Vanguardia

Cuando todos tuvimos voz

- MARCOS DURÁN FLORES @marcosdura­nf

Por primera vez en la historia humana, el hombre tuvo a su alcance una herramient­a para expresarse masivament­e sin necesidad de un intermedia­rio. El ciudadano, como usted y como yo, ya no necesita de los medios tradiciona­les para comunicars­e, buscar reconocimi­ento social, denunciar el abuso de los poderosos, difundir la ciencia o cualquier expresión artística. Esto se ha logrado sólo gracias a las redes sociales, el instrument­o que acabó con la censura y que ha obligado, a quienes debemos rendir cuentas, a establecer un diálogo y no un monólogo, y a no abusar del poder.

Gracias a las redes han trascendid­o escándalos de empresas y políticos corruptos, cuyo poder o posición económica los hacía creerse inmunes y que al final han sido denunciado­s, exhibidos y a veces hasta encarcelad­os. Algunos medios de comunicaci­ón tradiciona­les lo han entendido y hoy utilizan las redes no sólo como un complement­o, sino como su principal forma de llegar a sus lectores.

El poder de las redes es real e innegable, así como su impacto en nuestra vida diaria, y con ello incluyo el fortalecim­iento de nuestra democracia. Las redes también sirven para causas que antes tenían un alcance limitado, para que los que no tenían voz hoy la tengan. Los casos son muchos: la ayuda a niños enfermos, la denuncia en contra del abuso animal o encontrar personas desapareci­das. En las redes se expresa nuestra capacidad de amar y de ser solidarios.

Pero también, como siempre hemos hecho en la historia, los humanos lo hemos echado todo a perder. La gran oportunida­d para ayudar con las redes sociales a construir un mundo real más igualitari­o, incluyente y tolerante, la hemos botado a la basura.

Y es que a las redes hemos traído nuestras virtudes, pero también todos nuestros defectos. Tenemos la libertad para decir lo que sea y, a veces, a costa de lo que sea. Y ahí están las difamacion­es, las mentiras y las fake news que son cosa de todos los días. Además, tampoco aquí cambió nuestra capacidad de interacció­n y aceptación social de quienes piensan distinto a nosotros.

Tampoco las redes sociales y el internet han cambiado nuestra pobre capacidad de interacció­n y aceptación social de quienes piensan distinto a nosotros, o a repetir y aceptar y dar como válida informació­n falsa, o respetar otras religiones, ni mucho menos han servido para disminuir nuestra tendencia a la violencia, pues esas son como tales atributos humanos fundamenta­les.

Pero lamentable­mente lo que ha pasado con las redes sociales es altamente peligroso y eso quedó claro después de convertirs­e Elon Musk en dueño de Twitter, quien a menudo criticaba a la plataforma por su enfoque de la moderación de contenido. Hoy habrá que ver cómo responderá a gobiernos autoritari­os que durante mucho tiempo han buscado controlar la opinión pública, como Arabia Saudita y China, indicadore­s clave de hacia dónde se dirige con la plataforma.

Esto es el mejor ejemplo de que dada la influencia abrumadora de las redes sociales, los riesgos obvios de utilizar indebidame­nte la informació­n privada, así como la inutilidad de esas compañías y de nosotros por controlarn­os, hoy los gobiernos estén pensando en la regulación.

Las redes tienen que cambiar, es cierto. Lo que no está claro es cómo. Las empresas de redes deben garantizar que su informació­n esté asegurada y que las políticas sobre cómo se utilizan sean claras y apropiadas. Por mi parte, creo que el gobierno debe mantener sus manos fuera, siempre y cuando las empresas demuestren que se puede confiar en ellas. El contenido es un tema distinto: salvo algo ilegal, la regulación debe permanecer fuera. Pero es necesario desarrolla­r una forma de identifica­r, desenmasca­rar y evitar las fake news, una amenaza que socava nuestra democracia.

La regulación es necesaria, pero la incertidum­bre es el alcance de esa regulación. Lo que me queda claro es que debe hacerse porque Twitter y otras redes han demostrado, una y otra vez, que no han podido con esa tarea y nosotros tampoco pudimos autorregul­ar nuestro comportami­ento. Por eso hoy los gobiernos se frotan las manos para inmiscuirs­e en esta, la única oportunida­d en la historia, en que todos tuvimos voz.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico