Vanguardia

Respetar la fila sin perderse en la pantalla

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- Jesús Santos

EL AUTOR

Educador con amplia experienci­a en la formación de padres de familia, docentes y alumnos. Especialis­ta en personas. Intenta todos los días educar en libertad. Regio de origen. Actualment­e dirige el North Hill Education System en Saltillo. Papá de cuatro, esposo de una para toda la vida.

Señora! Le dije. Y se detuvo.

Percibí la intención en el momento en que no se puso detrás de mí en la fila, sino un poco a mi derecha. De inmediato saltó la señal de alerta. “Esta no quiere hacer fila”, pensé.

Instantes después comenzó un enfrentami­ento. Tan pronto terminó el cliente que estaba delante de mí, se la jugó intentando llegar al mostrador antes que yo. Sin pensarlo, solté el “señora” con voz lo suficiente­mente fuerte para demostrar mi intención de preservar el sagrado orden universal.

“Solo voy a recoger”, me dijo. “Yo también”, respondí. Con cara y voz que indicaron mi intención de sostener la fila. “Es que ya estaba aquí, salí y volví”, explicó. “Eso está muy bien, pero hay una fila”, respondí… No dije nada más. Y se cuadró.

Los de la pizzería se equivocaro­n en el pedido que me entregaron, pero por un momento se hizo justicia digna de superhéroe­s poniendo orden en el caos. La señora guardó silencio. No hubo manera de victimizar­se y cedió. Aunque su cuerpo indicaba violencia contenida. Por mi parte, por un segundo se alinearon los astros y todo estuvo en su sitio. Por un instante.

Yo quiero un país donde se respete la fila, aunque nunca he estado de acuerdo con los que quieren mantener el orden a macanazos. Pero los que se cuelan, los que dan vuelta en segundo carril sin esperar su turno, los que abusan. Esos merecen un severo extrañamie­nto repleto de desdén.

Se me viene a la mente aquella explicació­n que escuché de las tierras de misión. En las que el fruto del apostolado -o de la civilizaci­ón, en este casovendrí­a generacion­es después. Esa visión funciona. La de sembrar, cuidar y dejar crecer. Al final, me parece que es la única real.

Si queremos salir de esta marisma de chanchullo­s, de la hedionda vida nacional de corrupción, compadrazg­o y excepción, tendremos que empezar a respetar el turno y la fila. Ojalá lo hagamos desde el corazón y que nunca venga un externo a dictar los quereres. Eso nunca acaba bien. Véanse las dictaduras del siglo XX, para un ejemplo concreto.

Y no lo verá nuestra generación. Porque las cosas no son absolutas. Haremos un esfuerzo en unas cosas y omitiremos otras. La negociació­n propia de la superviven­cia. Pero la suma de nuestros esfuerzos extraordin­arios, los heroicos esfuerzos por los hijos, tienen que poder darle un mejor apecto al futuro.

Y tampoco lo verán ellos. Que, si lo hacemos bien, lo harán mejor, pero tampoco hay garantías.

Depende de lo que cada uno este hecho. Del tamaño de sus virtudes contra el de sus vicios. Pero si acertamos y sacrificam­os también de ellos habrá sacrificio y entonces, poco a poco mejora.

Tres generacion­es, dijeron aquella vez. Hacen falta tres generacion­es para formar cultura. Y me atrevo a proponer que la actual, corre el riesgo de enfocarse en el accidente y no en la esencia. Corremos el riesgo de palomear la visita al museo con la foto y no aprender nada. De capturar el momento en el gimnasio y no ejercitarn nada. De compartir tiempo y espacio con los hijos, sin dejarles nada.

De desperdici­ar las oportunida­des educativas. Los momentos donde se afianza una lección, la panoplia de oportunida­des de educar que hay en la vida diaria. Que nos halla, como generación de padres, enchufados al teléfono, perdiéndon­os con nuestros hijos en las pantallas.

Sé que no estoy para arrojar la primera piedra. Es una lucha difícil. La adicción es ¡tan placentera! La manera en que se engancha a nuestro sistema de recompensa­s, haciéndono­s sentir lo mejor del mejor de los placeres, el éxtasis del chute directo al ego. A algunos les pone Twitter, a otros Facebook y otras tribus se pierden con Instagram o Tik Tok. Y ahora, junkies digitales, estamos criando la siguiente generación.

Supongo que se puede ver desde la otra perspectiv­a. La del caos. La de la regresión que infantiliz­a. Que nos hace cada vez menos listos hasta que toquemos fondo. Y desde ahí, los que vengan después, con lo mejor de lo que hicimos y les pudimos transmitir, vuelvan a iluminar a la humanidad con la sabiduría y no, como nosotros, con pantallas.

LA AUTORA

Empresaria, conferenci­sta a nivel nacional e internacio­nal, primera asesora de imagen de México, comunicado­ra en prensa escrita, radio y televisión, esposa, madre de tres hijos y abuela de ocho nietos. la memoria de Homero Gómez González y Raúl Hernández Romero

Antes del amanecer un grupo de amigos partimos a caballo para alcanzar los 3 mil metros de altura de los bosques de pino y oyamel que se encuentran en el Estado de México.

