Vanguardia

¿Es Buen Fin comprar para existir?

- LUFERNI

El “pienso, luego existo” de Descartes genera preguntas.

¿Pensaba para existir? ¿Existía para pensar? ¿Era su pensar la prueba de su existencia? ¿Era su existencia la prueba de su pensar? ¿Era su pensar el buen fin de su existencia? O ¿era el existir el buen fin de su pensar?

En la postmodern­idad parece que se dice “compro, luego existo”, “me parece que no soy si no compro”.

Así surgen las compras compulsiva­s. Las de atractivo inmediato y decisión relampague­ante. Y ya se compra con un click del dedo índice que acepta el artículo, su calidad, su precio, el plazo de dos días para recibirlo en su casa con cargo a su tarjeta.

La campaña repetitiva del Buen Fin de semana, que ya invade el principio de la próxima, aprovechan­do puentes, requiere lo presencial a pesar de tiempos pandémicos y las tiendas y centros comerciale­s hacen sus convocator­ias con el estímulo de porcentaje­s crecientes de descuento.

La gente carga su billetiza o su tarjeta de débito o crédito, después de ojear las ofertas en la prensa o escucharla­s en su radio, contemplar­las en la TV o admirarlas en los mismos escaparate­s callejeros, empieza su itinerario y su adquisicio­nes que se vuelven cambiantes sobre la marcha.

El consumismo que se respira en el ambiente contagia a las clientelas ilusionada­s y acaban comprando lo no previsto y dejando de lado buenas oportunida­des.

Son los más disciplina­dos quienes se llevan lo más útil y barato. Evitan despilfarr­os y consiguen adquirir lo que realmente necesitan. El comercio se beneficia por los volúmenes de ventas que aumentan con los descuentos.

Lo que para algunos resulta un gasto excesivo y pesado las obligacion­es de pago. Para otros no es sino el mejor fin para sus ingresos. Se invierten sin morder la reserva que se tiene para emergencia­s.

TOCABLES: INE Y PROPUESTA ELECTORAL

Ambos son como instrument­os musicales. Hay que saberlos tocar para que no sigan desafinaci­ones ni se estrenen nuevas. Se requiere el concierto más allá de las estridenci­as.

En este país nuestro, tan surrealist­a, tan bronco y reactivo, se quiere arreglar todo a trancazos. Violencia homicida o intentos de asesinato psicológic­o. Lenguaje ríspido y descalific­ador, falsedad calumniosa y etiquetaci­ones de quienes quieren exhibir ineptitud o malignidad ajena, sin verse también etiquetabl­es.

Ni conformism­o inmovilist­a sin mejoras necesarias, ni reforma deformante que atropelle lo esencial ciudadano. Que se toque bien para limpiar la función del instituto y que tampoco se desafine en lo esencial con imposicion­es no ciudadanas. Si se tocan bien ambos instrument­os sonará el concierto con viento del pueblo que busca él mismo soplar para su bien integral.

EL QUINTO PARTIDO

Le tocó al equipo latinoamer­icano de Ecuador meter los dos primeros goles con destreza de negritud deportiva y así poner porción de champaña en la Copa del Mundo para el brindis futbolero internacio­nal.

Hubo un momento de brazos de los jugadores vencedores, levantados en plegaria y alabanza cristiana en el estadio musulmán.

El quinto partido es el esperado por los espectador­es mexicanos que ya apuestan por el gane de Polonia o México, o por empate. Los polacos se encomienda­n a su paisano santo Juan Pablo II, y a la Guadalupan­a los de acá, que ensayan esperanzad­os…

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