Plebeyas que derribaron barreras
Princesas que nos sorprenden.
Aunque no tiene casa real, Estados Unidos es cuna de mujeres que se casaron con royals importantes y algunas crearon polémica por ello. Hasta los años 30 del siglo pasado era impensable que una plebeya integrara una monarquía, pero las costumbres cambiaron y ellas han marcado pauta en sus respectivas familias.
La más audaz
Meghan Markle, la actriz que logró cierto reconocimiento en TV, se casó con el hijo menor de Lady Di. Hasta que llegamos al nombre de la mamá del novio se vislumbra la trascendencia que podría lograr esta mujer de 39 años porque Harry es casi tan famoso y apreciado como su madre.
Meghan marcó un hito no por ser plebeya ni divorciada (antes de ella hubo muchas), sino por ser birracial, un hecho que agradó a la reina Isabel II, quien le dio una cálida bienvenida a la familia, así como el príncipe Carlos, ¡y creímos que William también estaría feliz!
La boda el 19 de mayo de 2018 fue de ensueño y hasta con toque dramático: el padre de la novia no fue invitado porque criticaba a su hija al asegurar que lo hacía menos desde que andaba con el príncipe Harry. Sin embargo, el suegro Carlos dio la cara y la entregó en el altar.
Todo parecía ideal, al poco tiempo los flamantes duques de Sussex anunciaron su embarazo. La llegada de Archie en 2019 culminaba la felicidad de aquel niño pelirrojo que vimos tan triste después de la muerte trágica de su mamá. Pero unos meses después sucedió el ‘Megxit’ y fueron notorias las diferencias entre Harry y su hermano. Además, la razón válida de los Sussex de trabajar por su lado y no vivir de los contribuyentes británicos comenzó a empañarse cuando explotaron su condición de royals. Y así continúan, aunque hoy día se habla de la renegociación de su salida de la casa real y la invitación que la reina
les hizo para asistir al Trooping the Colour 2021, lo cual revela distensión en la familia. Polémicas aparte, el príncipe Harry cambió su vida, dejó Reino Unido para vivir en el país de su esposa y parece más feliz gracias a ella. Al final eso es lo único que debe importar.
Una niña bien
Está casada con un príncipe heredero que nunca será rey, Pablo de Grecia, pero Marie Chantal no necesita un título así porque su estatus social la convierte en una especie de royal por sí misma.
Es hija del poderoso empresario estadounidense Robert Warren Miller (dueño de Duty Free). Su hermana Alexandra fue esposa de Alexander von Fürstenberg, pero ella sigue al frente de la marca de su exsuegra, Diane.
Su otra hermana, Pia, se casó con el heredero de la familia Getty. Marie Chantal es parte de una élite, por eso su paso a la realeza fue eso, un paso; no un salto descomunal como en otros casos.
Conoció a Pablo en 1992 por un amigo en común. A su fastuosa boda en Londres, en 1995, asistieron empresarios y royals de primera línea, como Isabel II. La sólida pareja, que tiene cinco hijos, se estableció en Nueva York, donde Marie Chantal creó una marca exclusiva de ropa infantil y es dirigente de Duty Free; mientras que él es dueño de Ortelius, un fondo de inversión. Y hace poco compraron una mansión en Los Hamptons.
Nació en Londres en 1968 y ha vivido en Hong Kong, Suiza y París, pero, sin duda, es una princesa que encarna perfecto el estilo de vida estadounidense.
De arquitecta a reina
A inicios de los 70, Elizabeth Najeeb Halaby, de raíces suecas y sirias, estudiaba en prestigiosas escuelas de EUA, incluida Princeton, de donde se graduó de Arquitectura. Un día de 1975, a sus 24 años, abordó el primer avión de la línea aérea Jumbo que llegó a Jordania, donde vería a su papá, quien tenía una compañía de aviación en ese país. Y todo cambió.
Conoció al rey Hussein. Él era viudo de su tercera esposa y se enamoró de Elizabeth, con quien se casó en 1978. Juntos tuvieron cuatro pequeños, y ella se volvió la madrastra de los anteriores ocho hijos del rey, entre los que se encontraba Abdalá, actual rey y esposo de Rania.
Para casarse, Elizabeth se convirtió al Islam, entonces el rey le dio el nombre de Noor al-Hussein, que significa ‘La luz de Hussein’. Entonces comenzó a brillar por su belleza y estilo, y fue conocida como la Grace Kelly jordana porque, como ella, dejó atrás su país.
El encanto de Noor no se apagó ni cuando falleció Hussein, en 1999.
Tampoco cuando, sin quitarle el título, Abdalá nombró a su esposa reina de Jordania, aunque después de esto regresó a Estados Unidos. Desde entonces mantiene un perfil discreto y vive entre este país, Reino Unido y Jordania, adonde regresa para continuar sus actividades filantrópicas, como el apoyo a la niñez.
La chica perfecta
Su boda en 1956 fue la del siglo hasta la de Diana y Carlos. Aun así, el cuento de hadas de Grace Kelly persiste, y aunque tuvo un final trágico, la diferencia es que
ella dejó una familia unida y la evidencia de que su amor con
Rainiero de Mónaco fue verdadero.
Grace fue producto de la cultura del esfuerzo.
Después de trabajar en la construcción, su padre fundó una fábrica de ladrillos que prosperó en su natal Filadelfia y llevó a su familia a integrar la élite de la ciudad. Con estas bases inició su carrera de actriz en los 40 y en los 50, y se convirtió en estrella de Hollywood de la mano del Alfred Hitchcock.
Entonces conoció al príncipe de Mónaco y dejó todo para hacer una familia con él y marcar época entre las royals: era deslumbrante y estaba dedicada a su esposo e hijos, y a hacer del principado uno de los sitios más cosmopolitas. Por eso su muerte en 1982, con sólo 52 años, fue una tragedia para su familia, el principado y para el mundo.
Ella fue la primera
Por ella el rey de Inglaterra renunció al trono. Era 1936 cuando Eduardo VIII dijo que no se responsabilizaría de sus deberes como monarca sin el apoyo de la mujer que amaba: Wallis Simpson, socialité estadounidense sin hijos, divorciada en 1927 y casada por segunda vez con el empresario Ernest Aldrich Simpson. Su romance fue un escándalo. Mujeriego total, nadie pensó que se casaría con ella y es que la época y el estatus de él ‘impedían’ el matrimonio al ser rey y cabeza de la iglesia anglicana, que entonces no permitía que los divorciados volvieran a casarse. El primer ministro y el Partido Conservador no estaban de acuerdo y el enlace implicaba una crisis política.
Aun así, Eduardo abdicó a finales de 1936. Wallis se divorció meses después y se casaron en Francia. Por supuesto, nadie de la familia real asistió, al parecer por decisión del nuevo rey, Jorge VI, quien, a pesar de todo, nombró a su hermano duque de Windsor, así ella se convirtió en duquesa.
Y aunque se ha dicho que con su carácter dominante Wallis manipuló a Eduardo, la primera princesa estadounidense llegó a las anquilosadas casas reales del mundo para sentar un precedente que le abrió la puerta a sus compatriotas y a muchas otras plebeyas. ●