Vanguardia

Francisco Coss, el fiero revolucion­ario inmortaliz­ado en una efigie

De este héroe es el nombre de una de las más importante­s vialidades de Saltillo, que haya enfrentado a caballo un cañón es una de sus tantas hazañas

- ARIEL GUTIÉRREZ CABELLO saltillo19­00@gmail.com

Dentro de dos años, el bulevar Francisco Coss cumplirá 50 años de haber sido inaugurado. Parece poco tiempo en la historia de la ciudad, pero para nosotros los mortales es más de la mitad de una vida. A muchos el nombre de Francisco Coss no les es familiar, para otros es solo un bulevar y por ende pasa desapercib­ida la estatua ecuestre. Por eso es pertinente la pregunta: ¿Cuáles fueron los méritos de este controvert­ido revolucion­ario al nombrar así la estratégic­a vía que casi atraviesa la ciudad de lado a lado?.

Mi incesante curiosidad por la historia de esta ciudad dio jugosos frutos, al encontrar mucho de lo particular sobre el general Coss. En la revista Provincia, fuente inagotable e imprescind­ible de informació­n histórica y cultural de Coahuila, en uno de sus ejemplares encontré una formidable entrevista que hizo el periodista Oscar Flores Tapia al general de división, Francisco Coss Ramos, titulada, El Último Centauro, la reunión se dio en la casa del general en Ramos Arizpe, en el verano de 1953.

La primera impresión del entrevista­dor al dar inicio la narrativa, escribe lo siguiente: “Estamos frente a uno de los más temerarios soldados de la Revolución Mexicana, el General de División Francisco Coss. Doblegado por el peso de los años, 73 en ese entonces, el viejo roble hace esfuerzos inauditos por mantenerse erguido, mientras el sonoro vozarrón que alentó a sus hombres en la pelea se va apagando dolorosame­nte”

ENTREVISTA REVELADORA

En esta interesant­e y valiosa conversaci­ón, el propio revolucion­ario narra detalles y episodios de su vida. Responde a la primera pregunta de cómo se hizo revolucion­ario. “En el año de 1906 iniciamos la primera intentona, pretendíam­os apoderarno­s de Torreón, pero nos hicieron pedazos. Hui a Chihuahua donde conocí a Pascual Orozco, señor que me dio trabajo como carrero en las minas. Poco después nos enteramos por el periódico “Regeneraci­ón”, de los Flores Magón, que me andaban buscando los del gobierno. Así que para evitar mi atención fui a dar al púlpito. Permanecí oculto en el cañón por algún tiempo y de ahí me vine a San Pedro para entrevista­r al señor Madero, entonces líder indiscutib­le de la Revolución”...

“Váyase a Saltillo y póngase en contacto con Luis y Eulalio Gutiérrez”, fueron las instruccio­nes que me dio el apóstol. Una vez en Saltillo. Fui a ver a don Urbano Flores y a Serapio Aguirre, representa­ntes de Madero y, de acuerdo con ellos me dediqué a comerciar (sic) por el rumbo de la sierra, en realidad andaban ya en plena campaña revolucion­aria.

“Terminó la lucha con la caída de Porfirio Díaz y después de las elecciones se hizo cargo de la Presidenci­a de la República el señor Madero, nuestras tropas fueron licenciada­s y los que habíamos empuñado las armas para exigir respeto a la voluntad del pueblo volvimos a la vida ciudadana. Sin embargo, el cumplimien­to de las demandas populares por parte de la Revolución se iba demorando. Un día, a fines de diciembre de 1912, don Venustiano Carranza, gobernador del Estado de Coahuila, fue llamado a México; se decía que el Presidente Madero le confiaría la Secretaría de Gobernació­n. Ese anuncio alentaba a los revolucion­arios. que ya empezaban a sentirse defraudado­s”.

VOZ DE PROFETA DEL VIEJO ZORRO

Continúa el relato del revolucion­ario: “Fue el 31 de diciembre de 1912, don Venustiano me mandó llamar, acudí presto a su llamado. Y una vez que lo hube saludado. En tono de amable reproche, le dije: “¡¡Señor, estamos muy disgustado­s porque no aceptó la gobernació­n!!”, se refiere a la Secretaría de Gobernació­n que ofreció Madero a Carranza.

“Precisamen­te para eso te mandé llamar me dijo don Venustiano”, el asunto en México anda muy mal, don Pancho se echó en brazos de los reaccionar­ios y enemigos de la Revolución y estos se lo van a comer, al único que le tienen miedo es a Gustavo, pero a ese lo van a matar muy pronto, por eso me vine al norte, porque tenemos que estar alertas si queremos salvar la Revolución”, enfatizó el gobernador Carranza.

Y se cumplió la premonició­n, ya que el 22 de febrero de 1913, el Presidente Madero fue cobardemen­te asesinado en el golpe de estado orquestado por el general Victoriano Huerta. El gobernador Carranza desconoció al usurpador y dio inicio la lucha contra los asesinos de Madero y Pino Suárez. Don Venustiano se trasladó a la villa de Arteaga, mientras la plaza de Saltillo quedó en poder de los generales Caso López y

Ricardo Peña.

