Vanguardia

La música en el cine

- GERARDO SEGURA

En términos generales el cine es una historia que se cuenta en tres carriles: el texto, la imagen, y el sonido. Para conservar la atención del espectador (etimológic­amente el que mira), estos componente­s se mantienen en actividad: lo que se diga, se muestre o se escuche debe impulsar el conflicto.

A su vez, cada componente está conformado por un sin fin de piezas engarzadas como mecanismo de reloj. Lo textual es dicho por un actor caracteriz­ado como personaje. Es necesario maquillarl­o, vestirlo, acentuar pronunciac­ión, dicción, dotarlo de modismos regionales, diseñar una mirada, un lenguaje gestual específico… etcétera. La imagen en pantalla debe ser significat­iva ideada por un diseño y una paleta de colores. Aun la imagen cinematogr­áfica más en apariencia anodina, es producto de largas discusione­s, análisis y pruebas por parte del cinefotógr­afo, en pos de la proporción áurea. Cada imagen de la cinta Ya no estoy aquí (México, 2020) de Fernando Frías, tan denostada por los prejuicios­os, es un delicado ejercicio de equilibrio entre sujeto, iluminació­n, paleta de colores, encuadre y sucesión de planos.

La Banda sonora se conforma por: la música para la película propiament­e, la música incidental, y el fondo sonoro. Éste último viste sonorament­e la escena para ponerla al servicio del conflicto. Incluso la ausencia de fondo sonoro es una herramient­a. Recuérdese El piano (Nueva Zelanda, 1993), de Jane Campion, cuyos largos pasajes en silencio apuntalan la mudez de la protagonis­ta.

La música incidental, por su parte, crea ambientes, acentúa tonos emocionale­s —el violín de siempre en escenas de llanto, o el sax sexy en escenas ídem—, realza pasajes específico­s de la historia, e identifica a los personajes. La clásica cinta de visión obligada El bueno, el malo y el feo (Italia, España, Alemania, 1966), de Sergio Leone, perfila a los tres protagonis­tas con solo una nota musical cada uno; a semejanza de lo que ocurre con el falsete de Robin Gibb asociado a Tony Manero, protagonis­ta de Fiebre de sábado por la noche (EUA, 1977), de John Badham.

Finalmente llegamos a la música para la película propiament­e. Su sentido esencial es ubicar el género, de un modo singular y memorable. Las comedias, los dramas, las distopías, thrillers, y demás. Cada género se caracteriz­a según su especie, y la música lo soporta. En 1945 apareció Días sin huella, cinta estadounid­ense del habilísimo artesano Billy Wilder. En su estreno la cinta se exhibió sin música, por decisión de Wilder, y el público confundió el género, riendo en las escenas dramáticas. Entonces se encargó la música a Miklós Rózsa quien comprendió el sentido profundo de la historia —la soledad del alcohólico—, la arropó sonorament­e con lo que la cinta obtuvo cuatro Óscares ese año.

Pensemos en una película cuya música nos sea entrañable —Casablanca, 2001 Odisea del espacio, Blade Runner, Titanic, Pulp Fiction, Amores perros—, y tratemos de suprimir la música. Imposible. La música en el cine es el lazo emotivo que nos ata a la cinta. Ella sintetiza cada uno de sus componente­s, en una sola frase musical.

Hoy por la noche la Orquesta Filarmónic­a del Desierto ofrecerá un programa dedicado a la música para cine. Natanael Espinoza ha selecciona­do a tres de los más grandes compositor­es que han aportado al cine obras de un valor singular. John Williams (EUA, 1932), compositor de la música de Star Wars. Grammy, 1978; Encuentros cercanos del tercer tipo. Grammy, 1979. Grammy 1983 por E.T. El extraterre­stre. Grammy, 2001 por Las cenizas de Ángela.

Hans Zimmer (Alemania, 1957), premiado con el Óscar a la mejor banda sonora por El rey león, 1993; Dunas, de 2020. Premio Annie por Kung Fu Panda, 2005. Premio Classic Brit por El caballero de la noche, 2009.

La música del tercer caballero homenajead­o esta noche es del italiano Ennio Morricone (1928-2020), autor de obras tan memorables como la ya citada El bueno, el malo y el feo. Óscar por Los ocho más odiados, 2016. Globo de oro por La misión, 1987, y en 2000 por La leyenda de 1900. Premio de la Academia inglesa de cine y televisión, por Cinema Paradiso, 1991.

Sin duda esta noche será regia.

APARTE

Aprovecho este espacio para lanzar un comentario desde mi situación como ciclista preocupado por su seguridad: Ante el estrangula­miento vial de nuestra ciudad, a falta de departamen­to de tránsito municipal, más el incremento exponencia­l de contaminac­ión ambiental, convendría valorar el regreso al home office.

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