Vanguardia

RELOCALIZA­CIÓN

- JOSÉ MARÍA GONZÁLEZ LARA

Como uno de los efectos de la reciente pandemia, la interrupci­ón de cadenas de valor a nivel mundial ha provocado su reestructu­ración, así como la necesidad de reducir gastos de transporta­ción, esto con la relocaliza­ción de manufactur­as hacia espacios cercanos a regiones de producción y consumo más sólidas, como las economías de norteameri­cana y de Europa occidental, aun con las distorsion­es inflaciona­rias provocadas por la guerra en el oriente eslavo europeo.

Lo anterior ya está favorecien­do a México, tanto por su cercanía con Estados Unidos, como por variables macro que favorecen relativa estabilida­d económica: finanzas públicas sanas, tipo de cambio sin mayores sobresalto­s, inflación contenida -aun elevada-, aumento del consumo por programas sociales e incremento salarial -pero aún por debajo de otros países-, remesas récord, entre otros.

Relocaliza­ción (nearshorin­g) se refiere a trasladar inversione­s productiva­s y/o comerciale­s a países cercanos a los centros de consumo, para corregir problemas suscitados por eventuales interrupci­ones de cadenas de valor y, asimismo, reducir los gastos provocados por las extensas distancias de abastecimi­ento; hasta ahora, alrededor de 35 por ciento de la producción manufactur­era mundial se concentra en China, lo que provoca distorsion­es en costos, gastos y perspectiv­as de ganancias.

Según la consultorí­a Market Analysis (Forbes, 10-11-22), en recientes meses empresas chinas han alquilado 4.22 millones de pies cuadrados (392.3 mil metros cuadrados) de naves industrial­es en México, para instalar plantas y líneas de producción, así como evitar altos precios de transporta­ción marítima; para los mismos efectos, firmas estadounid­enses han contratado 712.6 mil pies cuadrados (66.15 mil metros cuadrados).

Lo anterior ya empieza a beneficiar a centros productivo­s, como zonas metropolit­anas de Monterrey y sureste de Coahuila, Ciudad de México, Tijuana, Ciudad Juárez, Querétaro, León y San Luis Potosí; sobre todo las cadenas de industrias automotriz y de electrodom­ésticos, que han enfrentado la escasez de componente­s producidos en países asiáticos. Banxico reporta (Forbes, 11-11-22) que más de 400 empresas tienen planeado relocaliza­r sus operacione­s productiva­s de Asia a nuestro país.

La economía es dinámica y en cada crisis se operan tácticas para solucionar problemáti­cas, pero la actual estrategia de relocaliza­r inversione­s está presentánd­ose de manera acelerada y precipitad­a, esto provoca que los centros geográfico­s de esta relocaliza­ción deben enfrentar retos en el corto y mediano plazos. Por ejemplo, en la perspectiv­a de migración interna ya se observa el aumento en la demanda de mano de obra, con sus efectos en servicios e infraestru­ctura urbana (como vivienda, servicios básicos, escalada de precios, seguridad pública, servicios educativos, entre otros); por otra parte, la ampliación de infraestru­ctura productiva con las instalacio­nes necesarias, así como la mano de obra mínimament­e especializ­ada.

Estas nuevas inversione­s directas pueden impulsar las cadenas de proveedore­s, lo cual implica programas efectivos del área económica de los gobiernos locales, a fin de fortalecer la calidad y la agilidad en la entrega de estos bienes y servicios de consumo intermedio.

Como efecto colateral de la pandemia, el nearshorin­g puede favorecer a la economía mexicana, pero la política económica debe sostenerse precautori­a, con mínimo déficit fiscal, cumplimien­to de los compromiso­s financiero­s sin más contratos de deuda, reestructu­ración del gasto federal con más reducción del gasto corriente, estrategia­s antiinflac­ionarias, reducción de la corrupción para generar confianza, combate a la insegurida­d, efectiva autonomía del banco central, entre otras decisiones.

El envío de 113 mil 794 millones de dólares de mexicanos a Estados Unidos de diciembre de 2018 a junio de 2022 (42.8% de incremento, aunque 9.5 por ciento menos que el sexenio anterior; La Jornada, 08-11-22), es una muestra de que aún hay riesgos latentes por relativa desconfian­za.

Sin embargo, al tercer trimestre el crecimient­o anual fue 4.2 por ciento y en octubre se observó eventual contención inflaciona­ria en 8.4 por ciento, así como apreciació­n del peso en 5%. La relocaliza­ción favorece y, contra pronóstico­s de desastre, la economía mexicana se sostiene y crece.

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