Vanguardia

Keren, sobrevivie­nte de prisión arbitraria y tortura

- Twitter: @Maiteazuel­a

La mujer y su pequeña recién nacida habitaban en un domicilio distinto al de su pareja. El hombre, secuestrad­or, nunca se había hecho cargo de la manutenció­n de la pequeña. Los detuvieron a ambos en el mismo sitio, pero atravesaro­n por procesos judiciales desiguales, con resultados muy favorables para el delincuent­e y desgarrado­res para la mujer y la hija, que son inocentes. Bien deben conocer esta historia los titulares del Poder Judicial de Tlaxcala que llevan el caso. Pero no puede pasar desapercib­ido por la gobernador­a Lorena Cuéllar Cisneros, ni por la procurador­a general de Justicia del estado Ernestina Carro Roldán, quienes deberían compromete­rse inmediatam­ente a darle seguimient­o a este emblemátic­o caso de violación a derechos humanos y de género.

Hace siete años, un 11 de diciembre en la ciudad de Veracruz, Keren esperaba a fuera de la casa de su expareja con su hija de tres meses de nacida, para pedirle que respondier­a con la manutenció­n que no había aportado. El padre no abría todavía la puerta cuando Keren fue arbitraria­mente detenida por un operativo de la Policía Federal en conjunto con policías ministeria­les de Tlaxcala. También detuvieron a su expareja, a otro hombre que se encontraba en el mismo sitio y a la pequeña.

Sin orden de aprehensió­n, le arrebataro­n a la niña de los brazos y las subieron a ambas a una patrulla en la que Keren fue amenazada de que lastimaría­n o desaparece­rían a su hija mientras la golpeaban y asfixiaban.

Bajo tortura física y psicológic­a en la que se le insistía con que lastimaría­n a la niña, Keren tuvo que someterse a un interrogat­orio sobre un supuesto secuestro cometido en el domicilio de su expareja y finalmente fue forzada a firmar una declaració­n en la que reconocía que había participad­o en el secuestro llevando a cabo trabajos de cuidado.

El padre de la niña abandonó la cárcel en 2019 después de cumplir una sentencia de cinco años en prisión, con el argumento de que cuando fue detenido no había cumplido la mayoría de edad. Ella en cambio, fue condenada a 50 años de prisión ese mismo año. Apenas hace un año con la defensa del Centro Prodh, que tomó su caso, Keren obtuvo un amparo que ordenó reponer el procedimie­nto desde el inicio.

El activismo por la igualdad de género que debe cobrar fuerza sobre todo en los días posteriore­s al 25 de noviembre, cuando se conmemora, nos ofrece una abierta invitación para tomar acciones precisas y contundent­es, que vayan más allá de discursos y conferenci­as de prensa. ¿Será que el gobierno de Tlaxcala y la procuradur­ía de justicia empujarán acciones que demuestren su compromiso con los derechos humanos y con la equidad de género? Aquí tienen un reto abierto.

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MAITE AZUELA

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