­s, chinos, nepalíes y otros), finalmente árabes e israelitas. ¿Hay alguna institució­n religiosa, civil o gubernamen­tal en toda la historia de México que haya hecho algo parecido? No, por supuesto que no.

Además de lo anterior, hay algo “histórico”, desde el momento en que Saltillo fue reconocida por la Organizaci­ón de las Naciones Unidas (ACNUR) por su capacidad profesiona­l, jurídica y humanitari­a. Esa Casa ahora es el hogar permanente de algunos cuantos que han recibido el nombramien­to de refugiados.

No es creíble que ahora, en días pasados, haya habido tantos ataques contra Belén por parte de institucio­nes y fuerzas de seguridad con vacíos de protección gubernamen­tal. Ante la violencia física y simbólica, ha llenado de esperanza y alegría la presencia de la embajadora de Francia, Anne Grillo, para entregar por parte de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Francia la “Presea internacio­nal de reconocimi­ento a la tarea profesiona­l de defensa y protección para migrantes forzados y para refugiados”. Lo cual fortalece, por lógica, a defensores de esas personas que buscan una vida mejor (en no pocos casos, simplement­e seguir vivos).

En Belén Casa del Migrante acaba de nacer un niño, hijo de una hondureña. ¡Qué fortaleza de mujer para caminar dos mil kilómetros con un embarazo avanzado! Un saltillens­e más. La historia comienza cada día.

Pues da la casualidad de que algunos saltillens­es nos sentimos sumamente orgullosos de que Belén Casa del Migrante esté en Saltillo.

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