El fugaz y nocivo placer de lo tóxico
Hay necesidades reales que reciben satisfactores engañosos.
Hay tendencias sanas y naturales que encuentran caminos equivocados.
La decepción, la frustración, la contraindicación y el daño colateral son saldo lamentable en las sustituciones deletéreas. Lo que quita síntomas y daña órganos. Lo que produce un deleite fugaz y deja una cruda desagradable y dolorosa.
Es la experiencia del pez que lanza la mordida voraz hacia la deliciosa lombriz y queda sin ella y ensartado en agudo anzuelo atrapador.
Así se presenta −ahora− para la adolescencia cronológica o patológica, transitoria o permanente: la droga y la pandilla.
La sustancia es poderosa y hasta medicinal en mínimas dosis; pero se convierte en asesina cuando el consumo se desboca y se vuelve dañino y letal.
La compañía, la comunicación, el gozo de compartir afinidades o experimentar complementaciones es una creciente realización personal y comunitaria; pero puede convertirse en contagio deshumanizante y degradación progresiva si los ingredientes para la ensalada de la socialización aportan podredumbre y descomposición. Entonces lo que debiera nutrir, envenena.
Toda sociedad sana y beneficiosa ha de aportar los auténticos satisfactores a la etapa adolescente en el desarrollo humano.
El anhelo de vivir desde actitudes de paz, alegría, entusiasmo, intrepidez, seguridad, determinación y dicha lanza a los jóvenes mejores a comprometerse en el esfuerzo que lleva al reposo, en el combate que conduce a la victoria, al estudio y al trabajo que logra aptitudes y aprovecha oportunidades.
Los más incautos, débiles e ingenuos se contaminan con intentos equivocados de buscar cosecha sin siembra, remuneración sin trabajo, satisfacción sin esfuerzo. Y engullen las sustancias psicotrópicas para una enajenación que fuerza y tensa lo orgánico hasta un fugaz y adictivo bienestar traicionero, antes de caer en el precipicio de malestares corporales y anímicos.
Así la pandilla y la droga se convierten en una atadura de apertura creciente. Cada reincidencia agudiza la propensión a repetir lo libertino y lo tóxico.
Crecen las estadísticas de delitos, de violencias y homicidios o feminicidios. Se atrofian las destrezas y se producen accidentes y catástrofes.
La meta es una socialización humanizadora que construya paz y armonía y un bienestar integral que no busque sustituciones deletéreas, sino el hábito de esfuerzo, trabajo y lucha para victorias auténticas de superación.
DESPOLITIZACIÓN PROGRESIVA
Como la política es una rama de la moral con proyección pública, se reviste de un trato digno y respetuoso, y de un lenguaje caballeroso y moderado.
Como la corrupción de lo óptimo es pésima, cuando se da una despolitización progresiva el trato se vuelve bronco y agresivo, y el lenguaje va cayendo en grosería y descalificación.
Entonces los adversarios se ofenden como enemigos y se tratan con desprecio. Se pone a circular “lo que no se vale”.
El humor −que es manantial de bonhomía− se hace cáustico y burlón, con ánimo de ridiculizar, rondando siempre en lo calumnioso.
Sin verdadera política, el ambiente se vuelve irrespirable y se incapacita para una actitud deportiva y caballeresca que suprima un trato propio de delincuentes o, de plano, un canibalismo con tenedor.
GOTAS SABIAS PARA HOY
No quieras la acción sin tener la actitud −que tu buen pensamiento unja tu palabra−. Fomenta pensamientos de acuerdo con las acciones que quieres realizar. Siempre puedes decir: “basta” y reiniciar rumbo, elevación y avance…