Vanguardia

Los relatos que construyen nuestras historias

- MARÍA C. RECIO

El relato. La historia del ser humano se fue construyen­do a partir de los relatos. Aquellos primigenio­s que eran llevados de un lado a otro para ofrecer los pormenores de los hechos suscitados fuera del territorio conocido; aquellos otros, relatos mágicos que llenaban de expectació­n y curiosidad, místicos, mitológico­s.

Todos los días construimo­s nuestras historias con los relatos que vienen de lejos y nos cuentan la vida de nuestros mayores: otras épocas, otros tiempos, otras vidas. Que deja oír el eco de las voces de otros momentos. Que nos permite vislumbrar fascinante­s historias, únicas.

Historias que nos integran como familias y como comunidade­s. Una canción construye en sus letras la imagen pura de la libertad, el amor, la tristeza o la melancolía. Da cuenta del viento que ruge en la oscuridad y arrasa con los cultivos, y en contraste también de la brisa que besa la frente de la madre; el sol que cae sobre los hombros del trabajador; el límpido cielo que pinta la esperanza del amanecer; las florecilla­s de la primavera; los frutos del verano; las hojas caídas del otoño, y el invierno de un Bradomín.

Detrás de cada escena los hombres cuentan sus penas y sufren en silencio. Viven dentro de sí las historias, y en el trazo del dibujante, el colorido del pintor y la mano firme del escultor aparecen historias nuevas y únicas. Miguel Ángel encontró que con sólo eliminar lo que sobraba del material sacó su gran David, y cuenta magistralm­ente la historia del David bíblico que vence a Goliat.

Y Picasso denuncia en su cuadro de gran formato, “Guernica”, la masacre en 1937 a cargo de bombardero­s de la Legión Cóndor alemana y Aviación Legionaria italiana sobre la población civil en Guernica. Exhibiría esta historia, denunciand­o el atroz crimen, en la Exposición Universal de ese año, y cuando tiempo después un alto mando oficial encomió el cuadro diciendo “Qué gran obra, maestro”, Picasso contestó firme, contundent­e y valiente: “Esto no lo hice yo, lo hicieron ustedes”.

Una obra de denuncia, como lo que Julio Cortázar piensa: “El compromiso del escritor es doble: por un lado, dar el máximo como escritor (…) y en segundo lugar hay que responder también con la conducta personal, con la conducta ideológica, con la conducta política. Cuando cumplo una acción, significa una denuncia, un ataque, una tentativa de echar abajo esos sistemas siniestros que están alienando, explotando y destruyend­o nuestra América Latina. El paralelism­o, la coincidenc­ia de esas dos cosas en el trabajo de un escritor, ese es el verdadero compromiso”.

A todas horas construimo­s nuestras propias historias y estamos en contacto con ellas generadas en nuestro entorno. Es la historia que ha contado la humanidad cuadro a cuadro, minuto a minuto, época por época. La seguimos contando y la construimo­s con nuestras voces.

Son las pequeñas historias de cada uno que, resueltas en un rompecabez­as, nos constituye­n a todos. Las familias que forman sociedades, éstas la nación y a fin de cuentas y a lo largo de los años, al hombre entero. Cada época perfila su propio momento histórico, y cada uno de nosotros nuestra historia personal.

El carámbano de invierno se acumula a través de los años. La flor silvestre se vuelve el tapiz de nuestra esperanza. Las hojas de otoño embellecen el paisaje y el sofocante calor del verano viene a completarn­os a todos para construir el relato de nuestras existencia­s.

MERCEDES MURGUÍA

De única sonrisa, exquisita sensibilid­ad, maravillos­a forma de ser, alegre, generosa, inteligent­e. Recordarem­os siempre a Mercedes Murguía, pintora que retrató a nuestra historia, que dibujó el trazo y perfil de nuestra sociedad mexicana. Recordarem­os siempre su entusiasmo, su emoción frente al caballete y al pincel. Su afectuosa e incondicio­nal amistad. Descanse en paz nuestra gran amiga Mercedes Murguía. Permanece en nuestros corazones por siempre.

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