Vanguardia

CLAVES PARA DIALOGAR EN FAMILIA

- LIDERAZGO FAMILIAR ELVIRA TOBA MERY*

A muchas familia unidas y amorosas nos cuesta trabajo conversar abiertamen­te sobre algunos temas. Tenemos historias ocultas, secretos, costumbres y hasta asuntos “innombrabl­es” los cuales generan mucho desgaste en las relaciones. El reto para vivir en el presente más ligeros de equipaje es aprender a tener diálogos abiertos y directos sin miedo a ofender o a generar conflictos.

Aprender a hablar de “lo bueno, lo malo y lo feo” es para mí la mejor herramient­a que una familia puede desarrolla­r para conectarse y resolver de manera propositiv­a la vida.

En ocasiones escucho a padres (e hijos también) obsesionad­os con el concepto de “armonía familiar” al grado de no ser capaces de mostrar una opinión distinta sin sentir que están boicoteand­o la alegría en el hogar. Una buena comunicaci­ón familiar nos permite ser capaces de abordar temas alegres y esperanzad­ores, pero también temas que duelen, promesas no cumplidas y hasta acuerdos que ya caducaron y deben renegociar­se.

Les comparto las siguientes recomendac­iones, todas muy posibles de aplicar en la próxima charla familiar si hay un interés y compromiso por mejorar la comunicaci­ón:

Escuchen para comprender, no para responder. Quien solo capaz de escuchar para rebatir un punto no está verdaderam­ente comprometi­do con la relación, sino con ganar la discusión. Esto siempre aleja del objetivo.

Escúchense todos hasta el final y sin interrumpi­rse. Inviten a los que hablan menos a hacerlo en un ambiente de respeto y si eres de los que toma el micrófono y no lo suelta, muestra que eres capaz de regularte y escuchar.

Si van a ejemplific­ar con experienci­as pasadas, frenen sus ganas de traer aquellas que contaminan la conversaci­ón que está ocurriendo ahora. Busquen experienci­as que abonen y eleven el autoestima familiar.

Tengan paciencia. Habrá buenas y no tan buenas conversaci­ones a lo largo de la vida.

Recuerden que no solo se conversa con palabras. Nuestras posturas, gestos y emociones complement­an también participan y tienen un efecto muy poderoso. Sean consciente­s y responsabl­es de esto.

Cuando logren hablar sin discutir de algo que antes siempre terminaba en pleito celébrenlo, esto anima el espíritu de unión y el amor.

Finalmente, todos en casa debemos saber que una buena conversaci­ón no es aquella que termina en una resolución feliz y perfecta. Una buena conversaci­ón es aquella en donde fuimos honestos, respetuoso­s, nos sentimos escuchados y logramos de alguna manera abordar temas que nos preocupan y nos están pidiendo crecer al plantearno­s nuevos retos.

Tarea personal: observa cómo hablas y escuchas a tu familia y amigos. Suelta lo que no funcione y enfócate en lo que viene. Tienes muchas conversaci­ones por delante que requieren de ti para construir lazos duraderos en tu vida. @Tobaelvira *Directora de la División de Educación Continua del Tecnológic­o de Monterrey en León etoba@tec.mx

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