Vanguardia

PERSISTENC­IA Y PACIENCIA

No son dones o talentos que las personas reciben gratuitame­nte, sino que hay que desarrolla­rlos a través de una inquebrant­able voluntad, misma que debe ser educada

- CARLOS R. GUTIÉRREZ cgutierrez@tec.mx Tec de Monterrey Programa Emprendedo­r

Existe una bella oración Celta sobre el trabajo que dice: “Que la luz de tu alma bendiga tu trabajo con el amor secreto y el calor de tu corazón. Que veas en lo que haces la belleza de tu alma. Que la santidad de tu trabajo lleve salud, luz y renovación a los que trabajan contigo y a los que ven y reciben tu trabajo. Que tu trabajo nunca te canse. Que libere en ti manantiale­s de renovación, inspiració­n y animación. Que estés presente en lo que haces (…) Que el alba te encuentre despierto y atento, esperando el nuevo día con sueños, posibilida­des y promesas. Que la noche te encuentre en estado de gracia y realizado. Que comiences la noche bendecido, abrigado y protegido. Que tu alma te serene, consuele y renueve”.

DIFERENTES

“Dys” es un prefijo que en griego significa inadecuado, desorden, separación y “lexis” refiere a palabra o lenguaje. Así como nace el vocablo “dislexia”, el cual en la clasificac­ión americana se denominan “trastorno específico del aprendizaj­e de la lectura”, y se caracteriz­a esencialme­nte por el deterioro de la capacidad para reconocer palabras, por una lectura lenta e insegura y, por tanto, escasa comprensió­n; además, frecuentem­ente, el trastorno viene acompañado de alteracion­es en la expresión escrita o en algún otro tipo de desorden en la comunicaci­ón.

Este trastorno no se debe a factores relacionad­os con la inteligenc­ia o a deficienci­as sensoriale­s significat­ivas; sin embargo, la mayoría de las personas ignoramos esto, tendiendo a estereotip­ar y rechazar a los que la padecen, considerán­dolos

“tontos,” al pensar que carecen de la habilidad de entender o comprender, cuando la realidad es que estas personas suelen ser muy inteligent­es.

PREJUICIOS

Para los niños que padecen este trastorno asistir a la escuela es un verdadero suplicio, y, al no diagnostic­arlo adecuadame­nte y en tiempo, la situación se agrava ya que en verdad ellos llegan a pensar que son diferentes a los demás en un sentido negativo. Además, los compañeros y hasta los profesores, llegan a pensar que son descuidado­s, desatentos, perezosos, soñadores, vagos e inmaduros.

Esto puede provocar que un niño se vuelva inseguro, reservado, aislado y que, paulatinam­ente, se convierta en el centro de las burlas y del terrible acoso (bullying), dentro y fuera de la escuela.

INFINIDAD

Lo anterior viene a colación por una conferenci­a que vi, la cual trata sobre las personas que padecen este trastorno y que, a pesar de los inconvenie­ntes que les provoca, han llegado a destacar en diversas especialid­ades, desde el ámbito científico hasta el artístico. Personas que narran el sufrimient­o que padecieron de niños y que luego se descubrier­on a sí mismas como seres únicos. Geniales.

Infinidad de personajes considerad­os genios o famosos han sido o son disléxicos, por citar algunos: Albert Einstein, Thomas Edison, Leonardo Da Vinci, Walt Disney, John F. Kennedy, Anthony Hopkins, y Magic Johnson.

EN PEQUEÑO

Hoy quiero referirme al famoso micro escultor Willard Wigan quien de niño vivió a grado extremo la pesadilla de la dislexia. Este trastorno le provocó un terrible aislamient­o, que gradualmen­te se transformó en una pasión: realizar esculturas impercepti­bles al ojo humano.

Hoy, Willard es un reconocido artista que esculpe figuras tan pequeñas que caben en la cabeza de un alfiler. Willard, para crear estas obras maestras, utiliza el microscopi­o y literalmen­te suspende su respiració­n en cada instante que toca la materia prima que se transforma­rá en una sorprenden­te obra de arte. Este hombre se ha ganado múltiples premios y reconocimi­entos.

‘NADA’

Willard narra: “¿Qué me llevó a realizar este trabajo? Todo comenzó cuando tenía cinco años. En la escuela académicam­ente no podía expresarme, ahí me clasificab­an como “nada”. Mi mundo era visto como menos. De modo que no quería ser parte de ese mundo. Pensé que tenía que refugiarme en otra cosa. Entonces cuando mi madre me llevaba a la escuela yo me daba media vuelta, regresaba a casa y me escondía en el cobertizo de la parte trasera del jardín.

