El ‘viaje ácido’ de María del Carmen Félix
VMÁS habló con la protagonista de la obra ‘¿Cuál es la mejor droga para mí?’; ella se convierte en una especie de Alicia en el País de las Psicodelia
Nunca subestimen a una mujer ataviada con un vaporoso vestido de flores y un cardigan color lila. Ese tierno ser que parece salido de una pintura que muestra al campo con un aire bucólico y soñador, puede ser un cielo nublado, una tormenta eléctrica, un huracán que nunca ves venir, pero arrasa con todo. Esa mujer que parece ser remanso y ternura es un río desbocado que lleva en la mano una maleta que, en lugar de cartas perfumadas y ropa interior con encaje, lleva cientos de anfetaminas y además, cuando la abre, parece iluminarse como el mítico maletín de los dos matones a sueldo del filme “Pulp Fiction”.
La morra en cuestión, y digo morra porque se trata de una actriz sinaloense que le hace honor a su pasado Yaqui, se llama María del Carmen Félix y yo diría que está de más aclarar que se trata de la sobrina nieta de María de todas las Marías, la única Diva que a la vez es Doña, la única Doña que a la vez es Diva. Lo que se hereda no se hurta y María del Carmen tiene lo suyo muy bien puesto: Se trata de un mujerón grandote y desafiante, una morena de fuego que seduce y enreda lentamente.
Voy a ser honesto. No estoy entendiendo nada. Me urge que todo se descontrole, a que hora va a caer la caspa del diablo, en qué momento hará acto de aparición la Maripepa, la píldora del amor, a qué hora se nos va el sueño con el crico, o volteamos a ver las estrellas con la cactácea esa que maravilla los ojos, cuando se escuchará el lento galope del caballo, a que hora bailan juntos y se abrazan la meta, la tiza y el ajo en esta casa de tonos pastel con juguetes por todos lados y fotos que gritan “que bonita familia”. Perdón, pero aquí hace falta una pizca del encabezado de aquella mítica portada del periódico Alarma que rezaba: “Encueramiento, mariguaniza, degenere sexual, mugre, pelos, sangre, muerte”.
LA OBRA
Lo que sí tenemos que poner por escrito es la maestría de un personaje que, frente a nosotros, hace un tour de force interno a partir del consumo y los efectos de las diferentes drogas que su albañil-dealer le va proporcionando. Con Hanna y su delantal, nos trepamos en una alfombra que nos llevaría por un viaje, que digo viaje, un viajesote por parajes divertidos, mágicos, surrealistas, estremecedores, luminosos y radiantes, pero también por brechas oscuras, desoladoras, esquizofrénicas y depresivas. En esta puesta en escena hay lugar para todo, para reír a carcajadas, para volvernos cómplices y pisar cayos de nuestros acompañantes, reflexionar sobre eso que nos duele, para tomarnos la vida ligera, para dejarnos llevar y desplegar las alas, para echar a volar la imaginación, para creer en nosotros mismos, para abrazarnos con fuerza, comunicarnos con nuestra voz interna y también para ir a tocar a las puertas del infierno.
María del Carmen le da vida a una mujer adicta, pero lo hace con la dignidad y la altura que sólo ella le podría dar a un personaje que se aleja del cliché y el arquetipo de la mujer drogadicta en las diferentes narrativas. Ella es una ama de casa adicta, pero también bastante funcional que podría ser tu hermana, tu tía, tu vecina, tu mamá o esposa.