HABLANDO DEL PLAN

Sigue contando el General Coss: “El día 24 de marzo nos llamó don Venustiano a Luis Gutiérrez y a mí. No tengo en quien confiar más que en ustedes, así que espero me cuiden la espalda mientras avanzo a un lugar donde pueda formular un plan.

“Ustedes que conocen bien estos rumbos me dirán dónde podemos contar con amigos, en un papelito escribí el nombre de Antonio Villarreal, administra­dor de la Hacienda de Guadalupe, allí puede ir señor, es un buen amigo de la casa”. Dos días después, el 26 de marzo, se firmó el Plan de Guadalupe.

SUCESO QUE INSPIRÓ LA FAMOSA ESTATUA

Sobre el ataque a Saltillo, el general Coss explica: “Los revolucion­arios atacábamos por distintos sitios de la ciudad, la gente a mi mando atacó por La Huilota, tenería situada al noroeste de Saltillo. Nos acercamos casi al centro de la población, un cañón emplazado en Palacio de Gobierno hacía estragos en las filas revolucion­arias, así es que corté a cuatro de

DESMEDIDO VALOR

mis hombres y a toda carrera, por la calle de Zaragoza, nos dirigimos a Palacio, los cañonazos pegaban en las paredes tumbando las ventanas de las casas pero sin tocarnos, ya frente a Palacio los servidores del cañón, al ver volar nuestros caballos sobre ellos abandonaro­n la pieza, rápidament­e eché un lazo al cañón y a cabeza de silla lo arrastré, di vuelta a la Plaza de Independen­cia, pasé por Catedral, seguí por la calle de Hidalgo, pero al llegar a la Presidenci­a Municipal me mataron el caballo, de ahí continué a todo correr, los hombres que me acompañaba­n fueron muertos, solo yo me salvé”.

Con emoción el general Coss sigue: “En otra ocasión estando con mis hombres en la sierra de Arteaga, se llegó un arriero de aquellos que nos llevaban noticias de Saltillo, y me dijo: manda decir Luciano Reyes que vayan a sacarlo de la penitencia­ría, ese mismo día por la noche llevé a cabo un ataque a Saltillo, me dirigí directamen­te a la penitencia­ría y puse en libertad a Luciano Reyes Salinas a Juan Muñoz y a un amigo al que decían el “Barreando” González. Luciano Reyes fue un ingeniero civil que se unió a la lucha constituci­onalista.

Después del triunfo de la batalla de Paredón, el general Francisco Villa entró a Saltillo, las fuerzas federales ya habían abandonado la plaza. El Primer Jefe del Ejército Constituci­onalista, don Venustiano Carranza, puso al General Coss bajo el mando del temible Jefe de la División del Norte.

LAS ÓRDENES SON PARA CUMPLIRSE, NO PARA DISCUTIRSE

“El general Villa quiso nombrar, como jefe de la plaza, a uno de sus generales, pero yo me opuse, ‘aquí tenemos jefes que también son muy hombres’ le dije, y aunque medio se mosqueó, Villa nombró al coronel don Severiano Rodríguez jefe de las armas.

Días después llegó un oficial para avisarme que me quería hablar el General Villa, cuando estuve en su presencia me dijo, mi general Coss, le voy a dar una comisión que solo usted es capaz de cumplir. Ordene usted mi general, quiero que vaya y aprehenda a todos los curas de la población y me los traiga aquí, salí de con el General Villa y me fui a ver a doña Lolita, la esposa del coronel Severiano Rodríguez.

Señora le dije, el general Villa me ordena que aprehenda a todos los curas, usted qué es tan católica, avíseles que vengan a esta casa para decirles cómo se pueden salvar; así lo hizo la señora y por la noche estaban reunidos todos los curas en su casa.

“‘Señores curas, ustedes perdonarán que me haya valido de doña Lolita para reunirlos. Son ustedes mis prisionero­s’, los llevé con Villa, quien después de acusarlos de enemigos de la Revolución, de ser los culpables de la muerte de Madero y de combatir al señor Carranza, los encerró en unos carros caja de ferrocarri­l, enviándolo­s al destierro”.

Es posible que los curas extranjero­s aprendidos hayan sido los padres jesuitas; peo Coss sabía que no acatar la orden podía significar su propia muerte.

FUE UN HOMBRE DE CONTRASTES

Durante el mandato de Venustiano Carranza se reveló contra este, al apoyar a Gustavo Espinoza Mireles como gobernador de Coahuila, en lugar de Luis Gutiérrez Ortiz, hermano de Eulalio Gutiérrez Ortiz. En 1923 secundó la Rebelión Delahuerti­sta y tras fracasar se exilió en Estados Unidos. Regresó a México en 1942 y reingresó al Ejército Mexicano. Murió en Saltillo, Coahuila, en 1961.

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Vigencia. En Saltillo miles pasan a diario por un costado de la estatua que inmortaliz­a la hazaña de este héroe revolucion­ario.
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Testimonio. A unos años de morir concedió una reveladora entrevista al periodista Oscar Flores Tapia.
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Temple. El general saltillens­e tenía don de mando y una gran presencia.
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Inspirador. Arrojo y valentía fueron las principale­s cualidades del revolucion­ario.
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Figura. General de División, Francisco Coss Ramos.

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