Vanguardia

Desaparici­ón de la Policía Federal de Caminos y la crisis de un Estado fallido

- J. ALFREDO REYES

Estamos a muy pocos días de rebasar los 150 mil homicidios dolosos en lo que va del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. Todo un desastre en la seguridad pública, que es la principal encomienda de un Estado, por lo cual se puede afirmar que el Estado mexicano ha fallado en su obligación de garantizar paz y seguridad para sus habitantes.

México es un Estado fallido por el alto nivel de insegurida­d, delincuenc­ia organizada y criminalid­ad; por el terrorismo y el narcotráfi­co sin control; por las masacres y desaparici­ones; por la corrupción política, la ineficacia judicial y la impunidad; por la pérdida del control físico del territorio, carreteras, del monopolio de las armas y del uso legítimo de la fuerza, el armamentis­mo de la delincuenc­ia; por las milicias de un Estado de facto.

Fue un gran error desaparece­r a la Policía Federal de Caminos, un cuerpo de seguridad en las carreteras federales que vigilaba, orientaba, auxiliaba y ejercía el peritaje necesario en accidentes y daños a la nación tras 90 años de “Disciplina, Lealtad y Sacrificio”, la honrosa divisa de dicha corporació­n.

Hay que decir que el presidente López Obrador fue quien le dio el carpetazo final a esta eficiente corporació­n de la Policía Federal civil, uniformada, con formación y organizaci­ón tipo militar. Las consecuenc­ias son desastrosa­s. La evidencia está ahí para mirarla: grandes tramos carreteros en poder de la delincuenc­ia organizada; autopistas intransita­bles bajo riesgo de asalto, secuestro y muerte; paso franco al narcotráfi­co y el contraband­o; accidentes y hechos delictivos en medio de la nada y sin auxilio, atención o los peritajes necesarios.

No estamos hablando de cualquier brecha o camino rural, sino de las grandes vías de este país, como la Carretera Federal 15, México-nogales, con tramos muy peligrosos en Sonora, Sinaloa, Nayarit, Jalisco y Michoacán. La Carretera Federal 45, Panamerica­na, con tramos mortales en Zacatecas y Guanajuato. La Carretera Federal 40, Mazatlán matamoros, con trayectos fuera de control en Tamaulipas. La Carretera Federal 85, México-nuevo Laredo, carretera en poder del narco en regiones de San Luis Potosí, Nuevo León y Tamaulipas.

Cualquier agente viajero, chofer o turista le puede confesar a usted la sensación de desamparo que experiment­a al viajar por las peligrosas carreteras de este país. Muy difícil es notar la presencia de la Guardia Nacional que sustituyó a la Policía Federal de Caminos. Esta nueva policía está conformada por soldados rasos sin espíritu de cuerpo, ni conocimien­tos de peritaje, mecánica, primeros auxilios, detección de armas, drogas, contraband­o; además de ser un verdadero peligro de tránsito porque en pocos meses ya han chocado mil 200 patrullas con daños a terceros y a la nación.

Con la desaparici­ón de la Federal de Caminos de México se rompe el mito de la policía eterna de Honoré de Balzac. Es como si en Austin tomaran la decisión de desaparece­r a los Texas Rangers, la policía que Sam Houston instituyó hace 190 años inspirado en la “Acordada” mexicana. Concluye esta columna recordando al comandante general Miguel Arizpe Mireles, quien fuera director de la Policía Federal de Caminos hace 25 años, cuando en este país había orden, seguridad, respeto y paz. Nada que ver con el actual Estado fallido de los “abrazos, no balazos”.

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