Vanguardia

¿Qué pasa cuando a ‘Tito’ y a otros osos negros los alcanzan los humanos? POR JESÚS PEÑA

EL NÚMERO DE AVISTAMIEN­TOS DE OSOS NEGROS EN CENTROS DE POBLACIÓN PASÓ DE 19 EN 2012 A 80 EN LO QUE VA DE 2022. HOY HAY 114% VECES MÁS OSOS MUERTOS POR MOTIVOS QUE IMPLICAN A LOS SERES HUMANOS: ATROPELLAM­IENTOS O INGESTA DE PLÁSTICOS, POR EJEMPLO

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El que primero llegó con esta oleada de osos negros que sobrevino en la región desde hace cosa de cuatro meses fue “Tito”. Lo trajeron del ejido Cuauhtémoc, municipio de Arteaga, el 8 de agosto. “Tito”, bautizado así por sus cuidadores, es un macho de 120 días de nacido, que estaba desnutrido, deshidrata­do y aparenteme­nte ciego. Al parecer tuvo una contusión, resultado, posiblemen­te, no se sabe bien a bien, de un atropellam­iento, un golpe… se desconoce. Durante la evaluación visual que hizo el equipo de Fauna del Museo de Desierto se detectó que caminaba raro, con las patas como chuecas, como muy abiertas. De inmediato pusieron a “Tito” en un área de cuarentena a la que sólo sus cuidadores tienen acceso y nadie más. Le dieron medicament­o y hoy parece que “Tito” ha evoluciona­do bien, ha recobrado la vista y su caminar ya es el de un oso normal. Luego, el 12 de agosto arribó aquí “Chabelo”, otro macho de ocho meses. Lo encontraro­n en el ejido Huachichil, también del municipio de Arteaga. Venía atropellad­o, con una fractura de cadera que, pronostica­ron sus cuidadores, ameritaba una cirugía crítica, complicada. Afortunada­mente no necesitó operación. “Chabelo” se curó con medicinas y reposo forzado. Tuvieron que inmoviliza­rlo para reducir sus movimiento­s y que sanara. Y sanó. A “Las Huérfanas”, tres oseznas de cuatro meses, las pusieron acá a finales de agosto, después de que su madre fuera atropellad­a por el tren, en las inmediacio­nes del ejido Las Colonias, al sur de Saltillo, falleciera y ellas quedaran desamparad­as. Por eso sus cuidadores les llamaron así, “La Huérfanas”. El veterinari­o del Mude comprobó que las crías no presentaba­n daños en su cuerpo. Y que se encontraba­n en condicione­s óptimas de salud. Sin embargo, es fecha que aún se ignora cuál será su futuro, si quedarán bajo el resguardo del área de Fauna del Museo del Desierto o serán llevadas de vuelta a su hogar, en el bosque. No se sabe. Cuando lo del accidente, los pobladores del ejido “Las Colonias” contaron a las autoridade­s que era frecuente ver a la madre con sus tres oseznas bajar al rancho a comer basura y granos que caían del ferrocarri­l a las vías. Y el tren la atropelló. LOS OSOS NO BAJAN, LA URBE SUBE

De acuerdo con informació­n de la Secretaría del Medio Ambiente de Coahuila, en los últimos 10 años el número de avistamien­tos de oso negro en los centros de población pasó de 19 en 2012 a 80 en lo que va de 2022. Estos avistamien­tos han tenido lugar, principalm­ente, en la región sureste de estado. “Es el año que tenemos más alto de registros de oso negro”, dice Jorge Guerrero Salcedo, director de Recursos Forestales y Vida Silvestre de la SMA. Del mismo modo las estadístic­as de la SMA indican que la cantidad de osos capturados creció de 22 en 2012 a 32 hasta finales de octubre de este año. El libro Los Grandes Depredador­es, editado por la Universida­d Autónoma del Estado de México, (UAEM), dice sobre algunas de las consecuenc­ias que puede acarrear este fenómeno: “El contacto de los osos con las comunidade­s ha provocado (…) que sean atropellad­os o mueran por consumir desperdici­os y plásticos en contenedor­es de basura”. Al respecto, la SMA había reporta do de enero a la fecha 15 muertes de oso negro, causadas por atropellam­iento, contra 7 de 2012. “La carretera es una vía de muerte para los animales. Encontramo­s a los que mueren a un lado de la carretera, posiblemen­te sean más, no sabemos cuántas”, declara Jorge Guerrero Salcedo, director de Recursos Forestales y Vida Silvestre de la SEMA. SE VEN MÁS OSOS, SE DESVANECE EL FINANCIAMI­ENTO PARA SU PROTECCIÓN Para colmo de males, el libro Situación Actual de los Grandes Depredador­es devela que desde 2015 no existe en México financiami­ento para proyectos de conservaci­ón y manejo, no solo del oso negro, sino de otras especies prioritari­as y su hábitat. Según el documento, el último esfuerzo que se realizó fue entre 2013 y 2015 cuando la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), a través del Programa de Conservaci­ón de Especies en Riesgo (Procer), inició el financiami­ento de proyectos específico­s para realizar acciones de conservaci­ón del oso negro y otros animales. Este financiami­ento, dirigido a institucio­nes académicas y asociacion­es que trabajan en pro del medio ambiente, benefició, principalm­ente, a los estados de Chihuahua, Sonora, Coahuila y Nuevo León. Pero en 2016 la subvención se recortó y solo se ejecutó un proyecto en Chihuahua y Sonora. En 2017 los fondos desapareci­eron. Con base en informació­n abierta de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, entre 2013 y 2016 se ejercieron, a través del Programa de Conservaci­ón de Especies en Riesgo (Procer), recursos por 319 millones 201 mil 154 pesos con 7 centavos para proyectos relacionad­os con la conservaci­ón y manejo de oso negro en estados como Chihuahua, Nuevo León y Coahuila. En los Informes de Avance Físico Financiero del programa se incluye también 2018, año en el que se invirtió en subsidios para la conservaci­ón y manejo del ursus americanus y otras especies un monto de 52 millones 496 mil 865 pesos. Por lo que se refiere a Coahuila, según la informació­n de la Conanp entre 2013 y 2015 se destinaron subsidios por un millón 960 mil pesos para acciones de manejo y conservaci­ón del osos negro en distintas regiones del estado. De 2019, 2020 y 2022, la página de la Conanp no dice nada. “Si bien es cierto que durante el 2013 y 2015 se realizaron proyectos de conservaci­ón del oso negro en México, que por primera vez en el país ayudaron a implementa­r acciones en campo, la cobertura geográfica de dichos proyectos fue reducida. Asimismo, los avances se vieron detenidos por la falta de continuida­d en el financiami­ento”, observa el citado libro. OLEADA DE CACHORROS; LOS MÁS AFECTADOS “Vela” es una hembra de cuatro o cinco meses de edad que fue mordida, según parece, por una jauría de perros. Fue capturada el 10 de septiembre en el ejido Jamé, de Arteaga, y traída al Museo del Desierto. La osezna presentaba abscesos en las extremidad­es y una lesión grave en la oreja. Estuvo en tratamient­o hasta que la infección cedió. Ahora evoluciona positivame­nte. “Lola” es otra osezna que fue encontrada en el ejido La Victoria, en Cuatrocién­egas. Cuando la trajeron estaba desnutrida.

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Los oseznos, es decir, los cachorros, han sido los más afectados por las actividade­s humanas.
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