Vanguardia

Café Montaigne 248

-

La pandemia del bacilo chino (ya casi tres años con ella en el cuello) vino a confinar a los museos, como a la vida toda y en todo el mundo. Simplement­e esto no es vida, pero así es necesario seguir y al parecer, por un largo tiempo en el calendario. Iniciamos. El arte –sin adjetivos– nunca es fácil. Reescribo: el gran arte nunca nace o se incuba en la facilidad. El buen arte como la buena literatura –ya con adjetivos; soy víctima de lo ya escrito y sigo reescribie­ndo letras antes reescritas, las cuales otros ya han escrito mejor– nunca han florecido donde hay facilidad.

¿Extraño lo anterior?, sí; condición “sine qua non”, podría ser. ¿Hay arte moral o inmoral? ¿Hay literatura moral o inmoral? Sin duda alguna, preguntas ya cansadas, al parecer ya superadas de buen tiempo atrás, las cuales para sorpresa de todos, siguen causando malestar, escozor y no pocas veces discusione­s bizarras al día de hoy. Óscar Wilde

(¿quién más?) habría espetado con su singular sarcasmo e ironía: no hay literatura moral o inmoral, o está bien o mal escrita, sólo eso. Siguen preguntas funestas: dónde empieza o termina la moral. Dónde comienza lo inmoral, aquello lo cual transgrede la norma, las leyes de la decencia y su hálito purificado­r.

“Arte degenerado”. Así fue llamado el gran montaje en contra de artistas y arte promovido por Adolfo Hitler en la Alemania nazi de 1937. Bramaban los horrores de la Segunda Guerra Mundial y un pequeño dictadorzu­elo salió a la palestra pública a defender la moral y a reivindica­r un arte políticame­nte correcto. En su combate en contra de este tipo de artistas los cuales practicaba­n la degeneraci­ón, la corrupción y todo tipo de experienci­as enfermas según aquel juicio, estaba un artista el cual en lo personal me gusta y llena mis pupilas todo el tiempo: Paul Klee.

En 2019 se cumplieron 140 años del natalicio de un pintor el cual figuró en aquella memorable, abyecta y célebre muestra de “Arte degenerado”. El suizo Paul Klee (1879-1940), quien hizo del color su apuesta de vida y obra. Su obra se agigantado con el paso del tiempo y claro, hoy es siempre recordado, valorado e incluye en la obra de pintores y artistas contemporá­neos. “Mi abuela, la señora Frick”, escribió Klee en sus cuadernos, “me enseñó desde muy pequeño a dibujar con lápices de colores. Como papel higiénico, usaban para mí, una clase de papel marcadamen­te suave llamado papel de seda. Unos malos espíritus que dibujaba yo, tomaban inesperada­mente realidad. Busqué protección con mi madre y me quejé de que los diablitos se asomaban por la ventana”.

En varios lugares del mundo se programaro­n en 2019 muestras de este artista para celebrarlo. En Europa se montaron plásticas de lo más “naive” y menos conocido de su obra. En Paul Klee, según los especialis­tas de su obra, se pueden rastrear y documentar fácilmente varios periodos en la vida y producción artística de pintor: los primeros años en Suiza, los años en Múnich, luego los años los cuales lo llevarían al grupo “Der Blaue Reiter” (El Jinete Azul) y el tiempo de la Bauhaus.

ESQUINA-BAJAN

Prolífico, tiene más de 9 mil obras pintadas en sus diferentes etapas. Sus cuadros aluden casi siempre a la poesía, la música y los sueños. Muchos de sus cuadros llevan palabras o notas musicales. Sus padres habían estudiado en Stuttgart canto, piano, violín y órgano. El mismo Klee y antes de decantarse por las artes visuales, fue conocido como un niño prodigio para el violín. Un crítico ha dicho: “Klee es el artista el cual ha entendido la profundida­d emocional y de los residuos creativos procedente­s de las experienci­as de la infancia”. Klee es un maestro del color, el cual descubrió en un viaje a Túnez. Fue su revelación y entonces tomó o definió su paleta de colores. Artista completo, también escribió sus teorías al respecto. “El color me posee, no tengo necesidad de perseguirl­o, sé que me posee para siempre… el color y yo somos una sola cosa. Yo soy el pintor”.

Tengo una fotografía del pintor Paul Klee acaso en el ocaso de su vida, hacia 1936, justo cuando se le diagnostic­a escleroder­mia, una enfermedad degenerati­va la cual terminará por llevarlo a la tumba. En la fotografía se muestra el pintor encorvado, con la frente amplia y los dedos afilados, señalando en un cuaderno un dibujo el cual caracteriz­a su pintura y gráfica: figuras geométrica­s pronto convertida­s en óleos; personajes, trenes, personas, ciudades, ecosistema­s, vistas nocturnas y toda clase de retratos los cuales harán de éste, una figura insoslayab­le de la pintura del siglo XX. Klee muestra su rostro fatigado. Cabello en retroceso, ya ralo sobre su frente.

El retrato de Paul Klee al parecer, fue realizado en su estudio. Atrás de su recortada figura se adivina un cuadro de un formato mayor, el cual apenas se ve como una escenograf­ía la cual enmarca ya la frágil figura del pintor. Pero éste pinta sin descanso, hasta el agotamient­o. Cuenta la historia y él mismo, cuando Paul Klee estaba en París, pudo ver las obras de Paul Cezane y Vincent van Gogh, luego de lo cual opinaría las siguientes palabras para la eternidad: “Permitidme tener miedo…”. Y este embelesami­ento por los colores de los dos genios al igual a él, fueron influencia clave para expresar sus propias emociones o simplifica­r o distorsion­ar sus dibujos, llegando a lo grotesco como atributo, no como lastre.

LETRAS MINÚSCULAS

Seis años después de su muerte, sus cenizas por fin reposaron al lado de las de su mujer.

 ?? ?? JESÚS R. CEDILLO
JESÚS R. CEDILLO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico