Vanguardia

Al ira se me fuga por los poros de la piel

DONA WISEMAN

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im terapeuta me preguntó ayer qué pasaría si diera rienda suelta a mi ira. O más bien qué pensaba yo que pasaría. Lo he hecho en algún momento de la vida. No son muchos los episodios en que he revirado y escupido veneno, o sarcasmo. Pero son muchos los episodios en que me freno de hacerlo y paso días y más tiempo con mis palabras, las que no dije, y mi ira, la que no solté, sonando en mi cabeza y en mi cuerpo.

Cuando reprimimos una emoción “negativa”, también tendemos a reprimir la parte virtuosa de esa emoción. Ayer me cuestionó mi terapeuta sobre cómo pierdo mi pasión al pasar por el proceso en que siento el enojo surgir en mi con fuerza y para escaparse como si se fugara por los poros de mi piel, dejándome en un vacío. Sospecho que les pasa algo similar con frecuencia, y no solo con la ira, sino con el miedo, la tristeza, y hasta la ternura y la compasión.

Yo sé que, si suelto mi ira, si le contesto a esa persona lo que realmente quiero contestar, me estaré mostrando como realmente soy. Y eso sí da miedo. Tengo otro “enojo” que no llega a mayores. Cuando me siento bombardead­o de muchas cosas, hago caras y contesto bruscament­e. Eso no es ira. Perdonen las caras, salen solitas. Eso es un poco de desesperac­ión porque quiero resolver todo a la vez.

La ira es otra cosa a otro nivel. Te pregunto, ¿Cuáles de tus emociones reprimes? ¿Cómo lo haces? Y ¿de qué estás perdiendo? ¿Estás perdiendo tu pasión por la vida? ¿La opción de amar, de estar acompañado, de tener conversaci­ones profundas…todo por no mostrar una parte de quien realmente eres?

La ira es otra cosa a otro nivel. Te pregunto, ¿Cuáles de tus emociones reprimes?”.

Dona Wiseman, terapeuta y actriz.

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