Vanguardia

Exigencia ciudadana: El INE no se toca

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En los últimos días, el principal debate entre la clase política y la sociedad civil se ha centrado en la reforma electoral presentada por el presidente Andrés Manuel López Obrador.

Diferentes académicos y especialis­tas en el tema han advertido que esta enmienda del titular del Ejecutivo está “envenenada”, ya que contiene ajustes que en el fondo representa­rían una regresión en la ruta que ha seguido la democracia mexicana.

Por otro lado, el Gobierno federal y representa­ntes del oficialism­o han señalado que de ninguna manera esta reforma implica la desaparici­ón del árbitro electoral, sino una “transforma­ción”, entendida bajo la lógica de la actual administra­ción.

Si bien, la reforma considera algunos cambios con los que en otras condicione­s no se podría estar en contra, el momento y las formas no son propicias para aprobar enmiendas de este tipo.

El Instituto Nacional Electoral (INE) es el corazón de la discusión. Para nadie es un secreto que el Presidente y sus seguidores tienen una animadvers­ión por el árbitro electoral, al que han acusado –sin pruebas sólidas e incontrove­rtibles– que ha sido cómplice de “fraudes”.

En comicios recientes, el INE ha aplicado la ley en contra de candidatos de Morena que no han cumplido a cabalidad con las normas, las mismas reglas que los propios partidos aprobaron desde el Legislativ­o, pero de las que ahora se quejan.

En esta coyuntura, la “manzana envenenada” del oficialism­o en materia electoral ha despertado una reacción pocas veces vista por la sociedad civil.

Ayer, en decenas de localidade­s del país, ciudadanos salieron a dar un mensaje claro: El INE no se toca.

La experienci­a que se ha tenido con otros organismos autónomos, como el caso de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, los cuales han pasado de ser vigilantes a “correas de transmisió­n” del poder durante este sexenio, provoca que la sociedad civil se vea en la necesidad de tomar con mayor vigor el papel de convertirs­e en un dique ante el actuar de la Presidenci­a.

Para nadie es sano que un organismo que hoy se ha mostrado como un contrapeso del poder, vea mermada su posición de cara a comicios tan trascenden­tales como los de 2023 y 2024.

Mucho trabajo, esfuerzo e inclusive vidas han costado para que la democracia mexicana avance en las últimas décadas.

Ya que como dijo ayer José Woldenberg:

“México no puede volver a una institució­n electoral alineada con el gobierno, incapaz de garantizar la necesaria imparciali­dad en todo el proceso electoral. Nuestro país no merece regresar al pasado porque lo construido permite elecciones auténticas, piedra angular de todo sistema democrátic­o”.

Para nadie es sano que un organismo que hoy se ha mostrado como un contrapeso del poder, vea mermada su posición de cara a comicios tan trascenden­tales.

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