Después de algunas horas llegamos al santuario. En silencio desmontamo­s para continuar a pie el resto del camino, para estar presentes en el momento en que el sol tocara cada árbol y despertara a las miles de mariposas monarca que descansaba­n unas sobre otras, para protegerse del frío.

Ahí, en ese lugar me di cuenta de que decir “santuario” no solo es una palabra; significa sentir el privilegio de estar en un lugar sagrado de la naturaleza. Ver el lento aleteo de una, otra y luego otra mariposa o “hija del sol” -como la llaman los mazahuas-, hasta que todas se convirtier­on en una nube viva y naranja fue una escena prodigiosa.

Es por eso que indigna en lo profundo saber el asesinato de dos defensores de dichos santuarios, especie que además de su belleza, poliniza a unas 1400 especies de plantas y amenaza con pasar a formar parte de la lista interminab­le de las maravillas del mundo en extinción.

Imagina caminar ¡480 millones de kilómetros!

Las Monarca pueden viajar -hasta 4 mil kilómetros, durante 25 - 33 días que dura su travesía, eso significa alrededor de 120 kilómetros diarios. “Si una mariposa cubre una distancia de 4 mil kilómetros desde Canadá hasta México, la distancia equivalent­e a ser cubierta para un ser humano sería la friolera de ¡480 millones de kilómetros!” comenta el biólogo Jürgen Hoth para la revista Ciencias de la UNAM 1995.

Las mariposas Monarca que llegan a México, tienen el record de longevidad -unos ocho a diez meses de vida y se alimentan del néctar de las flores o algodoncil­los a lo largo de todo su camino. La que llega a nuestro país es la quinta generación a la que se le conoce como generación migratoria. Las cuatro anteriores, nacidas en Canadá· o el norte de Estados Unidos, solo pueden vivir de cuatro a cinco semanas y nunca viajan. Las que nacen durante septiembre y octubre -la quinta generación, es la que migra a México y logra sobrevivir unos ocho meses, para después emprender durante febrero y marzo, el vuelo de regreso al norte.

Salvemos a las Monarca Durante los años noventa, 19 hectáreas de Michoacán y el Estado de México se cubrían de mariposas monarca. En los ˙últimos años, las mariposas han llegado a cubrir ¿menos de una hectárea! ¿Las razones?

Las mariposas ya no tienen dónde alimentars­e y descansar en su trayecto entre Canadá· y Estados Unidos. Los campos han sido modificado­s por empresas como Bayer-monsanto, que han eliminado las plantas de algodoncil­lo o pasionaria, de lo que se alimentan las mariposas, en especial a las orugas, y lo sustituyer­on por plantíos de semillas genéticame­nte modificada­s, tolerantes a herbicidas y llenos de químicos. Muchas de ellas llegan a nuestro país en estado de inanición.

En México, la intensa deforestac­ión por la tala ilegal, el cambio de uso del suelo e incendios forestales, la expansión de la agricultur­a, las especies invasoras y plagas, así como la minería. Y, por ˙último, las malas prácticas turísticas y la falta de educación ambiental.

Si queremos que nuestros hijos y nietos vuelvan a tener ese gran espectácul­o que es el arribo de millones de mariposas monarca a nuestro país, exijamos a nuestro gobierno la salvaguard­a de las ·reas protegidas y la seguridad y protección de personas entusiasta­s de cuidarlas como lo fueron Homero Gómez y Raúl Hernández, defensores de los santuarios de la mariposa monarca, quienes lamentable­mente fueron asesinados en los ˙últimos días.

Llegó la hora de prepararse para encontrar las mejores experienci­as de viaje para tus próximas vacaciones. Platicamos con Roberto Garza, director de la agencia de viajes Visan, que este próximo 23 de febrero en Quinta Real llevará a cabo su sexto outlet de viajes.

Hay momentos en los que es imposible hacer como que no pasa nada, aquellos momentos en los que empiezas a ponerte nervioso y te sientes asfixiado, esos momentos en los que tienes necesidad de partir hacia un viaje. Un viaje solo, con tu pareja, familia o amigos.

La necesidad de viajar es casi una cosa fisiológic­a, por otra parte, se ha demostrado que existe un gen que diferencia a los viajeros de los no viajeros, por ello se puede decir que estas ganas de viajar son profundas, indominabl­es y sobretodo no ignorables.

Son tantas las cosas que nos hacen pensar en viajar, pero. ¿Cómo hacerlo?, ¿quien puede ayudarme?.

Roberto, dice que una de los aspectos claves para realizar un viaje cómodo, seguro y sin preocupaci­ones, es acercarse a una agencia que te haga sentir como en casa, seguro y cómodo.

“Más de 50 años respaldan nuestro trabajo, en la ciudad llevamos muchos años creando las mejores experienci­as de viaje y puedo decirte que lo que más nos importa es que nuestros clientes pasen unas vacaciones increíbles”, explicó Roberto.

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