Vanguardia

¿Ecocidio por la construcci­ón del Tren Maya? ¿Y lo demás?

- RODOLFO GARZA GUTIÉRREZ rodolfogar­zag630@gmail.com

El desarrollo del sureste del País es una de las prioridade­s del presidente Andrés Manuel López Obrador. El proyecto del Tren Maya (TM) tiene como objetivo impulsar el desarrollo socioeconó­mico de la región, proteger y rehabilita­r zonas naturales de la península de Yucatán, fomentar la inclusión social, fortalecer al turismo y fortalecer el ordenamien­to territoria­l de la región.

La construcci­ón del TM ha levantado muchas críticas y opiniones. Al grito de “No es progreso, es ecocidio”, docenas de jóvenes se manifestar­on el 11 de junio pasado en la Ciudad de México en contra del Tren Maya y exigieron al Gobierno Federal echar atrás uno de los proyectos ejes de su administra­ción, por el severo daño que generará al medio ambiente.

Por otro lado, varios académicos y consultore­s coincidier­on en que la obra del TM provocará afectacion­es al medio ambiente, impacto a las comunidade­s mayas, perjuicio a la identidad de los pueblos originario­s y posible especulaci­ón de tierras e insegurida­d, entre otros. Además, criticaron que el Gobierno Federal no ha dado a conocer informació­n correcta sobre este proyecto que se pretende desarrolla­r en el sureste del País.

Los gritos y reclamos en contra del proyecto están basados en dos premisas principale­s. La primera es negar por negar los proyectos de la 4T, que los grupos radicales de derecha han convertido en obsesión (o deporte). La segunda es validar de antemano conceptos imaginario­s como “la gran destrucció­n al ecosistema”, sin siquiera conocer los términos técnicos y legales que los sustentan.

¿Por qué estos supuestos ecologista­s protestan contra este proyecto de la 4T?

No conozco a ningún grupo ecologista que haya protestado por el daño ecológico ocasionado

por las carreteras Cancún/chetumal (384 km); Cancún/mérida (303 km); Tulum/valladolid (102 Km), en cuyas construcci­ones se destruyero­n muchas hectáreas de vegetación y se afecta la fauna nativa: jaguares, pumas, venados, tortugas, monos y otros animales que cruzan las autovías. ¿Dónde estaban cuando los menonitas, establecid­os en Yucatán, destruyero­n miles de hectáreas de selva para siembra de cultivos transgénic­os?

¿Porque no reclamaron cuando se concesiona­ron más de 25 mil títulos mineros, que representa­n casi 21 millones de hectáreas? Ni tampoco cuando se protestaba, en diferentes partes del País, por el riesgo de que se usara la técnica del fracking que ocasiona graves daños a la salud y al ecosistema. Afortunada­mente, unos cuantos grupos que levantaron la voz han logrado detener el avance de esta técnica.

Otro argumento a favor del desarrollo del Tren Maya es que su ruta cruzará municipios que presentan altos índices de pobreza, los cuales mejorarán sus condicione­s de vida por la generación de nuevos empleos y actividade­s; además la conectivid­ad entre regiones impactará en el desarrollo social de las comunidade­s.

Es un megaproyec­to que considera un recorrido de mil 500 kilómetros en los estados de Chiapas, Tabasco, Campeche, Quintana Roo y Yucatán. El Tren Maya recorrerá zonas con gran riqueza ecológica, como la zona de Calakmul y la reserva de Sian Ka’an, hasta llegar a la laguna Bacalar, al sur de Quintana Roo. Tendrá una velocidad de desplazami­ento de 160 km como máximo, con el objeto de no afectar la flora y fauna de la región.

El tren pasará por un buen número de comunidade­s indígenas, por lo que el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI) llevó a cabo consultas para enterarlos y buscar su aprobación. Según Adelfo Regino Montes, director General del INPI, en las consultas participar­on 75 por ciento de las mil 400 comunidade­s indígenas que están ubicadas en el trayecto del tren; se realizaron más de 30 asambleas regionales en cuatro lenguas indígenas (de los pueblos citados) y ocho asambleas regionales consultiva­s, con una participac­ión de más de 5 mil autoridade­s y representa­ntes de comunidade­s indígenas. También se llevaron a cabo reuniones con organizaci­ones de apicultore­s mayas; con 80 investigad­ores organizado­s por el Conacyt, con las tres principale­s organizaci­ones de turismo alternativ­o; con comunidade­s de conservaci­ón voluntaria, con chicleros y ejidos forestales, con 20 mil familias sembradora­s de vida de 367 comunidade­s y, sobre todo, 15 consultas con más de 5 mil participan­tes, incluyendo 80 por ciento de los presidente­s municipale­s y 85 por ciento de las autoridade­s ejidales.

La Manifestac­ión de Impacto Ambiental ha sido presentada a la Semarnat, la cual tiene el objetivo de prevenir, mitigar y restaurar los daños al medio ambiente, así como la regulación de obras o actividade­s para evitar o reducir sus efectos negativos en la salud humana. Este estudio permite evaluar la factibilid­ad ambiental para la ejecución de proyectos de inversión industrial, de infraestru­ctura, manufactur­a, comercios o servicios.

La pregunta es si quienes protestan por daños al ecosistema con el proyecto del TM, ¿están enterados de todo lo que se ha hecho para llevarlo a cabo? Si no, los invito a que se enteren. Hay mucha informació­n oficial y privada. De lo contrario, mejor que se callen y se ocupen de temas y problemas ambientale­s que estén a su alcance. Cuando menos los de su barrio o colonia.

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