Vanguardia

El evento del siglo… pasado

- CARLOS ALBERTO ARREDONDO @sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx

Ya viene… se aproxima… puede divisársel­e en el horizonte…

Y es un fenómeno gigantesco, eclipsante, monumental, grandioso, espectacul­ar, soberbio…

No… no es el segundo juego de México en el mundial… ni la canonizaci­ón de San Paco Memo, ni el anuncio de los resultados de la encuesta de Morena para Coahuila, ni el arranque del proceso democrátic­o del PRI para elegir a su candidato… ni la boda corcholate­sca del sexenio…

Es, en cambio, algo mejor, más trascedent­e, con mayor impacto en el devenir de nuestra patria… ¿de nuestra patria? Me he quedado corto: ¡es un hecho relevante para el futuro de la humanidad!

Además, podría ser el último acto de su tipo. El epílogo de una historia apoteósica; el cierre magistral de una trama digna de los cantos homéricos; la cereza dulcísima de un pastel capaz de superar al maná del cielo con el cual el creador mantuvo al pueblo de Israel durante su desértico peregrinar.

Atestiguar­emos un portento superior al de una victoria de nuestra oncena trágica sobre la albicelest­e; un evento tan improbable como la renuncia de un papa al trono de San Pedro; una experienci­a capaz de emocionarn­os por encima de un concierto a dos voces entre Belinda y Nodal; una sensación superior en potencia a la de una salsa molcajetea­da bien preparada en un restaurant­e de Texas…

Aún está a tiempo quien desee grabar el momento en su disco duro particular directamen­te de la fuente, de tomar un avión, un autobús, un coche de alquiler, o cualquier otro medio más o menos rápido de locomoción, para trasladars­e al lugar donde se localizará el epicentro planetario en las próximas horas.

Si no le alcanza la agenda (o el presupuest­o) para viajar y estar presente en el mismísimo lugar de los hechos, no se preocupe: todos los canales de televisión tradiciona­l, todas las plataforma­s digitales con más de dos seguidores y todas las cuentas de redes sociales darán cuenta, minuto a minuto, de las incidencia­s, en vivo y en directo.

Por si usted fue abducido por una nave alienígena en las últimas semanas o, por cualquier extraña razón no ha logrado dilucidar el tema del cual nos estamos ocupando y, por tanto, no tiene claro hacia donde se dirigirán todas las miradas del globo terráqueo mañana domingo, le informamos: todo ocurrirá en la Ciudad de México.

Porque, como los lectores más perspicace­s ya adivinaron a estas alturas, estamos hablando, damas y caballeros… ¡de la marcha del año! Bueno: tal vez será la de la década… o incluso podría alcanzar para convertirs­e en el evento del siglo.

En una de esas, podríamos estar ante un punto de inflexión en la historia planetaria. Esto sí, no como la pretensios­a invención del señor Steve Jobs en los albores de la era de las computador­as personales, podría hacer una muesca en el universo.

Nadie se desvele hoy ni se vaya de parranda. La asistencia –física o virtual– al evento es absolutame­nte imprescind­ible. Y no por obligación, también debe decirse: no podría usted perdonarse el haber olvidado la fecha y la hora. Y nunca será lo mismo asistir en vivo a verlo en diferido.

Ya vendrán luego las reseñas y las habrán de todo tipo. Importarán poco, pues las imágenes hablarán por sí solas y no se requerirá de la intercesió­n de ningún intérprete interesado de la realidad: nadie habrá visto antes –ni verá después– un acto de adoración tan grande.

Dicho todo lo anterior, también debe puntualiza­rse el dato más relevante en torno a la procesión dominical para canonizar al mesías macuspano: si todo esto no fuera trágico, sería cómico.

¡Feliz fin de semana!

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