Ulloa Donoso aborda la muerte y el exilio
Al igual que la protagonista de “Yo maté a un perro en Rumanía” (Almadía, 2022), Claudia Ulloa Donoso (Lima, 1979) conoce los avatares de la migración y ha dado clases de noruego a migrantes; conoce, además, las historias de perros, ha leído sobre ellos y trabajado en una veterinaria; pero, sobre todo, reconoce las historias del mundo: la movilidad, la soledad, la adaptación, pero también la inadaptación, la depresión y el deseo de desaparecer.
Esta escritora que acepta que hay dos temas que le apasionan: la exploración de las palabras y los misterios de la muerte, cuenta en “Yo maté a un perro en Rumanía” la historia de una mujer latinoamericana que enseña noruego a inmigrantes y que está a un paso del abismo, que sobrelleva la vida a golpe de drogas y alcohol, y que ante su caída, para “salvarla”, su mejor amigo decide llevarla consigo, de viaje, a su natal Rumanía.
“He tratado el tema de la depresión sin intención de decir ‘voy a escribir este libro para hablar de la salud mental’, pero si se tiene que hablar de la salud mental por supuesto que hablo sobre ello. Claro, la depresión es una enfermedad, me atrevo a decir, que a todos nos ha tocado en algún grado, o en algún momento... Hay gente que sale porque tiene una capacidad, hay otra gente que necesita ayuda, y hay otra gente que no necesariamente tiene que pasar por una desgracia, es una cosa del cuerpo, así que trato ese tema”, asegura la escritora.
En entrevista, durante su visita a Oaxaca, para participar en la Feria Internacional del Libro, reconoce que el tema que sí trata a mayor profundidad es el de la muerte, “ese sí fue muy consciente, pero a través del contraste de la vida, es un libro de contrastes, de claroscuros, de blancos y negros; yo quería contar la anécdota de un viaje, yo viajé a Rumanía, no tengo esa imaginación tan fuerte, fue un viaje corto, de jueves a lunes y me impresionaron estos perros callejeros y cómo sobrevivían”.
La escritora que estudió Turismo en Perú y la maestría en Lengua española en la universidad de Tromsø, Suecia, y que en 2017 fue incluida en la lista Bogotá 39, el grupo conformado por los 39 mejores escritores de ficción de América Latina menores de 40 años, asegura que se juntaron varias cosas cuando empezó este libro que arrancó por el título, “lo que siempre tuve claro fue el título, cosa que nunca había ocurrido, pero ese título lo tenía yo muy claro, yo no he matado ningún perro, pero ese título me llegó con mucha claridad; y cuando escribo si algo me llegó con mucha claridad yo me aferro a él”.
Su idea primera era simplemente narrar la historia del viaje en un cuento que partía de una anécdota “y me fui moviendo por todos estos temas y se volvió este libro, más complejo”, dice, un libro de muchos caminos porque en él tiene también un lugar muy importante el exilio, “un poco inconsciente” pero que afloraba en las conversaciones.