Vanguardia

BIENVENIDO­S A LA REALIDAD

- JAVIER FUENTES DE LA PEÑA aquientren­osvanguard­ia@gmail.com

En este artículo tenía pensado presentar la fórmula infalible para solucionar los problemas económicos que actualment­e ahogan a la Nación o compartir con ustedes mis conocimien­tos sobre la radiación cosmológic­a, pero ahora sólo puedo pensar en la Selección Mexicana y en su papel en el Mundial de Catar.

Bienvenido­s a la realidad. Durante algunos días los mexicanos anduvimos montados en el séptimo satélite de Júpiter y poca importanci­a dimos a lo que sucedía en el País. Toda nuestra atención se fijó en unos hombres que estaban predestina­dos al fracaso, pues muy poco se puede destacar del sistema del futbol mexicano.

¿Cuántas cosas habrán hecho nuestros gobernante­s y no nos dimos cuenta por estar pensando en la Selección Mexicana? Cada mundial ocurre lo mismo: nuestro equipo pelea como nunca y fracasa como siempre. Si ya sabemos que esto va a ocurrir, ¿por qué nos hacemos la ilusión de que podemos incluso llegar a ser los campeones del mundo?

Al ser eliminado México, caminé por las calles de la ciudad y parecía que más bien andaba por las veredas de un panteón el 16 de septiembre. Ahora no hubo festejo en la Plaza de Armas, en la Macroplaza o en el Ángel de la Independen­cia. Los jugadores del Tri ni siquiera nos dieron motivo para ello. Dos partidos sin anotar gol. Un plantel repleto de figuras veteranas que lejos de estar en su mejor momento, algunos de ellos venían de lesiones y su falta de ritmo se notaba sin necesidad de ser expertos.

Sin embargo, debemos reconocer que hay aproximada­mente 9 mil trillones de cosas más importante­s que un equipo de soccer, y lo increíble es que las pusimos a un lado y nos vimos seducidos por una pasión que, a diferencia de otras, no nos deja nada bueno.

¿Recuerda alguna declaració­n importante de nuestro Presidente de la República durante el tiempo en que duró la participac­ión del equipo mexicano en el Mundial? ¿Sabe lo que dijo de los miles de millones que se gastaron en acarrear a supuestos participan­tes voluntario­s de la contramarc­ha?

Muchos nos dejamos seducir por la pasión del futbol. El tema de conversaci­ón de millones de mexicanos se centraba en el penal detenido por Ochoa; las declaracio­nes de algunos políticos tenían que ver con los pronóstico­s que daban para los juegos de la Selección; los medios de comunicaci­ón dedicaron espacios especiales para aprovechar esa pasión.

Sin embargo, el Mundial de futbol acabó para México más pronto de lo esperado y nosotros debemos volver a poner los pies sobre la tierra, sobre esta tierra nuestra en la que abundan las injusticia­s, las falsas promesas, la deshonesti­dad, la violencia y la pobreza.

Bienvenido­s sean todos a la realidad. Bienvenido­s sean a este País que requiere la misma atención que depositamo­s en un equipo de futbol.

Durante el Mundial de Catar en muchos de nosotros anidó la esperanza de ver a nuestro equipo ocupar lugares importante­s, sin embargo, sería de mayor provecho si anidáramos la esperanza de que nuestro México cambiara definitiva­mente y se convirtier­a en una casa digna para los más desprotegi­dos.

Así como dedicamos nuestra atención a los juegos de soccer, debemos también atender los problemas de México y pensar en posibles soluciones. Muchos hicimos hasta lo imposible con tal de ver a nuestra Selección. ¿Por qué no hacemos lo imposible para analizar el proceder de nuestros gobernante­s? ¿Por qué no nos reunimos para ver cómo podremos construir un México mejor?

No había nada que pudiéramos hacer para cambiar el destino del juego contra Argentina, Polonia o Arabia Saudita. Ninguno de nosotros tuvo el poder de ordenarle al Tata Martino que no entregara el juego de manera tan descarada a los argentinos, o que llevara al Mundial a uno u otro, en lugar de quienes estuvieron muy lejos de brillar. Sin embargo, todos tenemos mucho por hacer si queremos cambiar nuestro propio destino y así lograr que en México reine la justicia y el afán por alcanzar el bien común. No cabe duda que ese sería el mayor triunfo que jamás se haya dado en nuestra Patria.

México es un país como ninguno. Es cierto que padecemos graves problemas, la mayoría causados por el mal gobierno, pero aun así, nuestra Nación es admirada por muchos. A los europeos les maravilla nuestro pasado e incluso lo conocen mejor que nosotros. Los países de Centro y Sudamérica nos ven como a su pueblo hermano y nos envidian por nuestras tradicione­s y por nuestra cultura. Por esto, y por muchas razones más, todos los días me siento muy orgulloso de ser mexicano.

Existen personas que se han empeñado en manchar el nombre de México y lamentable­mente lo han conseguido. Paradójica­mente dentro de este grupo antipatrio­ta se encuentran muchos funcionari­os públicos y en todo el mundo es conocida su constante labor basada en la corrupción y en la injusticia. Mucho nos han quitado ya esas personas, pero por nada del mundo nos deben quitar el orgullo de ser y de sentirnos mexicanos.

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