CARTA EDITORIAL
En el mes de febrero muchos hablan del amor: a la pareja o a los amigos, pero en esta edición elegimos enfocarnos en el propio. Creemos que la persona que más deberías amar es a ti misma, y para nada estamos confundidos con el hedonismo. El amor a uno mismo es fundamental para una vida plena, sobre todo a ‘cierta’ edad, la nuestra, en que alcanzamos una madurez suficiente para disfrutar los placeres de la vida sin enredos mentales. Hablamos en esta edición de todo tipo de placeres: el erótico (y por ello, nuestra especialista en este tema escribió un texto sobre cómo reanimar tu fuerza sexual y cultivar el erotismo); por la comida, con recetas para enamorar a tu paladar y al de quien quieras sorprender; por la lectura, con algunas recomendaciones de libros y una charla con el escritor Xavier Velasco; el de sentirte bella, con una rutina de amor propio para verte guapa siempre; y hasta el de un buen aroma, con una breve selección de nuevas fragancias. Y quién mejor que Sharon Stone para protagonizar esta edición dedicada a la sensualidad y al amor propio. A sus 62 años, la eterna afrodita de Hollywood demuestra lo placentero que es reírse de los juicios vacíos y abrir la boca para decir exactamente lo que se piensa. Si bien bastaron nueve segundos en la pantalla grande para convertirse en un símbolo sexual para la eternidad –lo que duró la inolvidable escena de Bajos instintos en 1992–, al igual que un orgasmo, se trató de un momento efímero, pero suficientemente memorable que la etiquetó desde entonces. Actualmente, con tres hijos adoptivos y luego de haberse recuperado de un derrame cerebral, Sharon regresa a las pantallas, chicas y grandes, con el fin de apoderarse de algo que antes, en la cima de su carrera y de su juventud, no pudo hacer suyo: el reconocimiento, la respetabilidad y una admiración a su trabajo, más allá de su físico. La actriz estadounidense, siempre dispuesta a dar su opinión y a decir las cosas como son, nos enseña que es posible reinventarse en cualquier etapa de la vida cuando crees en ti misma y sabes elegir tus batallas. No le molesta que la sigan viendo como un símbolo sexual; ella prefiere enfocarse en lo importante: su hogar, su familia, su salud. Ser guapa y sexy no le estorba, por el contrario, disfruta saberse hermosa y brillante, dos cualidades que para nada se contraponen, mucho menos a ‘cierta’ edad, la de Sharon y la de las mujeres Vanidades, ¿o no?
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