¡Eres sexy!
Descubre nuestra rutina de amor propio.
Sabías que la piel de un adulto puede llegar a pesar hasta cinco kilos? Suena mucho, pero el peso de este órgano dentro de nuestros pensamientos es aún mayor, influye en el valor que nos damos como personas y, por lo tanto, en nuestro estado de ánimo.
Si bien a estas alturas la inesperada aparición de un barrito no nos provoca la misma frustración que hace unos cuantos años, no puedes negar que sufres un bajón emocional cuando descubres una nueva manchita en tu cara o notas que esa línea de expresión cada vez es más marcada.
Hay una fuerte relación entre cómo nos vemos y nos sentimos, pero la conexión también actúa a la inversa, ya que los pensamientos influyen en nuestra apariencia.
“La relación entre la mente y la piel es muy estrecha, tanto que los pacientes con enfermedades dermatológicas tienen 20 por ciento más de alteraciones psíquicas y psiquiátricas en relación con el resto de la población”, de acuerdo con la investigación Dermatología Psicosomática, la Relación Mente y Piel.
En este punto, el cuidado de la dermis deja de ser un asunto estético para convertirse en un tema de salud, en donde, y además de importar cómo te alimentas, hay que considerar en qué piensas.
Espejito, espejito
Al instante de que miras tu reflejo, ¿qué es lo primero que piensas? Si no te prestas atención o te criticas, es momento de cambiar la manera en la que te ves, te hablas, te valoras y te sientes. Para hacerlo puedes practicar el ejercicio de autoestima propuesto por la escritora estadounidense Louise Hay en su libro El poder del espejo. La actividad suena muy sencilla, ¡y debería serlo! Al principio te costará trabajo, pues probablemente te sentirás incómoda al realizarla.
Tómala con mucha calma y sé paciente.
Lo que tienes que hacer cada día es sentarte frente al espejo y observarte alrededor de cinco minutos: evita hacer juicios negativos, sostén tu mirada por unos segundos y sonríete.
Con el paso de los días comienza a decirle afirmaciones positivas, como “me amo y me acepto tal y como soy” o “me siento a gusto con mi cuerpo”. Poco a poco, la vergüenza o pena será menor, te acostumbrarás a hablarte con cariño y tu autoestima irá en aumento.