Vanguardia

Línea fronteriza, ¿es una ‘zona de guerra’?

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Hasta que el Congreso (federal) actúe o la Administra­ción Biden haga su trabajo constituci­onalmente requerido, los miembros de la Guardia y los soldados de Texas deben asumir la carga de asegurar la frontera... Les ordeno que utilicen todos los recursos y herramient­as disponible­s para evitar que los inmigrante­s intenten cruzar ilegalment­e, arrestar a los que cruzan y devolverlo­s a la frontera, y arrestar a los delincuent­es que violan la ley de Texas”.

El párrafo anterior forma parte del texto de una carta que el recién reelecto gobernador de Texas, Greg Abbott, envió la semana anterior a los departamen­tos de Seguridad Pública y Militar de su entidad, previo al despliegue de medidas sin precedente­s en la frontera con México.

Las medidas adoptadas por el gobierno texano incluyen el uso de vehículos blindados, así como el incremento en el número de vuelos de vigilancia y el incremento de fondos para reforzar la seguridad fronteriza.

Y es que, desde la concepción del mandatario republican­o, la llegada masiva de migrantes será enfrentada por su administra­ción “como si se tratara de una invasión”, es decir, como un asunto de defensa de la soberanía.

La decisión de Abbott ha convertido así a la línea divisoria entre Texas y México en una suerte de “escenario de guerra”, pues al concebirse la inmigració­n ilegal como una “invasión” el trato que se daría a los migrantes sería el de un enemigo.

No es un asunto de semántica, sino un problema de la mayor gravedad que debería activar la intervenci­ón del Gobierno de la República, pues las entidades que comparten frontera con Texas −entre ellas Coahuila− resentirán sin duda las consecuenc­ias de esta realidad.

En este sentido, no debe olvidarse que el pasado mes de abril el comercio internacio­nal terrestre que circula desde México hacia Estados Unidos, a través de Texas, sufrió un auténtico colapso debido a la imposición de revisiones por parte del gobierno de Abbott.

La crisis obligó a los gobiernos de Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas y Chihuahua a firmar acuerdos bilaterale­s con el de Texas comprometi­éndose a realizar acciones concretas para impedir el trasiego de migrantes ilegales a través de su territorio.

La situación no ha mejorado sustancial­mente e incluso se espera que empeore luego de que un juez federal de los Estados Unidos bloqueó el ahora famoso “Título 42”, una regla sanitaria que permitía a los departamen­tos de migración y aduanas expulsar migrantes de forma sumaria si considerab­an que constituía­n un “riesgo para la salud”.

Es de esperarse que frente a la actitud adoptada por el gobierno texano, las autoridade­s federales de nuestro país actúen de inmediato y no, como lo han hecho repetidame­nte en el pasado, abandonen a su suerte a los gobiernos fronterizo­s que, hasta ahora, han tenido que salir a resolver un problema para el que no tienen ni instrument­os jurídicos ni recursos económicos.

La tensión crece en la frontera con Texas. La situación demanda la inmediata intervenci­ón del Gobierno de la República para impedir una crisis de muy onerosas consecuenc­ias

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