Afrontando el envejecimiento
Envejecer es parte del proceso natural de la vida, presente desde el momento de la concepción de todo ser humano, pero a pesar de ser una realidad conocida y alcanzable, es difícil aceptarla con naturalidad.
Durante la edad adulta se originan diversos cambios físicos, mentales, emocionales y sociales que requieren ser atendidos para garantizar una transición adecuada y saludable a la vejez; éstos no tienen por qué representar un riesgo a la autonomía del adulto mayor.
En un comienzo, sólo es necesario apoyarse en elementos externos que nos permitan mantener nuestras funciones con normalidad. La transición más evidente se produce a nivel físico, siendo observables los primeros signos del envejecimiento en músculos y huesos, adelgazamiento en la piel, deficiencia visual y auditiva; estas últimas generarán complicaciones en el equilibrio y la marcha. Vemos además el desencadenamiento de una serie de padecimientos crónicos que aumentan la probabilidad de su aparición con los años, tales como la diabetes, hipertensión, colesterol o problemas cardiacos.
Debido al declive que sufren algunos órganos receptivos, es común experimentar un deterioro cognitivo leve, sin la necesidad de estar relacionado con algún otro padecimiento neurodegenerativo.
Nuevos desafíos
El deterioro presente en las capacidades cognitivas puede identificarse como un bajo rendimiento en la memoria, atención, orientación, cálculo o lenguaje, interfiriendo en la adquisición de habilidades nuevas y el mantenimiento de las ya dominadas.
A nivel emocional, nos encontramos ante la necesidad de adaptarnos a un entorno en movimiento, que requiere que nos enfrentemos continuamente a procesos de duelo, siendo necesario afrontar cambios en el estado de ánimo, personalidad, dinámica familiar y rutina.
Dentro del área social, comienza un decremento en las relaciones interpersonales dentro y fuera del núcleo familiar, asociado a diversos factores como la falta de interés o deficiencias auditivas que interfieren en los procesos de comunicación.
Conocer los retos que conlleva envejecer nos pone un paso adelante, dándonos la oportunidad de guiar esta etapa a un envejecimiento activo, reconociendo el derecho a continuar la vida con plenitud.
Para ello, podemos incorporar en nuestra rutina hábitos saludables que nos permitirán una transición a la edad adulta de forma óptima.