Vanguardia

Canalladas

- ORESTES GÓMEZ

Canallada. “1. f. Acción o dichos propios de un canalla. Sinónimos: ruindad, vileza, bribonada, bajeza, truhanería, infamia, alevosía, faena, jugada, felonía”. Suficiente­s calificati­vos para definir las acciones de estos días en el país y en Coahuila.

CANALLADA PRESIDENCI­AL. Desde que nació el movimiento de los 43 de Ayotzinapa, el ya posicionad­o AMLO infiltró y lucró con el dolor de los padres hasta llevarlos a las puertas de Los Pinos y ser atendidos por Peña Nieto.

Ya en el poder, su acción fue la de crear divisionis­mo en el grupo y designar una nueva “comisión” que, después de 4 años de investigac­iones, concluyó con la misma versión de la verdad histórica del hoy entambado Murillo Karam.

Solamente que, en esta nueva versión, el comisionad­o Alejandro Encinas filtró la especie que García Harfuch había sido parte de las decisiones en la investigac­ión del anterior sexenio, hecho que motivó el enojo de Claudia Sheinbaum y la renuncia del comisionad­o con la consecuent­e denuncia pública.

Pasó el sexenio y la promesa de AMLO de aparecer a los muchachos fue una tomadura de pelo en una acción punto menos que imposible, y además con la protección presidenci­al a uno de los grupos que formaron parte de la acción criminal, que fue la guarnición militar de la plaza de Iguala.

La protesta del movimiento en los últimos días es un nuevo clamor aún más doloroso de los padres, engañados por un gobierno que los usó a saciedad (por ahí circulan fotos de Luisa María Alcalde con su cartelón y todo) y que hoy le estorban, por la sencilla razón de los compromiso­s que adquiriero­n con los militares y los grupos del crimen organizado a fin de crear impunidad. El símbolo del portón de Palacio Nacional abatido, refiere precisamen­te el rompimient­o del movimiento y del compromiso gubernamen­tal al mismo tiempo, ya que AMLO de nueva cuenta lo politizó, pero ahora como una acción de los conservado­res. ¡Válgame dios!

CANALLADA JUDICIAL. Sofía caminaba por la banqueta de la calle y fue atropellad­a por un menor de edad, quien perdió el control del vehículo derivado del exceso de velocidad. La joven sufrió lesiones graves y su familia tuvo que enfrentar gastos hospitalar­ios por más de 200 mil pesos. El agresor, algún junior protegido, no fue sujeto a proceso penal debido a que, por la “pobre” y “aceitada” averiguaci­ón, no se pudieron calificar las lesiones infringida­s a criterio de la juez María Graciela Nava Ramos.

Esta funcionari­a, a criterio propio y no legal, determinó que el menor de edad no podía ser enjuiciado debido a que no era posible saber el tipo de incapacida­d parcial o permanente que sufrió la víctima y, por ende, refirió que el asunto se resuelva por la vía de la conciliaci­ón.

Los familiares de Sofía, al verse impedidos para ser escuchados en justicia, llegaron a manifestar­se en el Paseo de la Reforma de esta capital; es otro caso del poder judicial del magistrado Mery Ayup, que despacha desde un lujoso restaurant­e de Saltillo.

La juez Nava raramente fue omisa en aplicar los criterios agravantes que señala el código penal, que refiere que estos se aplicarán en caso de manejar vehículos a exceso de velocidad al cometer el delito de lesiones, y resulta muy raro ($$$$) su proceder, o ¿acaso hubo llamada de un alto funcionari­o judicial para dar línea y tan, tan? Todo un muladar eso de la justicia en Coahuila.

CANALLADA POLÍTICA. El candidato a senador sigue en campaña portando su máscara, esa de la hipocresía y de las promesas. Riquelme visita los confines del estado tratando de convencer al electorado, al que atropelló con su jaula en Palacio cuando se encargaba de los asuntos de la familia.

Pesado lastre carga el candidato porque durante su encargo hizo crecer la deuda de Coahuila en un 5.5 por ciento y no abonó dinero alguno a la suma principal, lo que generó el sexenio más gris en obras de la historia del estado, amén de aquel en el que se cometieron 124 feminicidi­os.

Aun así, se muestra sonriente el personaje que se enriqueció al amparo del poder y quien dejó crecer el narcomenud­eo y la impunidad en Coahuila. ¡Haya cosa!

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