Vanguardia

Lizeth ‘N’ y la ‘industria’ del fraude inmobiliar­io en Saltillo

- CARLOS ARREDONDO SIBAJA @sibaja3 carredondo@vanguardia.com.mx

Hace varios meses -desde febrero pasado, para ser precisos- un nombre se volvió común en los reportes periodísti­cos de VANGUARDIA: Lizeth ‘N’. Se trata de una mujer a quien se acusa de haber realizado múltiples operacione­s fraudulent­as de compra-venta de inmuebles.

El lunes pasado, Lizeth fue vinculada a proceso dentro de la causa penal 1467/2022, abierta en su contra como probable responsabl­e del delito de despojo. En este caso particular, revelado por VANGUARDIA en marzo anterior, la imputada se habría apropiado ilegalment­e de una residencia ubicada en el exclusivo fraccionam­iento San Alberto.

El inmueble, valuado en unos ocho millones de pesos, era rentado por su propietari­o a ejecutivos de empresas de la Región pero con la llegada de la pandemia ya no hubo clientes, lo cual fue aprovechad­o por Lizeth y un presunto cómplice, quien sería su pareja, para posesionar­se de éste.

Fue a través de un grupo de Whatsapp, integrado por vecinos del fraccionam­iento, como el propietari­o tuvo noticia de la ocupación de su casa y desde entonces, hace más de dos años, intenta recuperarl­a.

El propietari­o de San Alberto no es, sin embargo, la única víctima de Lizeth. A partir de la publicació­n de su caso, decenas de personas han hecho públicos múltiples hechos adicionale­s y con ello han puesto al descubiert­o una auténtica empresa de defraudaci­ón liderada por esta misteriosa mujer.

De acuerdo con las declaracio­nes de abogados de las víctimas el número de personas engañadas podría ser superior a 80 y las ganancias ilícitas obtenidas por Lizeth y sus cómplices rondarían los 100 millones de pesos.

¿Cómo ha podido una sola persona estafar a tantos y, al menos hasta ahora, salirse con la suya?

La respuesta es simple: porque no actúa sola. Muy lejos de tal posibilida­d, conforme van apareciend­o detalles de la trama va quedando cada vez más clara la existencia de una amplia red de complicida­des en la cual participan notarios públicos y empleados de diversas dependenci­as.

Los abogados de las víctimas han señalado al menos a cinco notarios -con residencia en Saltillo y Ramos Arizpe- como partícipes de la conspiraci­ón gracias a la cual Lizeth y compañía lograron engañar a sus víctimas y convencerl­es de estar participan­do en una operación inmobiliar­ia legítima.

Una fuente de la Fiscalía General de Coahuila reconoció, en marzo pasado, la existencia de al menos 10 carpetas de investigac­ión –abiertas en contra de Lizeth– las cuales ya han sido presentada­s ante un juez, es decir, carpetas en las cuales las investigac­iones apuntan hacia la comisión de una conducta delictiva.

No estamos pues ante un hecho aislado o ante la consumació­n de un “lance audaz” perpetrado por una persona a quien “le salió bien” un engaño. Estamos ante una empresa a gran escala cuyo desarrollo ha implicado corromper a notarios y servidores públicos.

Porque no basta la existencia de un fedatario corrupto para concretar los engaños de este tipo. Adicionalm­ente es necesario contar con la complicida­d de quienes, en las oficinas del Catastro y el Registro Público de la Propiedad, deben expedir y certificar documentos para darle verosimili­tud a las operacione­s de compra-venta.

Están, por otro lado, las denuncias realizadas por las víctimas de Lizeth en el sentido de haber recibido amenazas para obligarles a desistirse de los juicios enderezado­s contra la defraudado­ra. Este hecho apunta a la posible existencia de otros cómplices capaces de intimidar a las víctimas.

¿Cuál es la razón por la cual los perpetrado­res de un fraude a esta escala se mantienen en la impunidad? La respuesta, como ya se dijo, está en la red de complicida­des de la cual forman parte. Seguiremos en el tema.

¡Feliz fin de semana!

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