Defensa del INE: ¿Qué sigue?
Esa es la pregunta medular después que millones de mexicanos marcharon bajo una misma consigna: “¡El INE no se toca”, en la Ciudad de México y en al menos 34 ciudades más.
Por primera ocasión, de 2018 a la fecha, la ciudadanía y los partidos políticos caminaron las calles del país para tapar con su dedo índice la grieta en el dique a punto de inundar con un régimen autoritario a nuestro México.
¿Cuánto tiempo aguantará ese dedo el torrente de millones de metros cúbicos de agua? ¿Será suficiente para detonar una alianza ciudadanía-partidos políticos con candidato único que derrotaría al candidato de Morena de 2024?
Contra toda esperanza la posibilidad está ahí, porque finalmente la oposición unida plantó cara a la aplanadora morenista. No es poca cosa: su división ha impedido aprovechar eventos que en otros países hubieran ocasionado la caída del mismo Presidente o integrantes de su gabinete legal. Ejemplos: el uso de la Fiscalía General para venganzas personales o políticas; la filtración de “Guacamaya Papers” que revela indicios de vínculos estrechos entre el Estado mexicano y el Ejército con el crimen organizado y el manejo criminal de la pandemia del COVID.
¿Podrá esa oposición unificada –ciudadanía-partidos políticos– aprovechar la defensa del INE para catapultar una alternativa a la altura de otro México posible?
Por lo pronto, la marcha causó serios estragos en la 4T: puso en evidencia la mala gestión de Claudia Sheinbaum en la Ciudad de México y bajó sus bonos como corcholata favorita de AMLO. Su torpeza política la ridiculizó al declarar “contingencia ambiental” para impedir la marcha del 13 de noviembre. Peor aún, su secretario de Gobierno, Martí Batres, agudizó la incompetencia de su jefa al asegurar que sólo 12 mil personas habían marchado ese día, cuando observadores internacionales calculan una concentración entre 750 y 800 mil manifestantes.
La marcha también causó la ira de AMLO, quien antier apuntó que los participantes de la marcha “lo hicieron a favor de los privilegios que ellos tenían antes del gobierno que represento”, e insistió para ahondar el agravio: “Lo hicieron a favor de la corrupción. Lo hicieron a favor del racismo, a favor del clasismo, de la discriminación”.
Pero la marcha le caló hondo. Tanto que, resignado ante la imposibilidad de aprobar su reforma electoral constitucional con los votos de la oposición, buscará ahora sacar una reforma electoral a partir de leyes secundarias, tal como lo hicieron con la reforma eléctrica, con los votos de Morena y sus aliados.
Las leyes secundarias permitirán el voto electrónico, la modificación de la estructura orgánica del INE, de reglas procesales y fiscalización, pero nada más.
No podrían, sin embargo, sustituir el INE por el INEC, “disminuir el número de consejeros ni el método para elegirlos”, desaparecer los 32 órganos electorales o tribunales electorales estatales. Tampoco reducirían el número de legisladores –diputados y senadores plurinominales.
¿Cómo podemos ayudar para que esa oposición unificada no quite el dedo del dique y aproveche la defensa del INE para construir una alianza que derrote a Morena en 2024?
Primero: presionemos, vía redes sociales, a nuestros diputados federales y senadores para que voten contra la reforma electoral de la 4T en el Congreso y en el Senado. Luego, presionémoslos de nuevo para que judicialicen las leyes secundarias, y derroten a la 4T de manera total. Y tercero, presionémoslos con mayor intensidad para que construyan una alianza con la ciudadanía con base en una candidatura única. Sólo así podrá nacer un atisbo de esperanza.
So pena de quitar el dedo del dique y ahogarnos. Nota: El autor es director general
del ICAI. Sus puntos de vista no representan los de la institución.