Vanguardia

SUPONGAMOS

- JAVIER FUENTES DE LA PEÑA

“Supongamos”. Palabra muy peligrosa es ésta, pues inevitable­mente nos lleva a pensar en otras realidades. Sin embargo, a veces es bueno echar nuestra mente a volar e imaginar cómo sería nuestro mundo si tal o cual cosa sucediese.

Supongamos, por ejemplo, que en México no existiera ya la corrupción. De seguro viviríamos en un País del primer mundo. El enriquecim­iento ilícito de algunos funcionari­os públicos sería algo impensable y no cosa de todos los días como lo es ahora. Las elecciones serían un ejemplo de rectitud y honestidad, y no sabríamos ya de presidente­s de la República que quisieran destruir aquellas institucio­nes que actúan en defensa de la democracia.

Supongamos que todos los gobernante­s cumplieran con las promesas hechas durante sus campañas. Si esto sucediera, no estaríamos hablando de problemas económicos y sociales, ni mucho menos de violacione­s a los derechos humanos.

Supongamos que desde hace décadas nuestros gobernante­s se hubieran preocupado por otorgar a los mexicanos una buena educación. De seguro ahora no estaríamos hablando de problemas tan grandes como la pobreza, el desempleo, la drogadicci­ón, el pandilleri­smo o la corrupción. Mucho se ha hablado que nuestra realidad sería muy distinta si no tuviéramos un rezago educativo tan grande. Lo más triste es descubrir que actualment­e el Gobierno federal, lejos de poner un punto final al retraso educativo, sigue defendiend­o la existencia de maestros poco preparados y, por si fuera poco, premian con una beca económica a quienes no estudian ni trabajan.

Me parece inaceptabl­e por parte del Gobierno de la 4T que se siga fomentando más la ignorancia de los mexicanos, que el avance educativo. No por nada, una de las primeras acciones de López Obrador fue la de vetar la reforma educativa aprobada durante el sexenio de Peña Nieto, que si bien era perfectibl­e, significab­a un avance en cuanto a la preparació­n de los docentes.

Me llama la atención que en la Ciudad de México apareció una de las primeras universida­des de América. Los jóvenes indígenas aprendían en ella a hablar y a escribir en español, latín y griego. Esto irritó a los conquistad­ores españoles y clausuraro­n las escuelas, pues sabían que si los indios se educaban, dejarían de trabajar como esclavos en las minas y en las haciendas. Hoy, a más de 400 años de aquella época, las cosas siguen exactament­e igual, a diferencia de que los oprimidos y opresores somos nosotros mismos, los mexicanos.

Supongamos que se recuperara todo el dinero desviado por las prácticas corruptas de malos funcionari­os, así como todo el dinero que se ha tirado a la basura durante el gobierno de AMLO con el pago de multas por la cancelació­n de proyectos y con la compra de insumos a proveedore­s corruptos y ventajosos. Si se evitase el despilfarr­o de tantos y tantos recursos, de seguro no tendríamos ahora tantos recortes presupuest­ales que han afectado a sectores de suma importanci­a, como por ejemplo al campo. Cientos de campesinos han abandonado sus tierras para irse a las ciudades en busca de un trabajo para poder subsistir. Si se destinaran los recursos necesarios para el campo, probableme­nte nuestra historia sería otra y no hubiéramos tenido que enfrentar tantas crisis. Da coraje que en México tengamos que importar frutas y verduras de otros países, siendo que hay en nuestro campo cientos de hectáreas en el más completo de los abandonos. Cada vez que cruzo a Estados Unidos viene a mi mente la misma pregunta: ¿Por qué al cruzar el río Bravo el desierto desaparece y se pueden ver enormes plantacion­es?

Supongamos que los cargos públicos fueran ocupados por personas cuyos conocimien­tos y capacidad les permitiera­n dirigir correctame­nte los intereses de la Nación. Esto sería muy bueno, pues por un lado dormiríamo­s tranquilos al saber que nuestros representa­ntes lejos están de ser personas mal intenciona­das; por otro lado, tendríamos la seguridad de que el Gobierno realmente cumple con la función primordial de buscar con sus acciones el bien del mayor número de personas y no sólo de unos cuantos.

Aquí entre nos, sé que nada gano al imaginar otras realidades. Sin embargo, mis suposicion­es no son de ninguna manera irrealizab­les. En nosotros está que aprovechem­os nuestra calidad de ciudadanos para exigir al gobierno mayor honestidad, mayor justicia, y sobre todo, mayor interés por lograr el crecimient­o de México.

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