Fabricación de armas en impresoras 3D, un peligro para México
En Europa se ha generado una alerta por la proliferación de armas fabricadas por particulares, sin control alguno, mediante impresoras 3D, las cuales pueden llegar a manos de grupos terroristas o de organizaciones criminales. Ello ha prendido las alertas en México, debido al riesgo que implica que los cárteles de la droga puedan contar con nuevas fuentes de provisión de armas, utilizando la tecnología.
Hasta el momento las autoridades han minimizado el riesgo arguyendo que el uso de impresoras 3D no ha proliferado en nuestro país, pero lo cierto es que si alguien tiene el poder adquisitivo para comprar las mejores impresoras 3D son las organizaciones criminales, de hecho, ello les ahorraría dinero porque actualmente invierten mucho en traficar armas de lo Estados Unidos o comprarlas a policías y soldados corruptos.
La impresión 3D ha avanzado mucho, se puede imprimir cualquier pieza con un alto nivel de precisión en casi cualquier material, incluidos diferentes metales, plásticos y otros componentes, por ende, es posible imprimir armas automáticas, cuyos planos y diagramas ya se compran en la dark web, por tanto, no estamos frente a un riesgo futuro, sino a uno presente.
De hecho, en México ya se tienen antecedentes de impresión de piezas de armas desde 2015 en impresoras 3D en metal, por parte del Cártel Jalisco Nueva Generación, las cuales en ese momento no eran tan sofisticadas, pero es iluso pensar que esta y otras organizaciones no hayan seguido experimentando para lograr armas completamente funcionales, que actualmente ya estén en uso. Solo basta ver el avance y la inversión que han hecho en el desarrollo propio de vehículos blindados.
El gran peligro de la producción de armas 3D es su dificultad para rastrear su fabricación, porque una impresora puede entrar al país y justificar que la misma será utilizada para fabricar piezas industriales de metal y perfectamente utilizarse para crear armas, lo mismo pasa con los componentes, es decir, la mayoría de los metales que se utilizan en la armas, también se usan en piezas industriales, por lo que controlar la venta e ingreso al país de las impresoras o de los materiales resulta imposible, sin afectar industrias como: la automotriz, autopartes, maquinaria, electrodomésticos, aeronáutica, tecnología, transporte y en general las industrias de la transformación y la manufactura.
Debido a que no se pueden rastrear las armas, se pueden fabricar en cualquier lugar, incluso en complejos industriales, lo que podría propiciar un aumento desmedido y peligroso de la cantidad de armas en el futuro para nuestro país.
Por ende, se trata de un problema que ya no se puede ignorar y tanto la Sedena, la Guardia Nacional y la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, deberían de atender de inmediato y crear grupos de inteligencia especializada en el rastreo y neutralización de puntos de producción de armas por parte de las organizaciones criminales, antes de que sea un problema que no se pueda contener.