La violenta lucha feminista contra el feminicidio
Literalmente: las protestas feministas que condenan la indiferencia del Gobierno respecto al feminicidio, llegaron a las puertas de Palacio Nacional
Que un clavo saca otro clavo. Que pa’los toros del Jaral, los caballos de allá mesmo. Que para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo. O, finalmente, que el fuego se combate con el fuego, son refranes que aluden a luchas cuyos elementos tienen un mismo origen.
El recuerdo de estos dichos surge a propósito de una nueva edición del movimiento feminista de México, que tras un breve receso, regresó con su furia contenida a las calles, para grafitear y golpear las puertas del Palacio Nacional.
En efecto, la sede del Poder Ejecutivo –que en la actualidad también es residencia del presidente Andrés Manuel López Obrador– debió frenar la ira de mujeres con rostros ocultos tras pasamontañas y pañuelos verdes, adoptado como el color de la lucha contra la violencia femenina.
Las nuevas movilizaciones feministas encontraron su disparador en el asesinato de Ingrid Escamilla, cuya pareja la descuartizó frente a su hijo. La brutalidad del caso enardeció a los mexicanos, pero especialmente a los grupos feministas, que ven cómo la violencia contra las mujeres no es una prioridad para el gobierno de la Cuarta Transformación.
Y es que en los primeros 13 meses del sexenio de López Obrador, los feminicidios aumentaron más del 10 por ciento, eso hace un promedio de 10 muertas al día. Peor aún, 2019 fue el año más violento en México: fueron asesinadas con particular odio, a 3 mil 142 mujeres.
Pero AMLO no únicamente resta importancia a la violencia contra la mujer, está más ocupado en la organización y venta de cachitos de la Lotería Nacional para rifar el avión presidencial que no vendió, pero tampoco va a rifará, aunque así lo diga el billete del sorteo.
México inició el 2020 con una severa crisis en el sector salud. Por estos días se detectó una nada tranquilizadora baja en los ingresos tributarios y petroleros. La inversión extrajera directa ha registrado también una sensible caída.
Los empleos formales se pierden y la inseguridad -además de los feminicidios- tiene frentes abiertos en todos los rincones del País, que grupos del crimen organizado luchan por convertir en plazas bajo su dominio, así sea a sangre y fuego.
¿Es necesario combatir la violencia con más violencia? ¿Grupos de autodefensas son la respuesta a la inseguridad en los pueblos y ciudades de México? ¿Modernas amazonas deben protestar con violencia para exigir que las autoridades acaben con los feminicidios? ¿De verdad el fuego se combate con el fuego?