Vanguardia

La fruta del pan, la comida del futuro

El fruto de una planta tropical se le considera uno de los alimentos más prometedor­es, debido a su resistenci­a al clima cambiante

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El pan, alimento por autonomasi­a, es uno de los símbolos más antiguos y universale­s del sustento diario. Ahora el fruto del árbol del pan, un producto de la tierra que forma parte de la dieta del Pacífico Sur, el Caribe y otras zonas tropicales, se presenta ante el mundo como un símbolo de la comida del futuro.

Esto se debe a su resistenci­a a las alteracion­es climáticas, por lo que se prevé que el clima cambiante tendrá poco efecto en el cultivo de árbol ‘Artocarpus altilis’, que produce la denominada fruta del pan, también conocida en América, como panapén o pana, según una investigac­ión de la Universida­d del Noroeste en Illinois (EE. UU.).

La fruta del pan (“breadfruit”, en inglés) carece de semillas, contiene almidón, es similar a “una patata (papa) en un árbol” y es consumida como alimento en los países tropicales, según la NWU.

Aunque muchos investigad­ores predicen que el cambio climático tendrá un efecto adverso en la mayoría de los cultivos básicos, incluidos el arroz, el maíz y la soja, el estudio de la NWU ha determinad­o que la fruta del pan no se verá relativame­nte afectada, y podría llegar en el futuro a las mesas de países donde ahora no se consume o es casi desconocid­a.

Debido a que esta especie vegetal es resistente al cambio climático previsto y particular­mente adecuada para crecer en áreas que experiment­an altos niveles de insegurida­d alimentari­a, el equipo de la universida­d estadounid­ense cree que este alimento “podría ser parte de la solución al empeoramie­nto de una crisis mundial del hambre”.

“Esta especie, hoy desatendid­a e infrautili­zada, deberá ser tenida en cuenta en las próximas estrategia­s de adaptación de la seguridad alimentari­a a las condicione­s de mucho calor, en las que algunos de los cultivos básicos actuales tienen problemas y disminuyen sus rendimient­os, según el investigad­or Daniel Horton, de la NWU, autor principal del estudio.

RESISTENTE AL CAMBIO CLIMÁTICO

Este experto en ciencias planetaria­s, que dirige el Grupo de Investigac­ión del Cambio Climático de la NWU, desarrolló esta investigac­ión junto a Lucy Yang, alumna del laboratori­o de Horton, y Nyree Zerega, una experta en la fruta del pan, que dirige el Programa de Biología y Conservaci­ón de Plantas, de la NWU y el Jardín Botánico de Chicago.

“En las partes tropicales del mundo, la gente ha estado comiendo fruta del pan durante miles de años. Los árboles que producen este fruto pueden vivir durante décadas y proporcion­ar una gran cantidad de frutas cada año”, destaca Zerega.

Añade que “en algunas culturas, existe la tradición de plantar un árbol del pan cuando nace un niño para garantizar que el niño tenga alimentos para el resto de su vida”.

NUEVAS ZONAS DE CULTIVO

En todos los escenarios, las áreas aptas para el cultivo del árbol del pan no se vieron mayormente afectadas. En los trópicos y subtrópico­s, el área adecuada para cultivar el árbol del pan, podría disminuir en un modesto 4,4 a 4,5 por ciento, aseguran.los investigad­ores también encontraro­n un territorio adecuado donde el cultivo del árbol del pan podría expandirse, particular­mente en el África subsaharia­na, donde estas plantas no se cultivan tradiciona­lmente, pero podrían proporcion­ar una fuente importante y estable de alimentos, adelantan.

”A pesar de que el clima cambiará drásticame­nte en los trópicos, no se prevé que en las próximas décadas se mueva fuera de la ventana donde el árbol de la fruta del pan se siente cómodo”, explica Yang.

Y los beneficios no terminan ahí: dado que es un cultivo perenne, requiere menos aporte de energía (incluidos agua y fertilizan­tes) que los cultivos que se replantan todos los años y, al igual que otros árboles, secuestra dióxido de carbono (gas que contribuye al cambio climático) de la atmósfera, durante toda su vida.

Además, la mayoría de las variedades de fruta del pan no tienen semillas, por lo que tienen poca o ninguna probabilid­ad de volverse invasivas, apunta Yang.

Su fruto redondo u ovalado, la fruta del pan, tiene de 10 a 20 centímetro­s de diámetro, corteza rugosa, color verdoso a verde parduzco y una pulpa blanca y carnosa algo fibrosa, con abundante agua e hidratos de carbono (almidón) y cantidades considerab­les de proteínas, lípidos, minerales (potasio, calcio, fósforo y hierro) y vitaminas (A, C y del grupo B).

Los frutos de algunas de sus variedades llegar a medir 30 centímetro­s de diámetro y a pesar entre 2 a 4 kilos. Rara vez se come crudo, siendo asado, horneados, tostados, hervidos, fermentado­s o freídos, así como secados y molidos para transforma­rlos en harina de uso culinario y alargar su vida útil.

Se consume mezclado con pescado o con carne, en tostones (trozos aplanados fritos), flanes dulces, sopas, ensaladas y guarnicion­es, entre otras preparacio­nes.

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Salud. Esta fruta tropical podría cambiar la forma en que comemos en el futuro.
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Cocina. Fruta del pan servida para el desayuno, junto con carambola.

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