¡Adiós a las bolsas simples!
La tendencia dicta: “Entre más, mejor”.
Parece ser que la sociedad actual se aburre muy rápido de todo. Y si la moda antes era cambiante, actualmente ha entrado en una carrera frenética que a veces nos CUESTA MUCHO TRABAJO SEGUIR. CON EL AUGE DE LAS REDES SOCIALES, LOS DESfiLES SON vistos por todo el mundo en el momento en que están sucediendo. O sea, si te gusta un vestido, unos zapatos o un bolso, los ves primero en la pasarela, luego en todas las páginas web, con los bloggers, las revistas, en la publicidad y, para el momento en que llega a la tienda, lo percibes… viejo. Y a pesar de que es de temporada, lo has observado tanto que te parece que es de colecciones anteriores.
La locura de la “bolsa disfrazada”
Hace unos seis años, en la boutique francesa Colette, Chanel hizo un evento donde invitó a la artista plástica Fafi a que personalizara sus bolsas para las clientas que así lo desearan. Muchos creyeron que pintar o “grafitear” sobre una pieza de esta casa de moda era casi un sacrilegio. No obstante, las chicas más jóvenes y menos respetuosas de la marca, estaban felices de tener sus carteras con caricaturas coloreadas en ellas. Y no era la primera vez que se veía algo como eso: por aquel tiempo también supimos que la hija de Philippe Starck, el reconocido artista plástico, tenía una Kelly de Hermès decorada a mano por su novio, un pintor en crecimiento. Y la verdad es que la pieza era divina.
Años más tarde, la reina del mal gusto, Kim Kardashian, ostentaba por doquier su Birkin de Hermès (regalo de Kanye, por supuesto) decorada por el famoso artista plástico George Condo. Este tipo de extravagancias que podían darse sólo las mujeres que lo tenían todo, hoy día está al alcance de todas sin importar su presupuesto. Y no es sólo un capricho, sino el deseo de salir del montón, de ser original y lucir única.
Por ello, las grandes firmas como Chanel, Louis Vuitton, Dior y hasta Hermès ofrecen hoy día versiones especiales de sus modelos más tradicionales en colores chocantes, con diseños más estrambóticos, bordados, decorados y hasta pintados a mano (como lo hizo Loewe con su fabulosa Puzzle o sus clutches) y que, por supuesto, al tener tanto trabajo manual invertido, su producción es limitada, lo cual además de difíciles de conseguir, las vuelve casi objetos de colección.
¿Una moda pasajera?
Las personas que tenemos muchos años tras los pasos de la moda, sabemos que fenómenos como éste ya han ocurrido en otras ocasiones. Recordemos que a finales de los 90 y para iniciar el nuevo milenio, la “logomanía” se apoderó de nosotros y todo lo que usábamos, desde la ropa hasta los zapatos y la bolsa, debían tener logos. ¿Quién no se acuerda de las cantantes de rap vestidas ciento por ciento de Dior? ¿O de la ola de locura que provocó Louis Vuitton (cuandodo Stephen Sprouse, de la mano de Marc Jacobs,bs, grafiteó sus modelos más clásicos)?
En efecto, aquellollo tomó fuerza, voló alto... y decayó. No obstante, muchas de esas piezas continúan siendondo muy valoradas en la moda actual. Por ello,lo, aunque la locura que estamos viviendo hoyoy con las bolsas disfrazadas acabe por extinguirse, siempre va a dejar enn nuestros clósets piezas que atesoraremos mos en el futuro.
En este momento,o, consideramos que la locura de lass bolsas “complejas”, por llamarlaslas de alguna manera, seguirá un par de años más entre nosotros, como mínimo. ¿La razón? Mientrasas todo siga cambiando tan rápido,pido, siempre vamos a necesitar algo que nos haga sentir especiales,les, diferentes y únicos. Y una bolsa que nadie o muy pocas personas en el mundo tenga, nos dará esa seguridad.