Larga vida a King
Con medio siglo detrás del micrófono y al frente de cualquier personaje con una historia interesante qué contar, el comunicador logró hacer sentir a la audiencia parte de la conversación. Enamorado de su trabajo, se convirtió en un icono de la entrevista.
Poco más de 50 mil personas se sentaron a platicar con el presentador a lo largo de su carrera: políticos, royals, músicos, actores, líderes religiosos, atletas… Todos ellos entraron a la casa de millones de espectadores cada noche para dejarles ver el “detrás de cámaras” de su historia de la mano de King, quien difuminó la línea entre información y entretenimiento de una manera sin precedentes.
El entrevistador falleció el pasado 23 de enero a los 87 años en el hospital Cedars-Sinai, donde fue tratado por COVID-19, dejando tras de sí un legado y un savoir-faire invaluable, además de unos zapatos, o mejor dicho, un par de tirantes imposibles de llenar en éste o en otro siglo. No imaginó que se dedicaría 63 años a la comunicación en radio, televisión y medios digitales, porque no tuvo formación profesional, pero la vida le dio una sorpresa. “El secreto de mi éxito es una curiosidad ingobernable”, expresó en su libro autobiográfico My Remarkable Journey de 2009, “pero aquellos que tienen éxito y no mencionan a la suerte, se engaña a sí mismos”.
El sueño de la radio
Esa suerte de la que Larry habla podría haber iniciado al cambiar su nombre. El presentador nació en Brooklyn en 1933 de padres inmigrantes rusos y con el apellido Zeiger, pero al terminar la preparatoria se mudó a Miami para probar suerte en la radio, que escuchaba con fervor desde los cinco años. Consiguió un empleo en una estación limpiando micrófonos y, cuando uno de los locutores renunció de improviso, Larry lo reemplazó. Por 50 dólares a la semana, tomó el rol en 1957 y cumplió su sueño de infancia, no sin arreglar un problema y es que el manager de la estación le dijo que el apellido Zeiger era difícil de recordar y, minutos antes de entrar al aire, le pidió que eligiera otro, entonces su jefe vio la publicidad del licor King y le dijo: “Listo, es tu nuevo nombre”, declaró el presentador en entrevistas. Un nombre que auguraba el puesto dominante que tendría. Su voz emblemática se expandió rápido por Estados Unidos. Apenas meses después se lanzó a hacer entrevistas en la calle, a los asistentes de conciertos y a cantantes. Su ligereza al hacer preguntas le ganó un lugar en Miami Undercover, un show de debates en televisión en 1960. El resto es historia. Nunca se alejaría de los micrófonos ni dejaría de hacer preguntas.
En 1978 comenzó su propio show y en 1985 le dio fama mundial a su nombre con Larry King Live, ambas transmisiones con formato de entrevistas. Del Old Hollywood de Frank Sinatra y Elizabeth Taylor a los escándalos de Monica Lewinsky y Bill Clinton. De la seriedad del Dalai Lama y el presidente Obama, a la diversión de los Muppets y Lady Gaga. Nunca faltaron momentos perfectos para la tele en los 25 años que estuvo al aire en CNN, como su saludo de mano con Vladimir Putin, su beso en la boca con Marlon Brando o Paris Hilton llorando en su primera entrevista tras salir de prisión. Su último programa se transmitió
en 2010 y obtuvo un récord Guinness por ser el show más largo, en la misma cadena, host y horario. “Fueron los mejores años de mi vida”, dijo a su audiencia agradeciendo su fidelidad, “no les digo adiós, sino hasta luego”. Y así fue. En 2012 anunció: “No he cambiado, pero la tecnología sí”, así que se unió a la ola digital y comenzó Larry King Now, esta vez en streaming a través de Ora TV, su propia compañía de entretenimiento que fundó junto al empresario Carlos Slim.
Cuéntame todo…
No es fácil convertirte en celeb cuando le das el micrófono a otras estrellas, pero fue su capacidad de sacar respuestas honestas lo que lo mantuvo vigente. Todos se abrieron ante él porque era imparcial y los trataba igual sin importar su rango, “nunca se preocupó en decir: ‘Oh por Dios, hoy entrevistaré al presidente, haré algo distinto’, él no veía diferencias”, asegura Wendy Walker, exproductora ejecutiva del show.
Sus preguntas eran acertadas y sin pretensiones, una fórmula tachada de débil. “No estoy para poner a alguien contra la pared, trato de hacer preguntas bien pensadas y perceptivas que te den una idea de quién es la persona”, aclaró a Time, “si empezara mi entrevista con un ‘¿por qué mentiste acerca de tal tema?’, lo último que voy a escuchar es la verdad. Eso sería ponerlos a la defensiva para quedar bien yo, no tendría nada que ver con ellos, en ese punto serían un accesorio y, para mí, un invitado no lo es”.
La espontaneidad fue otro de sus pilares y admitió con orgullo que no se informaba demasiado sobre sus entrevistados para lograr una plática natural. Según Walker, lo difícil era prepararlo porque él no quería, “Larry leía todo el día y estaba bien informado del mundo, pero quería escuchar la respuesta por vez primera de la boca de sus invitados”. Un hecho que jugaba en su favor, a excepción de aquella vez en que Jerry Seinfeld se ofendió porque King no sabía si él había renunciado a la serie de comedia con su nombre o había sido cancelada, “¿no sabes quién soy? ¡Que alguien le pase mi currículo!”, reclamó arrogante.
Tras un ataque al corazón en los 80, King perdió peso y, en lugar de ajustar sus pantalones, comenzó a utilizar sus emblemáticos tirantes.
Su verdadero amor
En altos y bajos, siempre mantuvo la calma. Su regla era “hacer preguntas cortas y escuchar”, quería ser un entrevistador que agregara algo al conocimiento del mundo. Una meta que afectó su vida personal, pues se casó ocho veces (dos con la misma mujer) y tuvo cinco hijos, de los cuales dos fallecieron en 2020 con semanas de diferencia, Andy de un ataque al corazón y Chaia, de cáncer de pulmón. Su última esposa, Shawn, pidió el divorcio en 2019 entre rumores de infidelidad y Larry no los negó, “teníamos una gran diferencia de edad y a la larga se nota”, dijo a People, “además Shawn es mormona y yo soy agnóstico ateísta y eso causa algunos problemitas”.
King aceptaba que no había sido la mejor pareja; sin embargo, quería ser recordado como un buen padre. “Estaba enamorado de lo que hacía. ¿Sabes por qué? Mi trabajo no me decepcionó”, reveló a CNN. La TV no lo dejó, ni él a ella, quería morir trabajando y así fue, con shows programados en 2021. No hay más que agregar a lo que Larry deseaba que se dijera de él una vez que partiera, cuando le preguntaron cómo quería que la gente lo recordara: “Aportó su habilidad al campo, trajo información y entretenimiento a las personas en tiempos de estrés; las ayudó a superarlos, en momentos de dicha, los llevó a disfrutarlos, y él amó cada momento de eso”. Así fue. ●