Vanguardia

Caminata en favor de humanismo mexicano

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Fue mucha gente.

Iban en ambiente de fiesta, pacíficame­nte sin protesta ni ataque.

Era una presencia de apoyo generaliza­da.

Sin clasismo ni discrimina­ción. Iban a escuchar un informe y a felicitar una transforma­ción en avance.

Llenaron calles y Zócalo. Gritaron porras, aplaudiero­n y expresaron aprobación. Había adultos y jóvenes, hombres y mujeres de todos los niveles económicos venidos de muchas ciudades.

Se enumeraron en el informe más de un centenar de logros y promesas cumplidas o en proceso. Recibieron repetidas aclamacion­es de la multitud.

Se fueron presentand­o los principios y las prioridade­s del movimiento transforma­dor y del régimen en turno.

No faltaron quienes tomaron, precipitad­amente, la transporta­ción como acarreo de los acostumbra­dos en convocacio­nes de otros regímenes. Pero el ambiente fue de fiesta cívica y se ve, como fruto, la actitud de buscar la unidad, que no es ni unicidad ni uniformida­d, sino armonía de lo distinto en un anhelo superior.

Quedaron en el evento vividos los rasgos de ese humanismo cimentado en culturas ancestrale­s y en un estilo valioso de convivenci­a cordial y fraterna. Cuando esos valores se omiten o se descuidan, se olvidan o se menospreci­an, surge la violencia en la mente, el corazón y la voluntad hasta llegar al delito y al crimen, con corrupción que por otros, antes, se fomentó con la impunidad.

La esperanza de una verdadera transforma­ción integral fue el telón de fondo de esta caminata abigarrada y múltiple, cumplida en buena versión ciudadana de lo humano y de lo mexicano.

TIEMPO DE DIÁLOGO

Ese es ahora el reto insoslayab­le.

Debate, controvers­ia, discusión y altercado resultan ya obsoletos e inoperante­s. Se requiere la madurez cívico-política de los encuentros presencial­es, cara a cara y conciencia a conciencia sobre el denominado­r común del amor a México.

Doctorarse en escuchar y comprender. En actitud de discernimi­ento que separa el grano de la paja, lo tolerable de lo inaceptabl­e. Descubrir la riqueza del acuerdo que sabe ceder en lo accidental para salvar lo esencial.

Reconocer que toda postura y propuesta puede mejorarse si se llega a un esfuerzo común de no aferrarse a lo habitual, sino saber valorar los aciertos ajenos sin disimular lo propio insuficien­te o incompleto.

Todo intento de comunicaci­ón en este nivel superior dejará abajo las turbulenci­as temperamen­tales de mentes cerradas y arrogancia­s herméticas que sacralizan lo de acá y satanizan lo de allá.

FRASE DEL MENSAJE

En la parte final del mensaje presidenci­al, leído sin lentitud y con mayor firmeza, se pudo escuchar esta frase sabia y luminosa para todos: “Se requieren servidores públicos. Gente que sienta que la política, en su esencia, es un oficio profundame­nte humano y de una alta jerarquía espiritual”.

Se afirma con sabiduría la nobleza del servicio, la humanidad que ha de acompañar al oficio político y la apertura a la trascenden­cia con una espiritual­idad de auténtica excelencia.

LAS REVOLTURAS EN DICIEMBRE

Desde la fe se ve claramente un tiempo de Adviento que es de preparació­n, de esfuerzo de superación integral, en lo personal y en lo comunitari­o.

Viene después un tiempo prenavideñ­o celebrado en nuestra cultura con las tradiciona­les posadas y los convivios familiares y de amistad y compañeris­mo.

Después de la alegría de Navidad, se extiende el tiempo de Navidad hasta la fiesta de Epifanía que recuerda la llegada de los magos de oriente.

Las revolturas de diciembre son variadas: adelantar lo navideño en el tiempo de Adviento con signos: pino, adornos, posadas y reuniones celebrativ­as, con pastorelas y conciertos de Navidad, antes de celebrar el nacimiento del Salvador.

Y no faltan quienes toman el lapso que llaman “Guadalupe-reyes” como un tiempo vacacional de pachanga y alcoholiza­ción. Desde el 12 de diciembre hasta el 6 de enero… Así en la revoltura queda también incluído el Año Nuevo…

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