ESCLAVITUD A LA MEXICANA
Las injusticias para cientos de miles de mexicanos son tan abundantes como las infecciones en los puestos de tacos que están a un costado de la Central de Autobuses de Saltillo. Mientras unos se ven obligados a llevar una vida llena de trabajo y sacrificios para poder formar un modesto patrimonio, otros aprovechan su efímero paso por alguna dependencia de gobierno para asegurar su porvenir y el de su descendencia.
Hay quienes roban millones de pesos y aunque hay videos que los muestran con las manos en la masa, no sólo permanecen impunes sino que continúan bajo el amparo de sus puestos políticos. Sin embargo, hay otros que se encuentran en las cárceles acusados de delitos jamás cometidos por ellos.
Así es la vida y, como dijo la dama más solicitada de la zona de tolerancia, a veces nos toca estar arriba y otras veces nos toca estar abajo. Por desgracia, a los ciudadanos la mayoría de las veces nos toca estar abajo con respecto a nuestros gobernantes, y eso que se supone que ellos son nuestros empleados.
Una de las formas más terribles de la injusticia es la esclavitud. Cuando se habla de ésta pensamos en los primeros años del siglo pasado con la minoría Afroamericana en Estados Unidos, o en los tiempos de la Nueva España. Pero es triste darnos cuenta que ahora, en el año 2024, la esclavitud sigue acompañando al ser humano de una y mil maneras.
¿No se suponía que el siglo XXI era el de los hombres modernos y civilizados? Por desgracia en este mundo sigue reinando la Ley del más Fuerte. Como dice el poeta Jaime Sabines, “el pez grande se traga al chico, la lagartija grande se traga a la pequeña, el hombre se traga al hombre”. Y esta arcaica ley mantiene muy en uso palabras como “abuso”, “tiranía”, “explotación”, “inhumanidad” y “esclavitud”.
Ahora muchos creen que la esclavitud es un fenómeno lejanísimo en el tiempo y en el espacio, pero basta recorrer unos cuantos kilómetros para darnos cuenta que en las minas de la Región Carbonífera de Coahuila decenas de personas se ven obligados a trabajar aun en las condiciones más inhumanas.
¿Te imaginas sufrir la angustia de que al salir de tu casa para ir a trabajar ignores si regresarás? Los mineros del carbón viven así cada uno de los días en que se ven obligados a descender a las profundidades. Y lo que es el riesgo de muchos, es la ganancia de muy pocos.
Accidente tras accidente sucede y jamás mejoran las condiciones laborales que viven cientos de trabajadores mineros.
Napoleón Gómez Urrtia, el cuestionado líder del Sindicato de los Trabajadores Mineros, sólo lucha por su propio beneficio y jamás por los trabajadores que cada día arriesgan su vida en las minas de carbón en Coahuila.
Por desgracia, sólo se recuerda a los trabajadores de los pozos de carbón cuando ocurre una tragedia, y, claro, cuando Napito estira la mano para seguir perpetuando las prácticas corruptas y así, hacerse de la vista gorda ante los muy condenables usos y abusos de empresarios esclavistas.
Una vez pasadas las elecciones del próximo 2 de junio, debe exigirse a la nueva presidenta electa un cambio en la supervisión, control y autorización de operación de cada una de las minas de México, especialmente de Sabinas, Coahuila, donde se debe marcar un antes y un después, y muchos deseamos que ese después signifique una notable mejora en las condiciones laborales y de vigilancia en las minas de la muerte.