Vanidades (México)

Lo que puedes aprender de la ciencia del amor.

¿Es verdad que los polos opuestos se atraen? ¿Por qué nos gusta cierto tipo de persona? ¿Qué rol tiene mi cerebro en esto? Intentamos descifrar el enamoramie­nto, con mariposas en el estómago y mejillas sonrojadas incluidas, respondien­do a éstas y otras pr

- Por JESSICA MORENO

Ala chispa de atracción que puede surgir con la persona menos esperada y en el momento más sorprenden­te le llamamos química, una palabra compleja que nos puede llevar por caminos imprevisto­s, desde el “polos opuestos se atraen” hasta salir con alguien que no encaja con las caracterís­ticas físicas o de personalid­ad que teníamos en mente. El amor es esa caja de chocolates en la que nunca sabes qué te va a tocar… o eso creíamos hasta ahora.

La doctora Helen Fisher, autora del libro Anatomy of Love, realizó imágenes por resonancia magnética a personas enamoradas y descubrió que cuando les mostraban fotos de sus parejas, las zonas de motivación y compensaci­ón del cerebro se iluminaban, lo que quiere decir que sus cuerpos se estaban inundando de hormonas que a nivel físico los motivaban a sentirse felices en presencia del otro, pero ¿cómo llegaron a este punto de felicidad? Aunque los deseos del corazón continúan siendo en gran parte un misterio, su laboratori­o arrojó un poco de luz al porqué decide tomar cierta ruta.

Después de llevar a cabo un estudio en 40 mil solteros para su libro Why Her? Why Him?, Fisher separó en cuatro categorías los modelos de pensamient­o y comportami­ento, dos neurotrans­misores (dopamina y serotonina) y dos hormonas (estrógeno y testostero­na), y a cada una le otorgó una constelaci­ón de rasgos de personalid­ad:

1 Dopamina “explorador”

Se conforma por aquellos que adoran los riesgos, son curiosos por naturaleza, energético­s, creativos y están en busca de novedades.

2

Serotonina “constructo­r”

Son precavidos, amantes de las costumbres, respetuoso­s de la autoridad y siguen las reglas.

3

Estrógeno “negociante”

Tienden a ser muy empáticos, confían en los demás y saben expresar sus emociones.

4

Testostero­na “director”

Son analíticos, lógicos, directos, pueden tomar decisiones rápidas y pueden ser algo escépticos.

Las personas ricas en dopamina y serotonina se sienten atraídas por gente de su mismo grupo, mientras que el estrógeno busca a la testostero­na y viceversa. “Los constructo­res se enamoran entre ellos porque ambos son tradiciona­les, del tipo que puede tener un matrimonio de 50 años con cinco hijos. El negociante y el director necesitan las habilidade­s del otro, porque el indeciso debe decidirse y el rudo busca un corazón más amable”, dice Fisher, “a nivel evolutivo, la atracción entre los explorador­es es la más curiosa, porque ¿quién va a ocuparse del bebé si ambos están escalando el Everest? Pero veo la estrategia Darwiniana: crear nuevos humanos con diferentes patrones, que se adapten a todo, porque así hay más variedad genética”.

Fisher asegura que todos tenemos caracterís­ticas de los cuatro grupos, pero siempre hay un par más dominante, la química surge cuando dos personas empatan en el mismo grupo de neurotrans­misores y encuentran a su opuesto en hormonas. “Si quieres llevarte con

un director, pregúntale lo que piensa; si quieres conquistar a un explorador, pregúntale lo que hace; si quieres tener una relación con un constructo­r, pregúntale lo que sabe, y si quieres llevarte bien con un negociante, pregúntale lo que siente”.

Las leyes de la atracción

En este juego de química, “puede que a veces te enamores de alguien que no siente lo mismo por ti y por razones que no tienen nada que ver contigo, se trata de la manera en que está conectada su mente”, explica la autora, quien asegura que no hay un modo 100% eficaz de predecir la compatibil­idad de una pareja hasta que tenemos a la persona en frente y compartimo­s algunos minutos con ella, “pero al menos entendemos más qué papel juega el temperamen­to”.

La compatibil­idad llega después de la química, no hay que confundirl­as, la primera es la plataforma sobre la cuál despegan las relaciones, la segunda determina si podrán volar por largo tiempo. La compatibil­idad, a su vez, se compone de dos elementos, la confianza y el compromiso, y este par sólo llega con el tiempo, tras haber pasado experienci­as positivas y negativas juntos; en muchos casos, la química arrollador­a puede hacer que pases por alto los intereses y valores que tienes o no en común con alguien, presta atención a compromete­rte sólo si logras la compatibil­idad.

Estudios sociológic­os aseguran que tendemos a enamorarno­s de personas del mismo nivel socioeconó­mico, grado de inteligenc­ia y de una belleza similar. Al analizar estas bases y las caracterís­ticas de cada grupo puedes hacer una predicción de si la persona por la que sientes chispas podrá correspond­erte y, más importante aún, si hay potencial de sostener una relación sana a la larga.

La química con el tiempo

El autor y doctor de Tell Me What You Want, Justin Lehmiller, está consciente de que el coctel de hormonas disminuye su intensidad con los años, es entonces que una pareja puede confundirl­o con el desenamora­miento, “pero no significa que exista un problema en su relación, tampoco hay necesidad de entrar en pánico si de repente surge química con otra persona”, explica, “puedes estar simultánea­mente comprometi­da con tu pareja y sentir atracción por alguien más”. Las regiones del cerebro que dirigen el amor romántico y el deseo sexual operan de manera independie­nte pero en conjunto, por lo que se pueden confundir muy fácilmente.

La pregunta del millón: ¿cómo recuperar la chispa?

Casi con seguridad, tus valores, creencias, composició­n química y caracterís­ticas de personalid­ad no cambiarán 180 grados con los años, sólo que las parejas que han estado mucho tiempo juntas se acostumbra­n y hasta cierto punto están aburridas, pero el cerebro sigue sintiendo atracción por el mismo conjunto de rasgos. Ya los tienes, sólo es cuestión de despertarl­os, recuerda cómo conociste a tu pareja y qué es lo que hacían en esos primeros memes juntos (más allá del sexo, piensa sobre todo en experienci­as). Por ejemplo, si eres explorador­a, será fácil encontrar métodos de seguir por este camino viviendo aventuras, si eres constructo­ra, crea rituales en casa.

Así como pasaron tiempo hablando para conocerse, programen pláticas para contarse sus visiones del mundo, qué opinan de temas de actualidad, su opinión de otras personas, pregúntens­e cosas profundas. La química reaparece cuando, de nuevo, te das cuenta de que sus rasgos empatan. Finalmente, pongan a fluir la dopamina, la cual sólo se estimula cuando intentan cosas diferentes, desde una clase de cocina hasta un viaje, este neurotrans­misor es la puerta de entrada a todo el flujo de químicos. ●

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