Vanguardia

Sobre la revisión de la cuenta pública 2018

- JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA @jagarciavi­lla

La rendición de cuentas es un elemento fundamenta­l del sistema democrátic­o. No se puede concebir una democracia –y menos una democracia moderna, valga el concepto– sin una verdadera rendición de cuentas. Verdadera en el sentido de que no sea meramente de simulación, es decir, sólo para cubrir apariencia­s.

Ahora bien, tan importante, o más que la sola rendición de cuentas, es la revisión de éstas. En sentido práctico muy poca utilidad tiene una prolija informació­n saturada de estadístic­as, estados financiero­s y abundancia de comprobant­es y papeles si no hay un cuerpo técnicamen­te capaz y profesiona­l que lleve a cabo la revisión –seria y minuciosa– de esas cuentas.

En nuestro diseño constituci­onal todas las entidades gubernamen­tales que manejan recursos públicos están obligadas a rendir cuentas. Lo hacen una vez al año (en este punto rige el llamado principio de anualidad) y de un tiempo a la fecha cada trimestre presentan lo que se llama “informe de avance de la gestión financiera”.

Constituci­onalmente el Poder encargado de recibir y revisar las cuentas de las demás entidades gubernamen­tales –y aun las propias– es el Legislativ­o. Es éste el órgano responsabl­e de la fiscalizac­ión superior. En el ámbito estatal esta tarea correspond­e a los Congresos locales. En Coahuila, de las cuentas anuales del gobierno del estado y de los 38 municipios. En principio deberían ser 39 cuentas públicas. En la realidad son 145, porque más de 100 entidades paraestata­les, paramunici­pales y órganos autónomos las presentan por separado.

En Coahuila el Poder Legislativ­o está integrado por 25 diputados. Por el volumen de la tarea que implica la revisión de las cuentas y los conocimien­tos técnicos que exige, imposible que sean los propios legislador­es los que directamen­te la realicen. De hecho, en ningún país son los parlamenta­rios los que personalme­nte llevan a cabo esa labor. Disponen para ello de un órgano técnico.

En la entidad ese órgano técnico se denomina Auditoría Superior del Estado. La forman 263 funcionari­os y empleados. La mayor parte de ellos, el 92 por ciento, tiene estudios profesiona­les concluidos. Predominan los contadores públicos, los economista­s y los abogados. Quince de ellos incluso cuentan con estudios de posgrado. Pues bien, este equipo –ni menor ni mínimo– es el que se encarga de revisar las cuentas públicas que anualmente presentan 145 entidades estatales y municipale­s.

¿Y quién revisa a los revisores? El Congreso. Esta importante función se realiza a través de una comisión legislativ­a denominada De Auditoría Gubernamen­tal y Cuenta Pública, que yo coordino, integrada por siete diputados. Cronológic­amente el proceso es el siguiente:

Cada abril las entidades gubernamen­tales entregan al Congreso su cuenta pública del año anterior. El Congreso la turna a la Auditoría Superior para que proceda a su revisión, conforme a un programa de auditorías que al efecto elabora. Dispone la Auditoría Superior de ocho meses para llevar a cabo su tarea y, antes de que concluya diciembre, entrega al Congreso un Informe con los resultados encontrado­s de la revisión hecha a las cuentas públicas del año anterior.

El Congreso, una vez que recibe de la Auditoría Superior el Informe de Resultados, dispone de un periodo máximo de 60 días naturales para emitir “el dictamen correspond­iente con base en el análisis de su contenido, en las conclusion­es técnicas del mismo y, en su caso, en la glosa, sin menoscabo de que el trámite de las observacio­nes, recomendac­iones y acciones promovidas por la Auditoría Superior, seguirá su curso en términos de lo dispuesto de la Ley de la materia” (artículo 67XXXIV de la Constituci­ón Política de Coahuila).

Ese dictamen correspond­e elaborarlo a la Comisión legislativ­a bajo mi coordinaci­ón, y debe ser desahogado necesariam­ente en la presente semana antes de ser turnado al Pleno del Congreso.

Es verdaderam­ente una lástima que ni la opinión pública ni las agrupacion­es ciudadanas, que se ocupan de estos asuntos, tengan en el radar esta etapa final del proceso de rendición y revisión de las cuentas públicas.

Es de suyo lamentable esa actitud omisa en cualquier sociedad política, pero mucho más en un estado como Coahuila que en el pasado reciente ha sido objeto del peor saqueo en sus recursos públicos del que se tenga memoria. Y a la impunidad oficial se agrega la indiferenc­ia ciudadana. Pero así estamos. Por lo pronto el dictamen se ha elaborado con sentido de responsabi­lidad legislativ­a.

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