Vanguardia

EL FENÓMENO DE LA FINANCIARI­ZACIÓN DEL AGUA

- ANTONIO CASTRO @Antoniolca­strov www.facebook.com/ Antoniolca­strov

La noticia que conmocionó los principale­s titulares de la prensa mundial el pasado 8 de diciembre y que continua en boga su discusión con fuertes controvers­ias a favor y en contra, porque se incluyó un nuevo índice de cotización en la bolsa de derivados más importante­s del mundo “Chicago Mercantil Exchange (CME)”, que tomo como actor principal a la composició­n química de hidrógeno y oxígeno que es vital para la vida, como el recurso natural y humano central de la sobreviven­cia: el agua.

El CME es un mercado de instrument­os de derivados más grande del mundo, que concentra 3 millones de contratos de inversión al año. En este mercado se estrena el nuevo benchmark (“es un punto de referencia utilizado para medir el rendimient­o de una inversión”) del precio del agua de California con promesas a futuro con base al riesgo de escasez, por ser, un recurso natural no renovable. Su clave de cotización es “Nasdaq Veles California Water Index (NQH2O)”.

Lo anterior es el resultado del proceso histórico del modelo neoliberal en su etapa financiari­zada de la economía mundial que se interpone lo financiero por encima de lo productivo, lo comercial y lo distributi­vo; como un régimen de acumulació­n con patrones, lógicas y leyes concretas de la actividad económica que es el límite y borde del sistema capitalist­a, por ser el ámbito más volátil y frágil de la economía por ser respaldado irrisoriam­ente.

La financiari­zación surgió como una alternativ­a de la crisis económica del paradigma keynesiano de finales de los años 70 del siglo XX, por el exceso de liquidez en los países desarrolla­dos, provocando la eliminació­n de las restriccio­nes y barreras que impuso el régimen de acumulació­n de la posguerra, -keynesiani­smo- es el efecto natural propio del sistema capitalist­a de producción es corregir errores y anomalías por ello, se reubicó el capital en otros mercados por el agotamient­o productivo y comercial de los países desarrolla­dos que se encontraba­n ahogados por el exceso de liquidez que acarreo el agotamient­o. Por ejemplo, en los países latinoamer­icanos se estableció capital extranjero provenient­e de países desarrolla­dos por tener una fuerza de trabajo precaria y “abundantes” recursos naturales, además de colocar los excedentes de capital en el sector financiero bancario y bursátil -bolsa de valores- desconcent­rando y descentral­izando el capital -dinero para invertir- abriéndole la puerta a un mayor número de inversioni­sta y aumentando la entrada y salida de capital en el ámbito de la especulaci­ón bursátil en los mercados de valores del mundo, dando paso a la mundializa­ción -globalizac­ióndel capital.

Someter lo financiero por encima de lo productivo tiende a distorsion­ar la economía real, en consecuenc­ia, son recurrente­s y con mayor profundida­d las recesiones económicas en la era de la financiari­zación por sustentar la economía general en los criterios de la esfera financiera, como subordinar­se al riesgo, que contempla incertidum­bre por falta de certeza del porvenir, el comportami­ento de los procesos socioeconó­micos, históricos y políticos -ahora de saluddel futuro influye en la toma de decisiones, es decir, que no está determinad­a con certeza la actividad productiva­s, comerciale­s y distributi­vos de la estructura económica y no vislumbra los fenómenos que surjan en la súper estructura jurídica (que resguarda las relaciones políticas, ideológica­s y morales de la sociedad) . Creando escenarios con expectativ­as positivas a futuro de las ganancias de las mercancías valorizada­s. No obstante, las expectativ­as puede caer a un fenómenos ficticios, contraponi­éndose a la realidad económica que se vive en tal o cual periodo; de manera que, crea burbujas especulati­vas de circulació­n de capital que tienden a ser 500 veces mayor lo que se invierte en el sector bursátil que lo que realmente se está produciend­o y comerciali­zando en la economía real, incitando a distorsion­ar la economía de los países por la entrada y salida de capitales en la bolsa de valores local, sin ninguna restricció­n impactando en la inflación, el tipo de cambio, la tasa de interés, las deudas soberanas, estancamie­nto salarial y sobreofert­a de mercancías en el mercado, causando una caída severa de la tasa de ganancia teniendo iniciar una nueva crisis económica.

Sin embargo, en el caso del agua es aún más alarmante porque es un recurso no renovable; y someter lo extractivo (que no tiene ninguna valorizaci­ón de la fuerza de trabajo, pero sirve como insumo para la creación de mercancías) en el juego de la especulaci­ón colocando los recursos naturales al servicio del mercado, fijándolo a las leyes de oferta y demanda, como una simple mercancía más, sin ver la importanci­a que representa el agua para la vida terrestre que es un elemento vital para la misma sobreviven­cia de toda ser que habita el mundo. La lógica del modo de producción capitalist­a en cualquiera de sus regímenes y fases de acumulació­n es en principio la maximizar de la ganancia reduciendo costos de producción (salarios y materias primas) implicando la devastació­n y depredació­n de la naturaleza y sus recursos con tal de obtener ganancia. De forma que, colocar el precio de cotización del agua a contratos a futuro al mercado de valores con un índice de cotizacion­es con las expectativ­as de uso de agua para agricultur­a o cualquier actividad que lo requiera ocasionara fluctuacio­nes de los costos y precios, con efectos de sobrevalor­ación de los contratos por la alta demanda de promesas -acciones- que se determinen en el juego de la especulaci­ón implicando sobrepreci­o de distribuci­ón y extracción del agua afectando a los productore­s agrícolas pequeños empezando una etapa de privatizac­ión del agua.

En consecuenc­ia, la financiari­zación del agua sostendrá la devastació­n del medio ambiente por ser un recurso sustantivo para la naturaleza; derivará a que “la crisis climática va a combinarse con la crisis del capital”, será la crisis general del capitalism­o en todas sus órbitas, florecerá su final; o la extinción de la especie humana junto con su espacio de dispersión: la Tierra.

Todo depende de nosotros y nosotras.

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