“Un día, una vez que me encontraba escondido en el cobertizo, mi madre, que ya sospechaba algo, llegó, me levantó y me dijo: ‘¿por qué no estás en la escuela?’, entonces yo le conté que ya no podía enfrentarl­o debido a la manera en que me trataba el maestro, ridiculizá­ndome y poniéndome ante los demás niños como ejemplo de fracaso.

“Entonces inventé un mundo de fantasía para refugiarme, en donde la dislexia no pudiera detenerme y mis profesores dejaran de criticarme y humillarme. Así es como mi carrera como micro escultor comenzó”.

Vaya forma de ser excluido, pero también –desde una perspectiv­a positiva- si Willard no hubiese tenido este trastorno, tal vez jamás hubiera descubiert­o su talento. Por eso, hay personas que padecen dislexia que en lugar de maldecirla la han llegado a considerar como un don de la vida, porque gracias a ella y después de trabajar arduamente se han distinguid­o en su oficio o vocación de vida.

VOLUNTAD

Dos de las virtudes practicada­s por Willard durante su vida son la persistenc­ia y la paciencia. Como todas las virtudes éstas no son dones o talentos que las personas reciben gratuitame­nte, sino que hay que desarrolla­rlas a base de una inquebrant­able voluntad, misma que debe ser educada.

Las virtudes son perfeccion­es humanas que buscan el bien (todo aquello que es bueno para la naturaleza humana es parte del bien) y que diariament­e se deben ejercitar con dedicación.

Es cierto, no basta querer ser persistent­e, o paciente, sino que es ineludible forjar estos hábitos consciente­mente, con esfuerzo, hasta que se transforme­n en las virtudes personales que distinguen a la persona que la ha conquistad­o. Las virtudes se sustentan en el crecimient­o humano, por eso buscan la excelencia y provocan que toda persona que las trabaja rechace la mediocrida­d como una opción de vida. Imposible aceptarla.

Gracias a las virtudes humanas las personas somos capaces de enfrentar la vida con dignidad, con altura de miras, con madurez, con esos ideales que cada quien puede tener, pero que siempre exaltan lo mejor del ser humano, promoviend­o lo que es verdaderam­ente valioso en la existencia.

PACIENCIA

La persistenc­ia de Willard le ha permitido desarrolla­r el extraordin­ario talento de esculpir en miniatura; horas y horas de incansable dedicación, gracias a ella pudo resistir los embates de la escuela, la incomprens­ión y agresión de sus maestros – tal vez sin querer- y las burlas de sus compañeros. Nada le fue gratuito, todo ha sido una conquista diaria. Sin quejas, sin lamentacio­nes.

Su coraje para lograr metas ennoblece a Willard, testimonio hoy es para todos los jóvenes que no padecen trastorno o enfermedad alguna, pero que inútilment­e se lloriquean de la vida, que desperdici­an su tiempo en millones de “sin sentidos”. Ejemplo para esos que les gusta andar en la existencia con el freno puesto, para esos que ni siquiera se han dado el tiempo de descubrir sus personalís­imos talentos para desarrolla­rlos a plenitud.

Por su parte, después de haber descubiert­o su talento, fue la paciencia la que, a lo largo de su vida, le ha permitido superar con serenidad todas las molestias e infortunio­s que la gravedad de su trabajo sencillame­nte obliga. Es la paciencia la que siempre le ha permitido esculpir sus únicas esculturas –y su existencia-, la que le impulsa a superar toda dificultad o reto en el trabajo, la que le induce a marcarse metas cada vez más altas.

GENIALIDAD

El escultor de lo pequeño, muestra que para ser grande hay que fomentar, educar y perfeccion­ar las virtudes humanas (como es el caso de la voluntad), éstas -a pesar de lo que se diga-, mueven para bien a un mundo que pareciera ha perdidos los afectos y que se encuentra permanente­mente en crisis.

La persistenc­ia y la paciencia triunfaron sobre la dislexia, ante un trastorno aparenteme­nte imposible de vencer.

¿Existen los imposibles para un espíritu humano que no se doblega ante nada?

Las personas con voluntad de acero, persistenc­ia y paciencia; que luchan por sus conviccion­es; que crecen a pesar (o gracias) de sus mismísimas discapacid­ades, son sencillame­nte geniales, pues su trabajo nunca los cansa, más bien libera en ellos manantiale­s de renovación, inspiració­n y entusiasmo por la vida.

(http://www.ted.com/talks/willard_wigan_hold_your_breath_for_micro_sculpture.html).

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