‘El Kingpin’, Caro Quintero
El 4 de abril pasado se cumplieron 37 años de la detención de Rafael Caro Quintero en Costa Rica. Cuando menos aparentemente, su aprensión puso fin a una carrera delincuencial meteórica, muy publicitada y, por momentos, exótica. Caro Quintero fue jefe del Cártel de Guadalajara, responsabilizado del asesinato del agente de la DEA Enrique Camarena,y amasó una enorme fortuna. Se han escrito ya muchos libros, artículos y guiones de filmes y series de televisión acerca de este personaje. En los tiempos de su detención, Miguel de la Madrid era presidente de la República y Manuel Bartlett, secretario de Gobernación.
Igual que ahora, la corrupción y la impunidad proliferaban en el mundo de la procuración y administración de justicia. Algunas excepciones gustaban y gustan asomar la cara para entorpecer el paso de los delincuentes de dentro y de fuera del aparato gubernamental. En 1985 esa excepción se encarnó en la tenaz curiosidad de un agente de la agencia antidrogas de Estados Unidos y en la decisión política de quien estaba fuera del círculo “criminalgubernamental”.
En los tiempos que corren, sobresale la Secretaría de Marina Armada de México como el organismo que goza de mayor confianza por su eficiencia, aunque dicha percepción no esté exenta de algunos señalamientos negativos. Con todo, no se compara con los señalamientos que se han sabido ganar los cuerpos de seguridad de otras dependencias. Cabe recordar cómo se celebraba en Coahuila el arribo de los marinos cuando la inseguridad se desbordaba bajo el azote del crimen organizado.
El 9 de agosto de 2013, recién estrenado el gobierno de Peña Nieto, Caro Quintero salió de la prisión después de cumplir una condena de 28 años de prisión. Su excarcelación dio pie a mucha confusión. Al tiempo los gobiernos mexicano y estadounidense solicitaron su aprehensión.
Llama mucho la atención cómo un hombre de casi 70 años tiene capacidad para reinventarse en un mundo y en un negocio que evolucionó a pasos agigantados en los 28 años que permaneció en prisión. Le bastaron nueve años para recolocarse a la cabeza del crimen organizado, ¿será verdad? Algo no me cuadra. Siendo mal pensados podríamos creer que: a) nunca perdió liderazgo ni poder mientras estuvo en prisión, o b) el Gobierno mexicano está aprovechando el tema, como le gusta hacer, para distraer a la opinión pública y colgarse una medalla frente a los Estados Unidos en un tema que ya no daba más que para leyenda.
También nos permite visualizar fisuras y contradicciones internas en el aparato gubernamental estadounidense. No podemos ni debemos pensar que esta compleja república democrática es un organismo uniforme y vertical. ¿Podemos explicarnos los comunicados de las agencias de seguridad, su contradicción con el Gobierno mexicano y la posterior aclaración del embajador Salazar en torno a la participación de Estados Unidos en la detención y la causa de muerte de los 14 marinos en Sinaloa? Fijaron postura tanto el Departamento de Justicia, como la DEA, que reconocieron al Gobierno de México, la valentía de los marinos, y la cooperación de ambos gobiernos.
Mientras tanto, el Gobierno mexicano no dijo ni pío durante varias horas, el embajador Salazar salió al quite, dejando todo el mérito al Gobierno mexicano y lamentando, a secas, el sacrificio de los marinos. AMLO brilló por su ausencia en la ceremonia luctuosa de los 14 marinos. Como comandante supremo, su ausencia deja mucho que desear.