“Ningún hombre es una isla”
Llegó el momento de tomar una de tantas decisiones que me andaban y me andan rondando. Pensé mucho sobre el tema, las posibilidades, los pros y contras, mis reacciones emocionales, mi deseo de proteger a los míos, el miedo, los posibles peligros. Puedo decir con toda seguridad que mis reacciones iniciales y mis impulsos emocionales estaban equivocados. Entonces decidí otra cosa. Digamos que enfrié mi cabeza y sin tanta interferencia de ideas y sentimientos, vi que había una respuesta que aporta un ganar-ganar.
El ganar-ganar implica que nos cuidemos entre todos. Es un tanto idealista, y también un tanto ingenuo. Soy las dos cosas. Sin embargo, me di cuenta de que, si no me acerco a la posibilidad de acuerdos y trabajo en equipo, o en comunidad, eso que me suena tan deseable definitivamente no sucederá, ni en pequeña ni en gran escala. Y por hoy quiero los beneficios que pueda aportar cuidar lo mío de una manera más colaborativa y menos competitiva.
Entonces aplica el flojita y cooperando, no porque me prestaré a que alguien abuse de mí, sino porque no tengo ya la energía que he malgastado toda la vida en sostenerme en contra de la colaboración. Darwin no dijo que el fuerte sobrevive. Si fuera verdad eso, yo no tendría broncas de ningún tipo en esta vida. Darwin habló de la supervivencia del que colabora y se adapta. Hoy me he adaptado. Confieso que siento una especie de alivio, y la esperanza de éxito para mí y para los míos y para otros. Como dijo John Donne, “Ningún hombre es una isla.”