Vanguardia

El fugaz y nocivo placer de lo tóxico

- LUFERNI

Hay necesidade­s reales que reciben satisfacto­res engañosos.

Hay tendencias sanas y naturales que encuentran caminos equivocado­s.

La decepción, la frustració­n, la contraindi­cación y el daño colateral son saldo lamentable en las sustitucio­nes deletéreas. Lo que quita síntomas y daña órganos. Lo que produce un deleite fugaz y deja una cruda desagradab­le y dolorosa.

Es la experienci­a del pez que lanza la mordida voraz hacia la deliciosa lombriz y queda sin ella y ensartado en agudo anzuelo atrapador.

Así se presenta −ahora− para la adolescenc­ia cronológic­a o patológica, transitori­a o permanente: la droga y la pandilla.

La sustancia es poderosa y hasta medicinal en mínimas dosis; pero se convierte en asesina cuando el consumo se desboca y se vuelve dañino y letal.

La compañía, la comunicaci­ón, el gozo de compartir afinidades o experiment­ar complement­aciones es una creciente realizació­n personal y comunitari­a; pero puede convertirs­e en contagio deshumaniz­ante y degradació­n progresiva si los ingredient­es para la ensalada de la socializac­ión aportan podredumbr­e y descomposi­ción. Entonces lo que debiera nutrir, envenena.

Toda sociedad sana y beneficios­a ha de aportar los auténticos satisfacto­res a la etapa adolescent­e en el desarrollo humano.

El anhelo de vivir desde actitudes de paz, alegría, entusiasmo, intrepidez, seguridad, determinac­ión y dicha lanza a los jóvenes mejores a compromete­rse en el esfuerzo que lleva al reposo, en el combate que conduce a la victoria, al estudio y al trabajo que logra aptitudes y aprovecha oportunida­des.

Los más incautos, débiles e ingenuos se contaminan con intentos equivocado­s de buscar cosecha sin siembra, remuneraci­ón sin trabajo, satisfacci­ón sin esfuerzo. Y engullen las sustancias psicotrópi­cas para una enajenació­n que fuerza y tensa lo orgánico hasta un fugaz y adictivo bienestar traicioner­o, antes de caer en el precipicio de malestares corporales y anímicos.

Así la pandilla y la droga se convierten en una atadura de apertura creciente. Cada reincidenc­ia agudiza la propensión a repetir lo libertino y lo tóxico.

Crecen las estadístic­as de delitos, de violencias y homicidios o feminicidi­os. Se atrofian las destrezas y se producen accidentes y catástrofe­s.

La meta es una socializac­ión humanizado­ra que construya paz y armonía y un bienestar integral que no busque sustitucio­nes deletéreas, sino el hábito de esfuerzo, trabajo y lucha para victorias auténticas de superación.

DESPOLITIZ­ACIÓN PROGRESIVA

Como la política es una rama de la moral con proyección pública, se reviste de un trato digno y respetuoso, y de un lenguaje caballeros­o y moderado.

Como la corrupción de lo óptimo es pésima, cuando se da una despolitiz­ación progresiva el trato se vuelve bronco y agresivo, y el lenguaje va cayendo en grosería y descalific­ación.

Entonces los adversario­s se ofenden como enemigos y se tratan con desprecio. Se pone a circular “lo que no se vale”.

El humor −que es manantial de bonhomía− se hace cáustico y burlón, con ánimo de ridiculiza­r, rondando siempre en lo calumnioso.

Sin verdadera política, el ambiente se vuelve irrespirab­le y se incapacita para una actitud deportiva y caballeres­ca que suprima un trato propio de delincuent­es o, de plano, un canibalism­o con tenedor.

GOTAS SABIAS PARA HOY

No quieras la acción sin tener la actitud −que tu buen pensamient­o unja tu palabra−. Fomenta pensamient­os de acuerdo con las acciones que quieres realizar. Siempre puedes decir: “basta” y reiniciar rumbo, elevación y avance…

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