Praga bella, cool y muy de moda
Cuando llegan los días de calor, este lugar se convierte en un mágico miniparaíso. Una vez descubierto, no podrás dejar de visitarlo. ¡Anímate!
Ciudad gris en invierno. Pero al llegar los días soleados se “enciende” con mil luces y las velas de las muchas iglesias, donde nunca faltan conciertos maravillosos. Se trata de un sitio extraordinario, ideal para los amantes de la historia, arquitectura, música y literatura. ¡Un lugar donde disfrutar fachadas, palacios, puentes y milenarias plazas! Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es la zona más vibrante de Europa del Este, y una de mis favoritas por su encanto medieval.
¿Cuál es su secreto?
Caminar “con la vista hacia arriba” es inevitable, pues su arquitectura es increíble; va desde el gótico, barroco, art nouveau y art déco, hasta lo moderno, como “la casa que baila” de Frank Gehry, inspirada en Fred Astaire y Ginger Rogers. Debido al clima, la mejor época para acudir a esta maravilla es en verano (aunque hay muchos menos turistas en septiembre y octubre) o en primavera, de abril a junio. Pero si no tienes miedo al frío, no puedes dejar de ir a su divino mercado de Navidad en la Plaza Vieja.
Cuatro días perfectos Día uno
Comienza en la gran plaza de la ciudad vieja, llamada “Staromestské námestí”, del siglo XII, adonde se llega por diferentes puertas. La más interesante es por la calle Celetná (fíjate en la antigua mansión del número 2 y en los escudos familiares de las fachadas). Al final encontrarás el lugar, y ¡te fascinará! Tiene el precioso reloj astronómico; la iglesia de Nuestra Señora, en frente del Týn (con dobles torres); la St. Nicholas Church y otras bellezas góticas que se alzan por detrás de una fila de casas antiguas con frescos de siglos pasados, ¡un estilo propio de cuento de hadas! También la Casa de la Campana de Piedra, la bella Galería Nacional de Praga y el monumento en honor al filósofo Jan Hus. ¡Saldrás fascinada!
De la plaza principal puedes caminar al peatonal Puente Carlos, antiquísimo y adornado con estatuas religiosas. Es otro espacio adonde vale la pena regresar para una visita nocturna, cuando las siluetas de los santos se reflejan en el río y en el cielo de la ciudad, junto a las luces del castillo de Praga.
Cruza el puente y sube la colina al castillo, donde vive el presidente de la república, y la catedral de San Vito. Después vuelve sobre tus pasos para descubrir el barrio de Malá Strana, que bordea el río y está muy de moda gracias a sus galerías, restaurantes y viejas iglesias. Praga es una ciudad muy romántica donde quedan cafés-restaurantes de siglos pasados, como el extraordinario Imperial, un local para disfrutar y comer delicioso.
Día dos
Realiza una excursión de medio día al cementerio judío, donde está enterrado Franz Kafka, y a la sinagoga en el Barrio Viejo. Así, conocerás la herencia cultural judía, que fue muy importante para el desarrollo de la ciudad. Luego camina de nuevo a la plaza medieval y almuerza al aire libre, y más tarde ve a la plaza Wenceslao, donde algunos checos celebraron la liberación del comunismo (la premiada película Kolya
muestra este momento). Esa noche: realiza un paseo en barco por el río Moldava, el cual es muy turístico y bonito. Más opciones: recorre la Nový Svet, una callecita con fachadas de los siglos XVII y XVIII y estudios de artistas; visita el museo del artista Alfons Mucha (a una cuadra de la plaza Wenceslao) y toma el tour de Praga iluminada.
Días tres y cuatro
Gray Line ofrece muchos recorridos en los alrededores de Praga. Me impactó el campo de concentración de Terezín, donde los nazis mantuvieron a más de 90,000 presos cuando invadieron Checoslovaquia. El castillo Nelahozeves, con obras de arte de Cranach, Velázquez, Rubens y manuscritos de Beethoven y Mozart. La ciudad medieval de Kutná Hora, Patrimonio Cultural de la Humanidad. ●