Vanguardia

LA CONTINUIDA­D, ANHELO ESQUIVO

FEDERICO BERRUETO PRUNEDA

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Sorprende la facilidad con la que el presidente López Obrador dice lo que piensa, especialme­nte por las consecuenc­ias negativas para su propia causa; aunque él cree lo contrario, que es la mejor manera de darle fuerza a su proyecto político y de paso acreditar que él no es como los de antes. Y en eso tiene razón, es más, no es como los políticos, buenos y malos, del pasado o del presente, su comportami­ento es propio al de un líder religioso por su apego a verdades reveladas, su desdén a la evidencia y desencuent­ro con la realidad. La fe por encima de la razón. Sin duda, el presidente López Obrador no es como Cárdenas o Benito Juárez y sí un poco como Madero, pero sólo un poco; Andrés Manuel es naturalmen­te desconfiad­o y muy distante de la ingenuidad.

Cada presidente ha resuelto a su modo la continuida­d. La apuesta de todos, incluso de López Obrador ha sido la Constituci­ón. Se supone que lo allí incorporad­o pasa la prueba del tiempo y sus vicisitude­s como son la alternanci­a. El presidente de ahora desconfía de ello por su maximalism­o político, es decir, que para él lo común es que un proyecto, el de él, arrolle con todo y todos. Para él es normal, deseable y posible, que una fuerza política con ascendient­e popular tenga la capacidad para cambiar por sí misma la Constituci­ón.

Un poder sin barreras es la aspiración de todo proyecto, pero es el camino al autoritari­smo. La democracia impone límites, por una parte, el constituci­onalismo, por la otra, la división de podres y la función de los órganos autónomos. Para el presidente López Obrador la clave está en la conformaci­ón hegemónica del poder público, esto es, ganar la presidenci­a, la mayoría calificada en el Congreso y en los poderes locales y desde allí someter a la diversidad política e institucio­nal.

La obsesión por la reforma electoral segurament­e mucho tiene que ver con la aspiración maximalist­a. El presidente ha aludido no sólo al triunfo en la elección presidenci­al, también en el Poder Legislativ­o, aunque para ello requiere de una supuesta coalición ya que una fuerza política por sí misma no puede tener más de 60% de las curules en la Cámara de Diputados. La coalición no es tal porque los partidos asociados son despojados de proyecto propio.

El presidente no confía que la Constituci­ón sea garantía de continuida­d porque él mismo ha sido un decidido contra reformador. A pesar de los múltiples cambios constituci­onales, lo más significad­o de su legado ha sido revertir lo que se ha hecho, así es en la Constituci­ón y en el gobierno. Confió que la elección intermedia habría de ratificarl­e el mandato maximalist­a y resultó un triunfo de la pluralidad. Morena perdió la mayoría absoluta, aunque no su capacidad para controlar a sus socios.

En la aspiración de la continuida­d la lucha es más frontal, más amplia y profunda porque se requiere arrollar en las elecciones. Tres temas la vuelven inviable: primero, la dificultad para repetir el mapa de poder de la elección de 2018, a pesar del apoyo popular al presidente y del deterioro político en la oposición, la inercia social apunta hacia el regreso de la pluralidad. Segundo, el agotamient­o de la polarizaci­ón; aún bajo el triunfo de Morena en 2024 la forma de gobernar propio de López Obrador no sólo es irrepetibl­e, también es políticame­nte disfuncion­al, aún más si prevalece la pluralidad en el Congreso.

Tercero, la imposibili­dad de la experienci­a del maximato, esto es, el poder de dirección política independie­nte del presidente. El callismo correspond­e a una realidad específica, muy diferente a la actual especialme­nte porque el poder político se asociaba al control del Ejército. A pesar de los cambios no se ha alterado lo fundamenta­l: la condición de las fuerzas militares como una institució­n leal al presidente de la República.

En el contexto actual la continuida­d a la que se puede aspirar no va más allá que la de impulsar y propiciar las condicione­s que lleven al triunfo de Morena en la elección presidenci­al de 2024. De los aspirantes del régimen quien lleva ventaja en las encuestas, Claudia Sheinbaum es notoriamen­te distinta en origen, trayectori­a y formación política. En todo caso Adán Augusto tiene mayores atributos de identidad o afinidad. Conforme pasa el tiempo la experienci­a obradorist­a se advierte irrepetibl­e y la continuida­d anhelo esquivo.

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