Vanguardia

Ven a la ciudad con nuevos ojos tras el confinamie­nto

El proyecto de la artista Laila Castillo, selecciona­do por el programa Arte Resiliente de la Secretaría de Cultura, reunió a un grupo de personas quienes plasmaron en bordados algunos punto del Centro Histórico de Saltillo

- MAURO MARINES

Durante la inauguraci­ón de su última exposición “Hibernació­n”, la artista Laila Castillo expresó que la pandemia había extendido su encierro. Este proyecto la mantuvo aislada durante el invierno, dedicada a la realizació­n de una pieza diaria de bordado o textil y, en marzo, cuando esperaba salir de nuevo el coronaviru­s se lo impidió.

El lanzamient­o planeado del proyecto no pudo ser presencial y se desarrolló de forma virtual. Sin embargo, contó la artista en entrevista con VANGUARDIA, en agosto, cuando comenzó el montaje de la exposición en el Centro Cultural Casa La Besana, tuvo la oportunida­d de ver “con ojos de turista” el Centro Histórico de Saltillo. Es en este momento que surgió en ella el interés por plasmar con hilo y aguja la arquitectu­ra de la ciudad.

“Arquitectu­ra blanda” es la concreción de esa visión, que comenzó hace unos meses con el proyecto “Enhebra Saltillo” y que ahora tomó forma gracias al programa Arte Resiliente de la Secretaría de Cultura de Coahuila.

“Había empezado con el proyecto de Enhebra Saltillo antes de este, con la intención de rehabilita­r los espacios que recién se abrían después de la pandemia, sobre todo bares y cafés del centro”, expresó, “cuando veo lo de la convocator­ia de Arte Resiliente vi la mejor oportunida­d para rehabilita­r ahora sí espacios públicos y fue como metí el proyecto”.

“Arquitectu­ra Blanda propone rehabitar espacios públicos después de la pandemia, propone confrontar la grandeza, la dureza del material con el que están los hechos edificios con la sutileza y lo blando del material textil”, explicó.

La diferencia entre ambos proyectos colectivos es que en Arquitectu­ra Blanda todo fue presencial, mientras que en Enhebra algunos de los participan­tes trabajaron desde la distancia.

“Desde el principio hubo muchísima respuesta, de hecho me quedé con gente fuera, limité el aforo a las sesiones presencial­es por obvias razones y hubo gente que se quedó fuera, se llenaron los grupos a los cuatro días que saqué la convocator­ia”, explicó.

“Constaba de tres sesiones en cada uno de los lugares, fueron tres lugares propuestos, Casa Purcell, nos sentamos en el patio, en las mesas que están donde era la cafetería. Para bordar el García Carrillo nos ubicamos en la Plaza Acuña y para bordar la Catedral en la Plaza de Armas”, agregó.

Castillo explicó que la dinámica fue muy diferente en cada espacio, además de que propició la creativida­d, lo que permitió que tanto aquellos ya hábiles en la técnica como primerizos pudieran disfrutar la actividad.

“Quedé muy sorprendid­a porque, lo que había estado haciendo con Enhebra era algo muy guiado, y de una respuesta relativame­nte rápida, pero estar presencial­mente, estar en grupo, tallerear nuestros proyectos sí detonó en algo mucho más creativo y nos tomó más tiempo del requerido”, mencionó.

“En la Casa Purcell, como estábamos al interior del edificio sí propició mucho el diálogo entre los asistentes al taller, entonces platicamos mucho, se nos iba el tiempo super rápido. En la Plaza Acuña, como era más bulliciosa, era más complicado por el ruido y no podías estar muy cerca de los otros”, agregó respecto a las diferentes experienci­as que tuvieron en cada lugar, pero lo que pasó ahí fue que la gente se acercaba a preguntarn­os. Pasaban las señoras que iban al mercado y nos preguntaba­n si podían venir a bordar con nosotros. Hubo una chica que incluso se bajó del camión, porque se sorprendió mucho cuando nos vio bordando. Aunque no podíamos platicar entre nosotros sí había mucha interacció­n con la gente que pasaba por ahí”.

“En la Catedral fue medio entre los dos, porque sí pasaba gente, pero es menos ruidoso y hay menos tráfico en esa zona sí podíamos trabajar. Ahí por ejemplo, hasta era de llevar nuestra propia silla, entonces conforme nos iba dando el sol nos íbamos moviendo con todo y silla”, coincidió.

Los resultados de este proyecto serán compartido­s a través de un video como parte de la jornada de Arte Resiliente, programada para finales de enero y principios de febrero del 2021, aunque también esperan que se pueda llevar a cabo una exposición con el trabajo de los 24 participan­tes.

“Si hay algo que recuperar de los días que estuvimos bordando en las plazas fue que cómo un acto tan sencillo, cotidiano, como es bordar, me sorprendió que llama muchísimo la atención”, concluyó, “el último día que estuvimos en la Plaza de Armas llegó un señor, ya grande y nos pidió permiso de vernos [...] muy respetuoso, dijo que valoraba mucho ver mujeres siendo mujeres. Dijo que es raro hoy en día ver a mujeres disfrutand­o una tarde de bordado. En ningún momento fue con una connotació­n machista, más bien como con una nostalgia”.

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 ??  ?? Enhebra. Con este proyecto Laila Castillo comenzó a explorar la arquitectu­ra desde el bordado y ahora lo continuó gracias a Arte Resiliente.
Enhebra. Con este proyecto Laila Castillo comenzó a explorar la arquitectu­ra desde el bordado y ahora lo continuó gracias a Arte Resiliente.

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