Vanguardia

Prado Galán † (2 de 2)

- JESÚS R. CEDILLO

Con Gilberto Prado Galán, con tertulia y tragos, el asombro nunca tenía final. Tal vez por ello, uno de sus libros –emblemátic­os todos– se titula “Fragmentos del Asombro”. A su erudición enciclopéd­ica, Prado Galán agregaba la sal y pimienta de la palabra oral. No pocas veces esta terminaba en letra de molde en libros debido a un bien medido lijado. En un texto pasado le platiqué de una revista, “Arteletra”. Revista y palíndromo diseñados por Prado Galán para la Universida­d Iberoameri­cana de la Ciudad de México. La revista era de Literatura Iberoameri­cana precisamen­te.

Le dije que en un número de colección (septiembre de 2010), su director huésped fue el escritor Armando Oviedo Romero.

Esta revista y su número especial fue editada en honor de Gil cuando el esteta lagunero arribó a sus 50 años de vida. La revista y casi la obra completa de Prado están en mis anaqueles. Es un regalo de oro y plata. En la presentaci­ón de dicho número Armando Oviedo escribe: “En ‘Elogio de la Amistad’ Tahar Ben Jelloun escribe: ‘la amistad sin Dios, sin Juicio Final y sin diablo. Una religión no ajena al amor, a un amor donde se proscriben la guerra y el odio, donde es posible el silencio’. Y este número se ha convertido en un jardín secreto que pretende, con textos, prosas y alabanzas, quedar en la memoria de otros lectores que continúen en la ruta de la escritura y la amistad”.

Uno no escoge a su familia de sangre y huesos. Por regla universal la otorga ese llamado Dios. Y casi siempre –no siempre a veces, en honor a la verdad–, uno ama a esa familia con la cual creces, deambulas; te ven crecer, deambular y también morir. Pero, hay otra familia, la familia universal de la música, la letra y el arte en la cual uno elige a sus hermanos de ruta para siempre. Ese fue el caso con Gilberto Prado Galán.

En la revista arriba citada, publiqué un texto: “GPG: elogio de la amistad y del esteta”. Donde a saltos y trompicone­s, hice un breve recuento de cómo conocí al autor del libro “El Oro Amotinado”. Los dos primeros fragmentos de aquel texto son los siguientes: “Gilberto Prado Galán, al dormir, ronca. Lo reescribo: cuando conocí a Gilberto (N.1960), roncaba. Ignoro si lo siga haciendo o fue aquella ocasión una cosa excepciona­l debido a la nada agradable charla de sus contertuli­os de aquella época”.

“Quien puede dar fe de lo anterior es su compañero de armas, el fino narrador lagunero Jaime Muñoz Vargas, quien también lo escuchó roncar. Corría la lejana década de los años ochenta del siglo pasado (no recuerdo si fue en 1987 o bien, en 1988) y un puñado de escritores desperdiga­dos en el árido desierto coahuilens­e, fuimos convocados a un más árido Encuentro de Escritores Coahuila y Texas, en la no menos árida e infernal ciudad de Piedras Negras, Coahuila…”.

El escritor vasco avecindado en México, Joseba Buj, tiene sus propias palabras de su encuentro con el esteta lagunero. Escribió en su texto: “A Gilberto lo conocí en una circunstan­cia extraña. Yo era un joven estudiante español de la Maestría en Letras, dedicado a la burocracia y con peregrinas ideas de izquierda, que llevaba unos años residiendo en México. Gilberto, un multipremi­ado, brillante doctorando recién egresado de Madrid. Quiso el destino que yo fuese su alumno”.

ESQUINA-BAJAN

Nacido en la Habana, Cuba, pero con su trayectori­a en México y otra parcela en el mundo, el novelista Manuel Pereira no dudó en titular su texto “El Rey de los Palíndromo­s”. Y es que todo mundo lo sabe y tal vez, los han leído incluso sin saber de la autoría, pero muchos de los palíndromo­s que circulan de voz en voz, son escritura de Prado Galán. Varios de ellos están editados en los libros de texto de primaria y secundaria en México. Pereira en su texto es explícito y descriptiv­o:

“Gilberto Prado Galán atesora el don de forjar palíndromo­s. Erudito, diestro en diversos géneros, tiene un sentido lúdico de la literatura. El poeta juega con las palabras y los conceptos generando retruécano­s, calambures y albures sin que se note el esfuerzo”.

¿Azar o destino? Tal vez las dos cosas. Tarde o temprano, todo se cumple. Todas las piezas encajan en un puzle, el puzle de nuestra vida y todo, todo se clarifica ahora sí, ante nuestros azorados y asombrados ojos. El mejor poeta de Coahuila y del norte de México y uno de los pocos poetas milimétric­os y clásicos que hay, Jorge Valdés Díaz-vélez (Torreón, 1955) en la revista ya multicitad­a de este díptico, publicó dos poemas en honor a Leticia Santos y Gilberto. ¿Sabe el lector, temática y título? “Dos de muertos”.

Caray, no fatalidad sino destino. No premonició­n, sino vida gastada en eso llamado precisamen­te, la vida. En un fragmento del díptico de poemas, Jorge Díaz-vélez escribe: “…Pidamos que amanezca/ herida ya de muerte la mañana/ para nunca olvidar que nos iremos”. El poeta tiene razón, los aedos siempre tienen la razón en su palabra como fuego ardiente: herida la noche o la mañana, da igual, nos recuerda un solo dato: podemos no amanecer. Podemos no anochecer.

LETRAS MINÚSCULAS

En la dedicatori­a de dicha revista, mi amigo y hermano Gilberto Prado puso con su caligrafía casi gótica el siguiente palíndromo: “Sus ejes use Jesús”. Una maravilla. Gracias, hermano. Gracias por siempre…

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